Verona

Capítulo 18

-¿qué es esto?- preguntó Dóminic en la puerta de la estancia, parecía igual o más enojado que Jackes. Esperaba sin duda alguna que pasara sin pedirle permiso a Dóminic, que en realidad fue lo que sucedió, la siguiente acción que estaba previniendo es que con todas sus fuerzas me lanzara contra el sofá. Esperaba poder golpearme la cabeza, o fingirlo al menos para poder evitar tener que discutir el tema que estaba a punto de enfrentar, era cruel para Jackes pero realmente no tenía ganas de discutir con él, menos después de ver su expresión herida por no haberle dicho cuando debía la verdad. Ahora él lo había descubierto. Al menos no había fallado a la palabra que les había dado. 

 

Jackes pasó sorprendentemente firme a la sala de estar. La única iluminación de toda la casa, la luz proveniente de la lámpara que alumbraba el libro que descansaba en las piernas de Cristol. Su cabello aun húmedo barrido de lado sobre su frente, dándole una apariencia misteriosa y elegante. 

 

Sus ojos fueron a caer de mi rostro al de Jackes que lentamente me acomodaba sobre el sofá, “no la escapatoria que esperaba…” la mirada de Cristol se desvió de nosotros para encontrarse con Dóminic. Cerró su libro. Sabía que algo iba a suceder, conocía perfectamente a Dóminic cómo saber que el azul grisáceo de sus ojos eran la mejor señal de carácter de él. La tormenta inevitable. Estaba completamente frita si incluso Cristol parecía que quería esconderse.

 

Dóminic  cruzó la sala para acomodarse en el sillón más alejado de Jackes y aun así se las arregló para parecer imponente. Ví sus ojos fijos en nosotros mientras que yo intentaba distinguir las emociones debajo de su escrutinio. Jackes se había arrodillado enfrente de mí intentando captar mi mirada. La vergüenza coloreo mi rostro. Lo seguía haciendo. Ignorándolo por buscar a Dóminic.

 

-Verona necesitas decirme de una vez por todas qué está pasando.- sinceramente era lo que menos creía que necesitaba hacer a diferencia de salir huyendo lo más lejos posible.

 

-en realidad no sé qué decir Jackes.

 

-dime ¿qué son?- volteo a vernos con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

 

-en palabras simples somos psíquicos.-respondí un poco reacia. Dóminic había leído ya nuestras mentes y si no estaba reaccionando Cristol debió haber entendido que la situación era más complicada de lo que parecía. Jackes se quedó pensándolo bien. No podía dudar de lo que le estaba diciendo pero como la palabra psíquico se ligaba a fanfarrones tenía serios problemas compaginando lo que decía.

 

-entonces ¿qué es lo que puedes hacer? aparte de lanzar rayos y que tus ojos se vuelven dorados.

 

-pues… ahora que parece que no hay secretos...

 

-hay un límite para lo que le puedes decir Verona- Dóminic no iba a ceder un poco de la rigidez y por la postura de Cristol supe que él tampoco.

 

-entonces habla tú Dóminic, ya que yo no podría ser capaz de saber que le puedo o no decir.- respondí sarcásticamente a su mordaz mirada. Él no era más feliz que yo enfrentando a Jackes sin habernos preparado para saber qué le diríamos.

 

- sí que somos psíquicos y por lo que puedo deducir- era más que obvio para nosotros que nos había leído la mente- viste a Verona reaccionando. Así que somos una manera singular de psíquicos que reaccionan diferente. No los charlatanes a los que todos están acostumbrados.

 

-y ¿qué hacen aquí?

 

-esa es otra de las preguntas que no puedo responder. Hasta aquí es lo único que te PODEMOS decir.

 

-¿cuál es la diferencia entonces? Sigo completamente en las sombras, si no me dicen las cosas…

 

-es suficiente Jackes. Te tienes que ir ahora.- se levantó  inmediatamente para poder fulminar a Dóminic desde arriba.

 

-tú no tienes ningún derecho de decirme qué hacer. Ya tuve suficiente de ti.- seguí sin poderme mover bien, lo único que en realidad pude hacer fue tomarle la mano para refrenar abalanzarse sobre Dóminic.

 

No hizo señal de responder a la agresión de Jackes, estaba hurgando en sus pensamientos, se notaba en sus expresiones, desde la seriedad, el enojo y la vergüenza. Más que nada la pena, oculta tras su mano en su rostro. Había sido un golpe bajo para él y sin embargo no solo había sido su única reacción, al final había sido levantado del asiento de un brinco para poder mirar con extrañeza a Jackes, era como si estuviera viéndolo como nosotros, solo que lo tomó como la afrenta que intentaba provocar desde que había llegado.




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