El frió me abraza en la noche
Sus gélidos brazos intentan sofocarme.
Huyendo de casa,
sin saber a donde ir.
Solo me aferro con fuerza.
Mis ojos,
que entre lágrimas y pensamientos
nublan mi vista,
Y lo que era césped,
ya no lo es.
Y lo que es noche,
Tal vez nunca existió.
tan solo la luz de algunos coches
que pasan frente al parque,
Y la luna, iluminan mis pasos.
Mi persona.
Mi existencia en carnes y trozos de tela que alguien un día convirtió en ropa.
Mis mejillas se entumecen
con la helada brisa que seca mis lagrimas.
Mis pies se mueven inquietos y
El deseo de no sentir invade mi mente.
No el frío, sino el dolor
No el miedo, sino la pérdida.
La costumbre no me ha hecho fuerte,
maldito dicho incoherente.
Tan solo me hizo una persona más frágil.
Más vulnerable, más emocional y más fatalista.
Que vive con el deseo de un día ya no existir,
No ocupar, no incomodar y
no sentirse un fracaso o un número.
Un trozo podrido.
Que comprende una masa de carne errante
que surca los caminos en noches heladas,
buscando un abrazo.