A Louis fue a quien más le costó demasiado decir adiós. Inclusive Orión no quiso dejarlo ir, pero le prometió a su amigo contactarlo cada vez que pudiese.
Con Zahir compartieron un cigarrillo mientras quitaban nieve del camino para acceder a la ruta y una no muy larga charla, pero que pareció ser profunda ya que ambos la finalizaron con un abrazo entre lágrimas.
Harry estaba en la misma situación emocional; nervioso pero en silencio mirando por la ventana y abrazando sus piernas contra su pecho e intentando mantener su calor corporal. Aquella noche era especialmente fría y la calefacción de la furgoneta debía mantenerse apagada para que la gasolina aguantara hasta el primer pueblo.
En los dos primeros asientos se encontraban Solsticio, quien iba al volante, y Sara, quien le daba simples temas de charla en un idioma que no comprendía para evitar que la rubia cediera al sueño.
El ojiazul se encontraba en el único asiento por detrás de los dos primeros que estaba en condiciones de ser usado. Se había dormido con la bebé en su pecho, ésta siendo acunada y envuelta en una manta de una forma especial que Zahir sabía hacer y que, según explicó, las madres que conoció en Latinoamérica usaban cuando debían trabajar y cuidar a sus hijos a la vez.
La bebé comenzó a removerse y sollozar, despertando a Louis. Todos los observaron, intentando descifrar qué sucedía.
- ¿Qué sucede bonita? – Preguntó con voz dulce mientras se acomodaba – No sé nada de bebés, ¿Cómo sé qué sucede?
‘’Debe tener hambre’’ Gianna pensó, a lo que Harry la miró.
- Debe tener hambre – Comentó él en voz alta. Su hermana frunció el ceño.
‘’Si puedes leer mi mente estira tus brazos hacia arriba’’
Lo hizo, solo para joderle la mente aunque en realidad sí podía saber lo que pensaba.
‘’Basta Gianna son estupideces’’
- ¿Puedes alimentarla? Se me están acalambrando los brazos.
-Yo… Puedo hacerlo, si quieren – Gianna propuso, observando a Harry y luego a Louis.
-Ni muerto te confiaría a la niña – El mayor de la pareja espetó, sin dejar que Harry respondiera algo.
-Louis, es una bebé.
-Y Harry tu hermano, ¿Decías?
-Ya les dije que no sabía que ustedes estaban aquí.
- Tu trabajo se basa en buscar gente como nosotros, Gianna – Ahora respondió Harry, irritado mientras aceptaba en sus brazos a la bebé, indicándole a Finn que le alcanzara la mochila donde estaban todas las cosas de la niña. - ¿De qué laboratorio eres? – Indagó mientras ponía una gota del contenido del biberón en su dedo, lamentando en una mueca que ya estaba casi frío. De todas maneras, acomodó a la pequeña mejor en sus brazos y la alimentó.
Se veía como si hubiese nacido preparado para aquello.
-Uno de Moskva. Nos enviaron aquí, a Estados Unidos para llevar los que son como ustedes a Rusia. Se preparan para una guerra, y como Estados Unidos no puede denunciar los secuestros de los rusos, pues es fácil.
-Maldita psicópata – Concluyó el rizado, quitándole suavemente el biberón de la boca a la bebé, quien se quejó de aún tener hambre así que se lo dio de nuevo – Si te lo ordenaran, podrías secuestrar a una bebé como ella, ¿Acaso no te das cuenta?
-Harry necesito que me entiendas, ¡Puedo ayudarlos si quieren! ¡Puedo ayudarlos a desarrollarse y defenderse!
- ¿Y por qué harías eso, huh? – Sara cuestionó. Gianna la miró con temor, por lo que el rizado intuyó que las marcas en su rostro fueron gracias a la pelirroja - ¿Para después hacer nuevamente un comando e intentar llevarnos?
-No, simplemente porque sé que no me dejarán volver al laboratorio. Si secuestran a uno de los nuestros, asumen que diremos la verdad para que no nos torturen así que no podemos volver.
- ¿No cuentan con que podrían denunciarlos?
- ¿A quién, Harry? Todos juegan sucio aquí. Además, nadie sale con pruebas sólidas de lo que pasa allá.
Louis le hizo una señal a Finn para que se sentara donde él estaba anteriormente, sentándose luego junto a Harry y abrazándolo por la cintura, haciendo que se relaje.
La bebé adquirió la energía en su lugar, por lo que le dio un leve golpecito al biberón, quejándose, para poder dormir tranquila.
-Ya va, gruñona, ya te dejo dormir.
-Veo que no la han nombrado – Murmuró la castaña por lo bajo, cambiando de tema.
-No, no tuvimos tiempo de pensar en eso – Respondió en el mismo tono de voz, acunando a la pequeña.
Louis procedió a recostar la cabeza en su hombro, observándola.
Gianna pensó que por su culpa, por culpa de aquellos grupos que trabajaban bajo las sombras y por puro orgullo, les arruinó la oportunidad de eventualmente tener un bebé, de agrandar la familia.
Sabía que había un noventa y nueve por ciento de probabilidad de que, especialmente Louis, ya nunca pudieran pensar en ello. Por ahora, solo podrían tener a la pequeña pero ella sabía que no duraría.