Sofocante.
Los vapores del infierno
Bien podrían asemejarse a la humedad del día.
Los aullidos de las almas,
Como los silencios en vida.
Vida, ¡Que vida!.
Caminamos como hormigas
Sumamente organizadas, en fila, marchamos.
Pero carecemos de propósito.
Que maldición aquella!
De quién encuentre el suyo.
Pues su casa arderá en llamas
Que jamás se extinguirán.
Bendito, si consigue acostumbrarse
a convivir con las entrañas y las flores.
Pero son pocos los casos, me temo.
Pues se sabe más de aquellos que gritan fuego
Mientras ven toda su vida,
La casa incendiarse.