Estaba respirando de nuevo, y dolió. Cristol y Dóminic estaban a mi lado. Aún me sujetaban
-¡esperen! ¿Qué están haciendo?- Cristol sobreprotector como siempre. Sentí unos tiernos labios acariciar los míos después otros.
-ella nos salvó, no es como si por nosotros pudiéramos transportar a todos y tan rápido- una voz que no reconocí.
Abrí los ojos, creí que me había vuelto loca. Ví dos personas idénticas, una a cada lado mío, pero eso no era todo, tenían el cabello azul, no negro azulado como el de Luna, no como esos tintes que se ve azul de un lado y verde de otro porque se está deslavando, no, este era un azul intenso.
Vestían un conjunto completamente negro, botas tipo militar, un costado de sus cabezas su cabello era extremadamente corto, sus caras eran finas, llevaban un saco a juego color marrón. Tenía detalles en plata, garigoleados en todas partes bordados, más altos que yo por lo que pude deducir, delgados, su piel la más blanca que he visto en mi vida.
Dóminic me arrebató de sus brazos.
-Mejor controlen sus instintos primitivos – Dóminic estaba muy molesto, pero no sé si era porque me habían besado y yo no había hecho nada o porque no había sido él quien aprovechó la oportunidad.
-no seas exagerado, pero dejando eso de un lado ¿Quiénes son y dónde estamos?
-este es el coliseo- contestaron los gemelos con un gesto de presentación con los brazos que abarcaba todo a la vista.
-¿el coliseo?
-el teatro
-el anfiteatro si prefieres
-dejenlo así. Le llamamos coliseo solo por darle un nombre. Es una sala de investigación y ya.
-supongo que es a dónde nos dirigíamos desde el inicio, pero por la explicacion que me dieron y la cantidad de cosas que cargamos en las mochilas pensé que el viaje era más largo… ¿por qué esas caras?- se veían confundidos. Dóminic apretaba sus ojos con los dedos índice y pulgar en una muestra clara, daba la impresión de que fuera impensable que no supiera nada.
-más te vale que te expliques, Vesnic.
-sí, estamos muy lejos, de hecho a días de distancia de dónde nos encontrábamos hace 10 minutos- contestó Dóminic tajante
-y me vas a decir ¿cómo llegamos aquí en tan poco tiempo si se supone que eran días de distancia?- ahora era yo la exasperada
-es exactamente lo que yo quiero saber, no es como si conociera todo, no soy un sabelotodo como tú crees.
-lo sabía, si puedes leer mi mente, eres… ¡oh por dios! Dime que no has leído todo lo que mi mente dice.
-¿qué parte para ser exacto?- dijo burlándose fingiendo estar avergonzado
-no puedo creer que lo hayas hecho...
-¿pueden comportarse al menos unos minutos? Estamos aquí de una forma que ni los gemelos entienden, y Dóminic ¿cómo hiciste eso en la cueva?- Cristol parecía realmente sorprendido a parte de curioso.
-¿lo de la luz?, no fui yo, fue ella.- me señaló.
-no, ahora no quieras hacerme a mi responsable de tus “milagros”.
-fuiste tú, concentraste un tipo de energía en mí, no sé…
-aguarda, me estás diciendo que ¿que tú fuiste quien me salvó la ocasión pasada de esa cosa?- contesté incrédula a la información que me acababa de enterar.
-¿quién más creías?- respondió prepotentemente
-¡ugh! Ahora te debo un favor ¡maldición!
- No solo a controlar tu poder, también a mantener cerrada esa boca vamos a tener que enseñarte- un hombre alto de complexión ancha, cabello hasta la mitad de la espalda, rojo y lacio, tenía una forma desgarbada, usaba lentes. Así como los gemelos tenía un conjunto completo negro, la diferencia estaba en la gabardina que él utilizaba a comparación de ellos. Tono azul marino con bordados plateados.
Hasta ahora por el calor de la huída no me había dado cuenta que tanto frío hacía hasta que me fijé más en sus vestimentas, estaba helando. Mis pies estaban entumecidos al igual que los dedos de mis manos.