Verona

Capítulo 10

La luz del sol bañaba la habitación, su calor había embriagado mi cuerpo y una mano acarició mi cabeza, sus dedos se entrelazaron en mi cabello. Sorprendida abrí los ojos, Dimitri se encontraba a mi lado con una sonrisa deslumbrante, nos encontramos debajo de las sábanas, mi mano dolió de tenerla apretada toda la noche, creí que había perdido el movimiento en mis dedos, hasta que pude deshacer el amarre.

 

-creí que nunca me ibas a devolver la mano, he tenido ganas de ir al baño desde la madrugada, pero tu mano no era la única que se aferraba a mí- el tono de burla de la voz de Dimitri dejaba al descubierto la recuperación exitosa que tuvo, asombroso que la noche anterior se encontró al borde de la muerte.

 

-nadie te detiene ahora- lo golpee con una almohada antes que pudiera seguir diciendo cosas más vergonzosas. Estaba molesta porque era capaz de hacer bromas después de que había estado tan preocupada el día anterior. Me levanté de la cama cuando la mano de Dimitri fue la que aferró la mía y me devolvió a donde estaba.

 

-no me sueltes- su voz temblaba al igual que su cuerpo, cubrió con su brazo su rostro que no me permitió saber a ciencia cierta si estaba llorando o solo haciendo otra broma- que patético. Estoy aterrado de que pueda morir, de que pueda estar como ayer, no quiero quedarme solo- volteó a darme la cara, y esta vez supe que no jugaba, estaba muy asustado.

 

-no voy a dejar que nada pase, no será sencillo dejarte- me acerqué y lo abracé. Su rostro se hundió en mi hombro. Primero era apenas un susurro que pronto se convirtió en llanto vivo.

 

Nunca había escuchado a un hombre llorar, sabía cómo animarlos un poco tal vez, pero no qué hacer cuando derramaban lágrimas. Lo único que hice fue acompañarlo en silencio, encerrarlo en mis brazos, acariciando su espalda y cabeza, dejándole saber que estaba con él. Sus manos se aferraron a mi blusa, sus piernas se juntaron tanto con las mías que dolió, su abdomen se movió con el esfuerzo del llanto. Después de unos minutos se despegó de mi hombro y regresó su rostro hacía el mío.

Nos miramos fijamente a los ojos, mientras la distancia se reducía…

 

-¡Verona!- la puerta se abrió en un instante y la voz de Jackes llegó a mis oídos.

 

-¿Jackes? ¿Qué haces aquí?- quité las sábanas de mi cabeza para encontrarlo con la cara encendida en el marco de la puerta- ahora no comiences, no pasó nada aquí…

 

-lamentablemente llegaste en el momento menos apropiado- Le solté un manotazo a Dimitri mientras me levanté de la cama para dejarlo ver que aun llevaba mi ropa puesta, su rostro encendido fue desapareciendo por una expresión de alivio.

 

Cuando salté de la cama pude darme cuenta de que aquella no era mi habitación, entonces habrá de suponer que era la de Dimitri, y por la forma en la que el sol la bañaba ya era tarde en la mañana. De un empujón quité a Jackes del marco de la puerta, aun seguía muy molesta, y empeoró con su reacción.

 

-así que Jackes los alcanzó- Dóminic pasó a mi lado murmurando. No le presté atención. Que irritante fue soportar su comentario, el que él hubiera mandado a Jackes en el momento preciso era su plan, lo supe con total seguridad, haciendo burla de ello solo lo había confirmado. Por una parte me salvó, no es que el gemelo no me agradara, pero intentaba una relación con Jackes, sería bastante descarado que me metiera con Dimitri.

 

“aunque esto no es de tu incumbencia Dóminic, si vuelves a hacer algo parecido olvidaré el pacto y me lanzaré con todo”.

 

Frustrante, no le pude decir nada más que lo que pensé, nada que provocara una conversación, nada que lo hiciera responder lo que yo quería saber, pero también, como él me dijo la noche anterior solo lo pude ignorar si era lo que buscaba… aunque me doliera.

 

Lo bueno de un fin de semana es que no te tienes que preocupar por la presentación o por el tiempo. Me encerré en mi habitación, no había sido yo quien le permitió pasar a la casa a Jackes, no quien le dio permiso de subir a las habitaciones, así que quien se haría cargo de él sería aquel que le dio la oportunidad, aun si su intensión era visitarme a mí. No lo había perdonado por haberles creído. Tomé un pantalón cualquiera, el primero que encontré, una blusa sencilla de tirantes, una sudadera de las más cómodas, una muda de ropa interior y entre al baño.

 

Me tardé una hora completa, tomé todo mi tiempo para relajarme. Me vestí con mis calmas y cuando me disponía a ponerme a leer y oír un poco de música, escuche tocar la puerta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.