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Capítulo 11: She is a Boss in a Man's World

Meredy

Alrededor de las diez de la noche recibo una visita esperada. Mis padres no alcanzan a protestarlo porque están sumergidos en la cena con sus abogados, el nuevo Hotel de la isla de Vancouver no ha tenido una buena administración en su construcción, y debido a un descuido por parte del ingeniero a cargo en la compra de materiales hubo un accidente que cobró varios trabajadores heridos.

A pesar de que mis padres se encargarán de los gastos médicos junto al respaldo de la familia Blake, las demandas de la agencia obrera no tardaron en llegar. Queriendo asegurar una ganancia justa a las víctimas del accidente, lo cual es entendible pero ha causado tanta polémica en las reformas de las leyes laborales que se está considerando cancelar la construcción de este nuevo hotel y mis padres, ni sus audaces abogados están dispuestos a ceder tan fácilmente uno de sus mejores proyectos.

Así que cuando invito a Nathaniel Callwer a tomar un refrigerio en el jardín principal nadie nos interrumpe exigiendo explicaciones sobre el desconocido frecuentando tan tarde a la hija de los Thomson. Nos sentamos en las sillas cercanas a la piscina rectangular, la cual expulsa vapor durante las noches para mantener el agua templada a pesar del clima frío de Prado Alto.

—¿Te encuentras bien? Hoy fue un día sumamente cargado considerando que casi estuvimos atrapados en un incendio.—inquiere inclinándose hacia adelante para observar mi rostro.

Asiento evitando opinar abiertamente de ese tema. Sinceramente estoy preocupada por la aparición de Victor Dasher, es increíble que pudiera escaparse del psiquiátrico y fijarse la meta de atormentar a Calhelia una vez más, eso traerá grandes repercusiones en mi amiga. Probablemente recurra a medicarse con mayor frecuencia para poder controlarse, me gustaría estar acompañándola en estos momentos.

El impedimento es que mis movimientos están siendo monitoreados por la prensa, desean que los guíe directo a la heredera Blake gracias a nuestras conexiones durante nuestra infancia, dejándome en una situación incómoda en la que debo velar por su bienestar a la distancia, al igual que nuestros demás amigos. Estos son detalles imposibles de compartir con alguien recién llegado como Nathaniel.

—¿Podemos hablar directamente de lo que tenemos pendiente?—pido queriendo acelerar el transcurso de esta reunión, siento ansiedad desde nuestro encuentro en la cafetería, no pudimos concretar los detalles por la interrupción de la alarma de incendios.

Él se queda pensativo unos segundos, luego saca el celular del bolsillo de sus pantalones azules, combinados con una polera gris. Se quita los guantes de motociclista obteniendo mayor agilidad, recuerdo que me parece haberlo visto aparcar una moto azul eléctrico en la entrada, asumo que forma parte de sus preferencias.

—Esta es la jugada que podemos hacer para asegurar tu elección como presidenta.—me enseña la pantalla de su teléfono, en ella aparecen varios nombres y rostros pertenecientes a los estudiantes de nuestra preparatoria.

Mi expresión refleja obvia confusión.—¿Qué es todo esto?

—He recabado información de los estudiantes más influyentes de Daymond Parks, y también de las familias que aportan significativamente al presupuesto de los eventos escolares.—explica corriendo su silla más cerca de la mía para poder enseñarme mejor su investigación, nuestros hombros se tocan sutilmente.

—Comprendo, ¿De qué sirve…?—mi mente todavía no conecta la razón.

Nathaniel sonríe como si pensara que mi desconcierto es divertido. Me obligo a retomar mi semblante serio prefiriendo no dejarle puntos débiles.

—Si exhibimos a los padres de estos chicos el comportamiento que han tenido durante las anteriores elecciones presidenciales y los convencemos de que la opción más beneficiosa para el futuro de sus hijos eres tú, impartiendo una campaña presidencial prometedora. Tendremos las elección más que ganada, ¿entiendes?—concluye completamente convencido.

—¿Hablas de manipular a los votantes empleando la influencia de sus padres sobre ellos?—pregunto sorprendida.—¿Cómo estás tan seguro de que funcionará?

Encoje los hombros.

—Me gustan las apuestas seguras, esta es una de ellas. Gran parte de los estudiantes dependen del sustento y reputación de sus familias, si los exponemos no tendrán más opción que bajarle treinta revoluciones a sus deseos de hacer la preparatoria un antro de fiestas y pocos exámenes como propone su actual presidente Dominick Harly.—prueba su taza de té disfrutando el sabor dulzón.

—¿Se puede saber de dónde obtuviste esta información?—inquiero dudosa de su honestidad.

—Es sencillo cuando las personas quieren ser notadas muestran más de lo que creen.—dice confiado.—Esto me tomó alrededor de una semana.

Empiezo a preguntarme cuanto tiempo le tomaría descifrarme a mí también.

—¿Y no te parece de doble moral manipular a los demás? No quiero convertirme en Presidenta sin merecerlo.—entrelazo mis dedos sobre la mesa.

Su risa inunda mis oídos, no es escandalosa, y se basa en un sonido interrumpido por pequeñas respiraciones.

—¿De verdad no crees estar calificada? Tu discurso fue capaz de conmover a la mayoría, incluso el Director piensa que eres increíble. Tienes todo para ganar, a pesar de la onda rebelde de Brenda Robín, serás capaz de guiarlos y cumplir tus propuestas.—habla queriendo disipar mis dudas.—Mi plan es un pequeño empujón solamente.




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