Caí tantas veces que olvidé el suelo,
me perdí en caminos sin rumbo,
confié en voces que nunca me vieron,
y llegué a creer que mi valor
estaba en manos de aquellos
que no supieron sostenerme.
Pero como el fénix que renace,
me levanté de mis propias cenizas,
poco a poco reconstruí mis alas,
fui juntando cada fragmento perdido
de quien siempre fui en el fondo.
Hoy vuelo sin temor al viento,
sin miedo a las tormentas,
porque mi fuerza viene de adentro,
de esa voluntad férrea
que me hizo regresar a mí.
No soy la misma que fue herida,
no soy la misma que cayó, él
renacido en el amor propio,
y en este renacer encontró
la paz que buscaba en otros.
Soy mi propia redención,
mi propia fuerza en el abismo,
y en cada paso que doy hacia adelante
me elijo a mí, siempre.
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Editado: 08.12.2024