Vete Al Diablo

1.

Caminaba, como de costumbre, por los largos pasillos atestados de gente estirada que miraba por encima de los hombros a los que no llevaban lo ultimo en moda. Claro que a mi no me afectaba. Tenía los libros que debía de usar ese día en brazos, cuidando de no dejarlos caer, y mi típica expresión de "me vale mierda el mundo" me acompañaba. Varias personas me miraban y murmuraban algo después, pero yo sólo los asesinaba con la mirada. 

Llegué a mi locked, el cual estaba decorado con pintura negra y una calavera dibujada por mí misma con pintura blanca, saqué de él un par de libros que también necesitaba junto con un bolígrafo negro y otro púrpura, para retomar mi camino. Cerré con fuerza el locked, exaltando a las personas que habían a mi alrededor y que por alguna desconocida razón se habían quedado calladas de repente.

  — Valla, valla. Pero miren a quién tenemos aqu- no la dejé continuar, pues en un impulso pegué mi puño contra el casillero, asustándole.  

  — Mira, mierda andante, vete al carajo y así evitaremos que ese rostro tuyo lleno de cirugías se destruya con mi puño en tu nariz, ¿quieres?. -amenacé, mirándola con una sonrisa sádica y llena de odio, detallando con deleite el cómo se tensaba y luego se daba la vuelta, sacudiendo su melena lacia negra y larga. Sus amigas la siguieron, moviendo con gracia sus caderas. Y luego las perdí de vista.

Un nuevo silencio, como entre divertido, tenso e incomodo, se formó en el lugar . Un tic nervioso atacó mi ceja derecha. Posé mi vista en los de mi alrededor, a lo que se tensaron.

  — ¿Acaso se les ha perdido algo?. -dije en tono sombrío, apretando tanto mi mandíbula que hasta creí que se quebraría.

Y, como por arte de magia, dejaron de prestarme atención para volver a sus conversaciones antes de yo llegar. Giré sobre mis talones, tomando camino rumbo al aula de química, una de las peores materias que pueden llegar a existir. Aun no sé para qué demonios necesito estudiar eso cuando solo estoy interesada en el diseño gráfico.

En fin, llegué al salón, confiada de que estaría sola al menos hasta que llegara la maestra. Pero, para mi fortuna, el guapo de Iol Becket sentado en su típico asiento justo en frente de donde yo lo hacia, yo estoy de ultima, contigua a la ventana, donde puedo verle en sus días de entrenamiento. Por desgracia, hoy no es uno de esos días. 

En un momento, mientras yo pasaba por su lado, nuestras miradas se conectaron, por breves segundos. Inmediatamente aparté la mirada, nerviosa, y me senté en mi lugar. Saqué los audífonos y mi celular, y el reproductor automático pasó My Demons de Starset. Cerré los ojos, intentando relajarme, pero el sonido de una risilla ya bastante conocida por mí me sacó de mi ensoñación musical. Abrí los ojos, fastidiada, y me topé con la peor vista de todas: Camile, la animadora de reputación que no quiero nombrar, acababa de sentarse en las piernas de Iol, el Adonis no correspondido.

Camile me miraba con burla, con superioridad. Y es que, para ser honestos, esa... mujer y yo fuimos buenas amigas en la secundaria, hasta que su padre se casó con una mujer hermosa y adinerada. ¿Qué? ¿Acaso las mujeres son las únicas que pueden ganar reputación de interesadas y los hombres no? Pues no. 

Los atributos de la chica esa se restregaban descaradamente en el cuerpo prohibido, incluso se besaron, haciendo sonidos húmedos. ¡Y ella gimió!, osea, ¿que clase de persona hace eso?.

En fin, no es necesario decir cómo me sentía en ese momento. Pero por si a alguien no le queda claro: sentía unas horribles ganas de vomitar, gritar hasta que mi garganta se desgarrase, llorar hasta crear mi propio mar, y golpear hasta la muerte a Camile. 

Decidí que era suficiente tortura por hoy, así que decidí subir todo el volumen a mi celular y a mis audífonos, para ignorarlos olímpicamente mientras intentaba estúpidamente contener las ganas terribles que tenía de llorar. Cerré con fuerza mis ojos, y luego los volví a abrir, vi a alguien entrar e incomodarse por los extraños y obscenos sonidos y movimientos de esos dos, pero eso no le dio importancia y caminó hasta su asiento: contiguo a mi. 

Hicimos un distintivo movimiento de cabeza y un movimiento raro de manos que sólo él y yo sabíamos entender, reímos amargamente y volvimos la vista a... cualquier lugar que no involucrara a esos dos puercos. Lo cierto es que el chico lindo de al lado, no tanto como el Adonis cabe aclarar, es mi amigo de infancia, y él está perdidamente enamorado de la chica que se está comiendo vivo a Iol. Pobre chico, ha sufrido tanto por una mujer que enserio, aunque le des mas dinero del que ahora tiene, nunca valdrá la pena. Es un caso perdido.

Mis ojos recorrieron con la vista todo el salón, el cual ya estaba casi lleno, pero todos parecian mas que asqueados por la escenita de esos dos. Cansada de verlos, especialmente a Camile, carraspeé lo mas fuerte posible para hacerme notar. Efectivamente, dejaron de besarse como si fuese el fin del mundo, y me observaron con interrogación. Bufé, molesta, y tomé una gran bocanada de aire, como intentando calmar un fénix que negaba extinguirse.




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