Mis cicatrices no son cadenas,
son medallas.
Cada una cuenta una historia,
un momento en que me enfrenté
a la vida y sobreviví.
La del brazo me recuerda
aquella caída que creí mortal,
pero que me enseñó a levantarme.
La del corazón no se ve,
pero la siento cada vez que cierra los ojos.
Es la marca de un amor que no fue,
pero que me mostró cómo amarme a mí misma.
No escondo mis cicatrices,
porque son testigos
de lo que he vivido,
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Editado: 08.12.2024