El paso de los años solo hizo que el vacío creciera y se expandiera como un hoyo negro llegando a mi corazón, causando con su paso una hemorragia que me hacía sentir que no valía la pena luchar por salvarme, mi cuerpo agonizaba entre las sábanas de mi cama mojada con las lágrimas de sangre que me absorbían. Un sin fin de pensamientos pasaban por mi cabeza en ese instante de agonía, mis pulmones trabajaban a toda velocidad mientras mi corazón se rendía, no quería aceptar que había perdido la batalla contra mí, me dolía admitir que mi mente había ganado, pero, ese sonido como de un tambor había anunciado el deceso de un guerrero y de paso mi rendición.