N/A: No se trata de publicidad a TENEBRAE, es sólo que coinciden por la ubicación geográfica y por la cuestión del Crimetal.
____________________________________________________________________________________________
Capítulo 3. Sen Sen No Sen
Como una broma, cruel y prolongada, la semana de San Valentín se le escurrió a un sediento Ryu como agua entre los dedos.
Todos los días se la pasó metido en el auto de sus padres, hacia la primera y última campana de clases. Cada día se dieron el tiempo para llevarlo a la escuela y traerlo a clases, cada día, como tenía prácticamente una década de no ocurrir.
Inclusive planeo pedir al Sensei permiso para ir a saludar a Cho ―claro que no especificando el motivo―, ya ni pensar en buscarle algún obsequio. Su plan fracaso antes de siquiera consolidarse cuando les comunicaron que las clases de Kendo de esa semana estarían canceladas. La única respuesta que obtuvo al cuestionar la repentina cancelación fue que los Senseis tendrían una reunión de último minuto.
Le pesó duramente no poder sacar algo de frustración con la espada de bambú, no que Ryu fuera un chico violento, en contadas ocasiones quizá si impulsivo, pero apenas lo normal para un adolescente cuyos padres eran igual de viscerales.
No se hicieron esperar las protestas de sus amigos por desperdiciar toda una semana sin realizar ningún avance con la linda chica de Ecom, a lo que él prefirió no argumentar nada pues en las pocas llamadas que su madre le permitió recibir de los chicos ―quienes mintieron con descaro alegando que era por la tarea de investigación ― estos tuvieron la misma cantaleta, como si ninguno fuera capaz de recordar que estaba castigado. Y no intentado volverse un ermitaño o algo parecido.
Aunque de algún modo el mismo Ryu no recordaba o había elegido no recordar la razón de dicho exagerado castigo.
― Bueno, ¿entonces vamos a agregar la Guerra Owari a los antecedentes de la Veta en Mizu? ―preguntaba Emi, ya cansada de los dramas románticos de sus amigos.
― ¡Emi! ¡No podemos ignorar la situación de Ryu! ―chilló Eduer casi ofendido por el cambio de tema radical que Emi sugería e ignorando la opinión del aludido―. ¿No ves que su futuro está en riesgo? Cho es una chica preciosa, si no aparece frente a ella con un ramo de rosas y serenata seguro que se olvida de él, y… ¡Auch!
La única chica del grupo acaba de darle un golpe con su propio cuaderno en el hombro. Iniciando un nuevo alegato entre ellos, siendo olímpicamente ignorados por Omer que hojeaba un volumen de la historia minera de Svetl´da que acaba de traer consigo.
Ryu también pasaba las hojas del libro en que se relataba la historia de Mizu. Mentiría si decía que no le pesaban las palabras de Eduer, no era como su estuviera perdidamente enamorado de Cho, pero se le encogía el estómago al imaginar a la chica decepcionada por su falta de interés, que no eran otra cosa más que las muy oportunas (nótese el sarcasmo) intervención de sus padres de esa semana.
Haciendo oídos sordos a la gritería que montaban sus amigos ―que aún no eran expulsado de la biblioteca porque el bibliotecario no estaba y los pocos alumnos que por ahí estaban no parecían interesarte en ellos―; Ryu retomó su lectura de la fundación de la Nación Hermana Mayor: Mizu.
En realidad no variaba mucho de la propia historia de Citlallan, y poniéndose técnico, tampoco del resto de Las Nueve.
Las Nueve Naciones Hermanas fueron fundadas por los herederos del Rey Temple. Cada Temple Fundador poseía sus propias características e ideologías, mismas que heredaron a sus Naciones. En el caso de Citlallan era la innovación. La curiosidad nata de los Citlallanes, al grado de llevarlo a buscar el avance constante e implacable, pero que se quedaba corto al ser comparado con el voraz deseo de superar todo obstáculo de Mizu. Ya fuesen amigos o enemigos.
Mizu era una Nación Militar, con un orgullo tan grande como su poder bélico. Los Mizunes solían ser personas de gran fuerza tanto física como mental, especialmente Los Académicos; estudiantes selectos que asistían a las Academias Militares y quienes en el área de la tecnología comenzaban a tomar terreno del hasta ahora campo exclusivo de Citlallan y Svetl´da ―estos usualmente punta de lanza en cuestión e innovación tecnológica―. Y probablemente lo único que detenía el insaciable avance de Mizu fuese su actualmente estado de conflicto. Los Mizunes se encontraban en medio de una guerra contra una pequeña nación de Tierras Bajas llamada Mictlan.