Verum Falsum

Capitulo 2. Adolescencia dura y tupida

Capitulo 2. Adolescencia dura y tupida

 

 

 

 

El sol casi se ocultaba cuando los amigos de Ryu lo encontraron ayudando a una chica que no conocían a mantenerse en pie sobre los patines. Estaban dentro del área de patinaje para principiantes y por lo que podían observar la joven chica era bastante patosa para el gusto de su amigo, pensaban ellos.

     Emi alcanzó a distinguir a Cho junto a la baranda, entonces entendieron que quizá la chica junto a Ryu era amiga de Cho. Y descartaron la idea de que su buen amigo hubiera resultado ser un coqueto de primera.

     ― ¡Ryu! ―lo llamó Omer.

     El aludido los localizo rápidamente y ayudando a Yuzu a detenerse en la baranda donde estaba Cho, se dirigió rápidamente a sus amigos.

     ― Disculpa que interrumpamos tu momento en que intentas impresionar a Cho con tus habilidades de patinaje ―empezó Eduer―. Pero ya es tarde. No nos culpes si tus padres te castigan.

     ― Lo sé, lo sé ―no había mucho que pudiera discutir, sólo agregar que su madre esta vez lo amanezco con un localizador subcutáneo―. Denme un momento.

     Desganado volvió junto a las chicas. La sonrisa con que Cho lo recibió le sacudió las entrañas.

     ― Lo siento, chicas. Debo irme.

     ― Pero apenas estoy aprendiendo a mantener el equilibrio ―alegó Yuzu, soldándose y regresando a la baranda rápidamente.

     ― Vas muy bien ―elogio él el avance que había tenido en un par de horas (sin contar las primeras seis caídas).

     ― Ya es muy tarde ―comentó Cho quedito, al tiempo que recibió un mensaje y al que dio una muy corta respuesta―. Discúlpanos por retenerte tanto tiempo, Ryu ―se disculpaba ella con una gran sonrisa e inclinándose en una pequeña reverencia que dejo tanto a Ryu como a Yuzu desubicados.

     ― No, no. Descuida, me divertí mucho ―nuevamente se rasco la nuca, sin saber cómo reaccionar―. Podríamos vernos pronto. Me refiero a fuera de Ecom, y con más tiempo. Cuando no tengamos algo que hacer.

     Cho se mordió los labios al tiempo que bajaba la mirada.

     ― Si, sería agradable.

 

 

Se despidió de sus amigos en la esquina que llevaba a su casa. Iba encantado con la idea de volver a verse con Cho, en lo que esperaba fuera una verdadera cita, o tan siquiera una salida menos concurrida.

     Poco le duro el gusto pues apenas iba llegando al terreno de su casa cuando su muñeca empezó a vibrar, su propio MicroCom estaba sonando sonado con el tono que exclusivamente había elegido para su madre después de la hora en que, se supone, debía estar en casa. El resto del tiempo era un tono bastante más bonito.

     Sacudió la muñeca y se llevó discretamente el dedo índice al odio

     ― Ya estoy llegando…

     ― ¡¿Dónde estás?

     ― Te digo que estoy casi en la puerta… ¿hola?

     Colgó. Definitivamente estaba molesta.

     Entró usando sus llaves, y lo primero que vio fue a su madre frete a la puerta, todavía con su traje de Tlalli y las manos en la cintura. Su rostro estaba surcado en líneas de expresión poco amigables. Quiso divisar a su padre, pero este, aunque menos acentuado, también se veía molesto.

     ― No es tan tarde…

     ― Espera a que tu madre te habla, Ryu.

     Sabía que una vez que su padre decía eso, era porque nada bueno se venía. Ya se podía imaginar amarrado a una mesa quirúrgica mientras sus propios padres le metían un NanoChip bajo la piel.

     Su madre le señaló el sillón frente a la puerta. Apenas se acercó al mueble cuando dio un salto de sorpresa pues Larisa había, literalmente, azotado la puerta al cerrarla.

     Su padre no volvió a decir nada, empero, prefirió no tentar a su suerte; de pequeño su padre no dudaba en darle de nalgadas, y mucho se temía que el hombre no tendría reparo en tomar al chico de 15, casi 16 años y colocarlo en sus piernas para darle un par nuevamente.



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En el texto hay: drama

Editado: 04.09.2018

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