Hubo un tiempo en que callé mi voz,
me volvió eco de otros deseos,
silencio en medio de la multitud.
Quería encajar en moldes,
ser aquello que esperaban de mí,
aunque eso significara olvidarme.
Pero el silencio se volvió insoportable,
un peso que cargaba en mis hombros,
y comprendí que no había libertad
si no me aceptaba en mi totalidad,
si no dejaba de esconderme.
Hoy alzo mi voz,
el dejo florecer sin miedo,
porque es mía,
porque me pertenece,
porque en su honestidad hallo mi paz.
Soy una tormenta que se libera,
una canción que encuentra su melodía,
y ya no busco caber en moldes ajenos.
He roto mis propias cadenas,
y en cada palabra que me regalo,
en cada verso que es solo mío,
me libero y me reconozco.
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Editado: 08.12.2024