Vernissage

Vernissage

Arco 1

El mármol está helado. Eso es lo primero que siento: el frío. Me cala la mejilla y atraviesa la tela delgada de mi vestido de gala. Luego, un dolor agudo en el muslo, como un golpe. Y por último, el silencio. Denso, reverencial. El silencio de los lugares hechos para la contemplación. Abro los ojos. La luz es artificial, pero suave, más allá del zumbido en mi oído, no escucho nada cerca. Estoy sola. Me incorporo con lentitud. Los músculos del cuello protestan y un sabor metálico, como a baterías viejas, me raspa la lengua. Intento tragar, pero tengo la garganta seca.

¿Desde cuándo estoy acá? La pregunta me golpea sin contexto. ¿Cuánto habrá pasado? ¿Desde qué? La inauguración. Sí, recuerdo el vestido. Recuerdo haberme puesto los tacones y sentir esa mezcla de orgullo y nerviosismo que siempre precede a una gran noche. Recuerdo haber ajustado la iluminación de la Sala Renacentista... y luego nada. Un vacío negro y profundo. Estoy en la Galería Este. No es mi galería. Me pongo de pie, apoyándome sobre un pedestal vacío. Mi galería, la que curé durante meses, era sobre el Neoclasicismo Industrial. Hierro forjado, óleos oscuros, retratos de magnates. Esta sala... esta sala es un insulto a ese trabajo. Las paredes están casi desnudas, pintadas de un blanco quirúrgico. En lugar de grandes lienzos, hay objetos pequeños, personales, iluminados con una precisión dramática. Camino hacia el primer objeto. Está colgado, es un dibujo. Simple, hecho con crayones de cera sobre una hoja de cuaderno cuadriculado. Un sol sonriente en una esquina, una casa desproporcionada y dos figuras de palo. Una alta y una pequeña. Mi respiración se atora. Siento una punzada de dolor tan aguda, tan visceral, que me lleva la mano al pecho. Es un dolor que no identifico, pero que mi cuerpo sí. Es un luto que no entiendo. ¿De quién es este dibujo? ¿Por qué siento que me han arrancado algo? Mis manos tiemblan. No tengo hijos. Lo sabría, ¿verdad? Me alejo, el pánico empieza a burbujear bajo mi piel. Esto es un error. Una broma de mal gusto.

«Borrado». La voz es clara, susurrada, y parece venir de todas partes y de ninguna. Salta desde los altavoces ocultos del sistema de sonido. «El Arte del Olvido». Doy un respingo y busco la fuente. Es una grabación. Mi corazón golpea contra mis costillas como un pájaro atrapado. «Quizás no se trate de arte en absoluto», continúa la voz. Es una voz femenina, aparentemente distorsionada, pero hay algo en su cadencia que me revuelve el estómago. «Tú misma curaste esto. Simplemente no recuerdas por qué». —¿Quién está ahí? —grito, pero el silencio espeso devora mis palabras. «Tú misma curaste esto». La frase me resuena. Yo no hice esto. Esto es íntimo. Cruel.

Recorro la sala con la mirada. Hay más objetos. Me detengo ante un expositor de cristal. Dentro, un par de gafas de sol rotas. Son un modelo caro, de aviador, pero una de las lentes es una telaraña de fracturas. Estiro la mano, pero dudo en tocar el expositor. La imagen de esas gafas me provoca una jaqueca inmensa, me recuerda a un flash de luz blanca cegadora y el sonido de... ¿un auto? El chirrido de neumáticos. El zumbido en mis oídos se agudiza, como un pitido agudo, sin dudarlo aparto la mirada de los lentes para evitar recordar o para pensar en otra cosa, mi cabeza ahora no está lista para escarbar en pensamientos o recuerdos.

Continuo viendo los objetos, entre ellos, un ticket de cine arrugado. ¿Son pistas? ¿Estoy secuestrada? Las puertas principales de la galería están cerradas con una barra de seguridad desde adentro. Lo compruebo. La barra es pesada, imposible de mover. Estoy encerrada.

—¡Sacame de aquí! —grito, golpeando el metal de la barra. Mi voz resuena con una nota de histeria que me avergüenza—. ¿Es una broma? ¿Valdemar? ¿Eres tú, imbécil?

La voz vuelve, imperturbable, goteando con su distorsión digital. «Sigue el hilo, curadora. La obra debe ser apreciada en su totalidad».

Miro mi muñeca. No llevo mi reloj. Mi bolso de mano no está. Vuelvo al centro de la sala, tratando de pensar. ¿Desde cuándo estoy acá? La gala. El benefactor principal, el señor Valdemar, debía dar un discurso. Recuerdo su sonrisa fría. ¿Me hizo esto él? La voz no responde a su nombre.

Corro hacia la siguiente sala, la puerta de arco que lleva a la Galería Sur. Pero algo me detiene. Justo en el umbral, sobre el pedestal de mármol negro que separa las dos salas, hay un último objeto en esta exposición. Está iluminado por un único haz de luz cenital. Es un anillo. Una alianza de bodas de hombre. Oro blanco, simple, con un ligero desgaste en la parte inferior. No lo reconozco. No es de mi padre. No es de mi ex marido; él usaba uno de platino. Pero lo más aterrador no es el anillo en sí. Lo más aterrador es que, sin saber por qué, mi mano izquierda se desliza instintivamente hacia el bolsillo oculto de mi vestido. Y mis dedos rozan el metal frío de un anillo, cuando lo saco y lo miro: es el mismo anillo. Lo guardo asustada, mejor olvidarme de su existencia. Mejor voy a avanzar para entender más.

Arco 2

Estás desconcertada. Y te cuesta pensar con claridad, cada vez tenés más dudas, pero las dejas atrás y te adentras en la oscuridad de la Galería Sur.

El cambio es inmediato y brutal. Sales de la luz blanca y estéril para entrar en una noche artificial. Las paredes están pintadas de un negro mate que absorbe la poca luz que se filtra del arco por el que acabas de entrar. El aire es más pesado aquí. El zumbido en tu oído, que casi habías olvidado, ahora compite con un olor agudo, a vinagre y químicos de revelado fotográfico. Y algo más, por debajo... un perfume dulzón, casi rancio, como flores que se están pudriendo en un jarrón.

La exposición se ve como un laberinto. Cientos de polaroids, cuelgan del techo, suspendidas por hilos casi invisibles. Una cortina de rostros y momentos, un bosque de recuerdos que se sienten ajenos. Tienes que apartarlas con las manos para poder avanzar. El gesto es a la vez íntimo y violento. Las fotos se te pegan a la piel, a la tela de tu vestido caro. Rozan tu mejilla con ese tacto seco de las hojas muertas.



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En el texto hay: crimen, amnesia, venganza dolor

Editado: 08.12.2025

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