Vermisst : The colorado project

XXIII

El desayuno transcurrió en silencio a excepción de Ody – quien Harry descubrió que se llamaba Odalys – y Zahir, que discutían sobre algo que había ocurrido en la granja hace unas semanas con dos de los voluntarios

- Por eso no me gusta que las parejas vengan, sin ofender – Agregó rápidamente Zahir, con un trozo de pan con mermelada de naranja en su mano – Pero la mayoría termina discutiendo o cosas así, y casi siempre todos quedamos en el medio.

- Seguro es culpa de los caballos – Bromeó Ody – Separan a cualquiera, son estresantes.

- ¡No los metas en esto! – Señaló el moreno, ofendido, mientras le lanzaba una servilleta hecha una bolita.

- Solo decía hombre – Rió, bebiendo su jugo de naranja – Cambiando de tema, como ayudante de mi querido amigo Zahir, tengo que armar el listado con sus ocupaciones y esas cosas. Han vuelto a pedirme los papeles.

- Estuve pensando, ¿Qué cosas buenas nos ha traído enviárselos? Solo recibimos bajas y mala publicidad – Comentó en respuesta, evitando la mirada de la mujer – Han de ser periodistas.

- Si bueno, es verdad, pero aun así necesito hacer las asignaciones – Insistió.

- Vale, pero esta vez nos las quedamos nosotros. Veremos qué hacen con eso, perras. Intenten hundirnos – Dijo con un gesto de manos, Ody rodando los ojos y terminando su desayuno.

Finalmente, decretaron que ‘’Oliver’’ la ayudaría con la cocina y el rizado aceptó con gusto. Cocinaría para ellos y otras serían comidas de conserva que enviaban a un hogar de niños con voluntarios que quedaba dentro de todo cerca.

Por otro lado, Louis se encargaría de los animales junto a Finn (lo cual a Louis le agradó no solo por lo familiarizado que estaba con los animales, si no que ellos no le preguntarían sobre qué había sucedido en estos años así que estaba bien), y Sydney y Sara ayudarían a Zahir con los arreglos que – todavía – debían hacerse en aquella granja que mostraba un día haber sido realmente bonita y espaciosa, pero que ahora se había rebajado a una pequeña granja con la mayoría de las habitaciones cerradas para no gastar en calefacción.

- ¿Solías estar con animales? – Preguntó el ojiazul mientras rellenaba los recipientes con agua de los caballos, viendo como Finn no tenía ningún problema con los animales que estaba alimentando.

-Sí, vivía rodeado de ellos – Respondió acariciando a uno de los caballos antes de dejarle el alimento, el cual felizmente aceptó las dos cosas del castaño – Mas que nada ovejas. Era lindo vivir alejado de todo, aunque no tenía amigos.

-Harry tampoco tenía amigos en Privet Drive, no te sientas mal.

-Pensé que no podíamos llamarnos con nuestros nombres de verdad.

-No, ese Harry no, Harry Potter.

-No sé quién es – Rió Félix - ¿Cómo lo conocías si no tenía amigos?

‘’No sabe quién es Harry Potter porque se pasó la jodida vida encerrado’’.

­-Olvídalo – Fingió una risa esperando que no le preguntara sobre aquel mago que estúpidamente asumió que conocía.

- ¿Cuántos años tenés? – Preguntó mirándole de reojo y frunciendo el ceño, acercándose al último caballo del establo – No solían llevar mayores de catorce allá.

- ¿De cuantos parezco? Dime más de treinta y definitivamente te mataré – Bromeó cruzándose de brazos, apoyándose de costado contra una de las columnas. Un caballo cuyo pelaje era de un suave color champagne se acercó y le levantó el brazo con la cabeza a señal de que quería que lo acariciase, a lo que Louis asintió como si le hubiese hablado y comenzó a rascarle a lo largo del cuello donde su hermosa melena crecía. Si su memoria no fallaba, se llamaba ‘’Lance’’, por el integrante de aquella boyband de los años noventa, NSYNC. Lance comenzó a hacer un gracioso gesto, como si diese pequeños mordiscos al aire.

- No sé – Respondió, y Louis rio – No, en serio, no sé, es confuso. Pareces de veinticinco, pero en el… allá – Se corrigió antes de seguir – parecías de veinte, así que no sé.

- Oh Wow, bueno, tengo veintiséis así que gracias por decir que parecía de veinte, ¿Y tú? ¿Cuántos años tienes? – Finn se encogió de hombros.

-No sé, perdí la cuenta de cuánto tiempo estuve allá a las cuatro semanas, y todavía no me animé a preguntar en qué año estamos.

Sintió nauseas ante aquella respuesta, enfermo de lo que algunas personas causaban. Era como ese sentimiento de comer sin hambre, que con cada bocado solo quieres vomitar, porque estas lleno.

Louis se sentía lleno de información y de experiencias, de tantas pero al mismo tiempo tan pocas que lo hacían querer vomitar.

(Porque no sabía en qué año estaban, y esa es información que Louis siempre asumió que sabría).

Que ingenuo fue al asumir que tenía la vida y la información asegurada.

- ¿En qué año naciste?

 - Mil novecientos noventa y nueve, en Julio.

- Tienes diecinueve – Respondió suavemente y casi de manera inaudible luego de calcular rápidamente. Finn empalideció – Finn… - Susurró, al no querer llamarlo por su otro nombre en aquella situación – Se que es como, demasiado para procesar pero… - El castaño le cortó con un gesto con la mano, saliendo de aquel lugar al ya haber alimentado a todos los animales allí.




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