De todas las emociones que había experimentado nunca pensé sentir angustia y emoción al mismo tiempo, no por esa situación, no por lo que estaba haciendo ciertamente. Dóminic tampoco se lo imaginaba. En su cara había sorpresa, emoción, angustia y confusión, parecía que sentíamos lo mismo pero no por que quisiéramos, existía algo más oculto.
Regresando a su propia cabeza por lo que podía imaginar, se levantó, junto con su material y sin pensarlo dos veces salió del salón azotando la puerta, una sorpresa que el cristal se hubiera quedado en su lugar sin retumbar.
Aunque intenté alcanzarlo él tenía ventaja sobre mí, sería la única oportunidad de descubrir algo ya que la próxima vez estarian más alerta de mis acciones.
Entre todo el tumulto de gente lo seguí buscando, no podía evitar esconderme al mismo tiempo para evitar tropezar con alguien que pudiera detener mi avance. Pero no me esperaba que quien me detuviera sería yo misma.
Un grupo de chicas pasaban acosando a otra, bastante descaradamente, una revuelta bastante grande, frente a todas aquellas personas.
Las chicas de la mañana estudiaban en nuestra escuela, nunca había tomado nota de su presencia, me preguntaba de cuantas más había pasado por alto, y el hecho de que les fascinara molestar a las más pequeñas que ella. El abuso era una regla de diversión para aquellos que no tienen en que más entretener su vida, sin embargo las saña con la que la intentaban desquiciar me hacía recapacitar mis palabras.
Sus cuerpos voluptuosos se cernían sobre ella, no solo le decía palabras de desprecio, eran insultos de lástima y devaluación.
No debiste de haber nacido nunca
Eres horrible
¿Cómo te atreves a mostrarte enfrente de alguien?
Su juego estaba llegando lejos, la tomaron entre las 5, la cargaron en la pared y sacaron un rastrillo, lo que me asombró porque de todas las veces que había visto a alguien abusar de otras personas nunca se veía ingenio alguno, siempre eran las mismas bromas. Lo acercaban a su rostro, le pensaban quitar las cejas.
Unos meses antes ni siquiera hubiera volteado a verlas, no era un asunto que me importara, sin embargo sentí ahora la urgencia de ayudar. La mano que sostenía
el rastrillo se acercaba cada vez más, no sé si sí pensaba hacerlo pero no dejaría que lo intentaran. Me acerqué a un punto ciego entre todas ellas y le arrebaté el rastrillo.
Sus rostros mostraban sorpresa, pero al percatarse de quién era se transformó en enojo y rabia. No recuerdo haberles hecho absolutamente nada a ninguna de ellas, pero si las miradas matasen yo habría nacido de nuevo simplemente para que me asesinaran un cuatro veces más.
-¿quién te crees perra? – su vocabulario al menos no me sorprendió, a fin de cuentas son abusonas.
- aunque es una idea muy ingeniosa esta que planeaban hacer, no creo que sea prudente… no te gustaría algún día amanecer sin cejas a ti tampoco ¿no?
-¿me estás amenazando?- realmente parecía que sus ojos resplandecían en rojo de ira y odio, o es que esa persona tenía un alma muy contaminada o que le había hecho algo sin darme cuenta antes. No pensaba echarme para atrás aunque tuviera un motivo para odiarme, desde el momento que le arrebaté el rastrillo sabía que podían existir problemas. La diferencia numérica era algo, es cierto también que lo más probable es que nos les pudiera ganar a todas, ellas había estado entrenando, un punto a su favor, yo respondí automáticamente a cada ataque por la experiencia de años, uno a mi favor, sin embargo aunque pudiese con 2 o 3 maximo ellas eran cinco y todas con entrenamiento. Una ventaja es que de alguna forma eso me permitiría ayudar a esa chica, era mi prioridad por alguna razón. Sacarla de ahí a salvo. Pareció que lo podía lograr, se habían olvidado de ella, todas mostraban el mismo desprecio hacia mí como la que al parecer era la líder, pero había algo extraño, era exactamente el mismo sentimiento que despedían, era como ella intensificada por cuatro. Llegó el punto en que se me olvidó por completo que eran cinco y solo ví una, muy peligroso. No era como Dóminic, él despedía un aura diferente, un sentido más racional, no se dejaba llevar por esos sentimientos primitivos, o era lo que yo pensaba. Recordando había perdido mi oportunidad de seguirlo y arreglarlo todo, me había dejado llevar por lo que sentí en el momento y actúe irracionalmente, tal vez como ellas. Me sentí extraña, algo había intensificado mi valor y tenacidad. Se repitió una y otra vez en mi cabeza “no me echaré para atrás” tenía ganas de pelear, sacar lo que no me era permitido en todas las ocasiones de peligro en las que me había encontrado recientemente. Otra válvula de escape se había abierto en mí, sentí como mis ojos se inundaban de fuerza, cambiaban de color y veía todo en dorado. No había ni un grado de miedo o inseguridad. Ya estaba preparada para dar el primer golpe, para inmovilizar.