No soy un lienzo en blanco,
ni quiero serlo.
Llevo en mi piel las marcas del tiempo,
los trazos de errores y aprendizajes,
los colores de amores que se quedaron
y de otros que se fueron.
Soy un cuadro en constante creación,
un caos de pinceladas que no siempre encajan,
pero que juntas cuentan una historia.
La mía.
Aprendí a amar las imperfecciones,
a aceptar que no todos entenderán mi arte,
pero que eso no lo hace menos valioso.
Soy mi obra maestra,
no porque sea perfecta,
sino porque es única,
porque es mía.
Cada día añadió un trazo más,
un color nuevo,
una sombra que da profundidad.
Y aunque nunca estará terminado,
sé que siempre será hermoso,
porque estoy aprendiendo a amarme
tal como soy.
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Editado: 08.12.2024