Vete Al Diablo

5.

Arranqué, pero justo cuando estaba por salir, Joan se interpuso. Por lo que me vi obligada a frenar de lleno, levantando la llanta trasera de mi bebé.

  — ¡¡Quítate, niño!!— ordené con voz firme. 

  — ¡¡Entonces escúchame primero!!— gritó en respuesta.

Bufé, irritada. ¿Cómo es posible que luego de tanto tiempo quiera arreglar las cosas? Por mí se puede joder. Ya mucho me ha costado intentar re-hacer mi vida, o menos del 5% cuando menos. No permitiré que él, quien ya me ha dado la espalda una vez, vuelva a mi lado así como así.

Pero entonces una idea surcó mi mente. Intenté reprimir una sonrisa maliciosa, y puse mi mejor mirada indiferente, mientras nos mojábamos aún más.— Bien— accedí, él relajó sus músculos y me sonrió, aliviado. Jah, no sabe.— Mugroso, no pienso bajarme, así que ven...— él asintió, ilusionado.

Pobre crío.

Cuando ya estuvo lo suficientemente cerca, aceleré a fondo y salí del lugar, dejando a Joan atónito y desilusionado.

...Es irónico, ¿no?. No me malentiendan. Yo a ese enano lo amo. Es mi hermanito menor y siempre lo será. Pero si lo acepto de nuevo, es posible que afecte mi vida de nuevo. 

Y no, gracias.

Como supuse desde que lo vi y sentí esa asquerosa opresión en el pecho, nuevas lágrimas no tardaron en aparecer, comenzando a caer, camuflándose con las gotas de lluvia que golpeaban con fuerza contra mi rostro.

No sé si lo recuerdes, hermano. Pero te lo dije ese día: negaré todo lazo que tenga con lo que algún día fue mi familia...

[...]

Guardé la moto en el mismo lugar de siempre. El viejo me ofreció un paraguas, pero lo rechacé de la forma más dulce y amable que pude.

Caminé hasta mi apartamento, con mis manos hundidas en los emparamados bolsillos de mi chaqueta, llorando... creo que me voy a terminar deshidratando...

Recibía miradas sorprendidas de los transeúntes que sí llevaban sombrilla, pero poco me importaba. Llegué, abrí la puerta y entré. Sentía los ojos pesados, y con tan sólo recordar lo de hace momento las ganas de llorar vuelven.

Duele. Duele mucho...

Poco a poco me deshice de la estorbosa ropa mojada, dejándola tirada por la sala, en un rastro de ropa y pequeños charcos, hasta quedar sólo en ropa interior.

Iba rumbo a mi habitación, pero el timbre me interrumpió. Gruñí. ¿Quién demonios podría ser en medio de éste torrencial?. Contesté con un simple "ya voy", y retomé mi camino. Me puse una camisa holgada unas tallas más grande que lo normal y fui a abrir.

  — ¿Qué quieres?— pregunté con brusquedad al adonis mio pero que no lo sabe. 

Él abrió sus ojos, sorprendido por mi actitud. Jah, qué crío más tierno.  Pero, aún así, me pegué una cachetada mental por pendeja. Y así lo quiero para mí. Qué idiota.

  — Yo... eh...— titubeó, intentando mirarme a los ojos.

Reí internamente, pues la camisa que llevaba puesta a duras penas cubría mi intimidad, mientras que revelaba un poco más de lo normal mis pechos. Para ser sincera, no me considero ni plana ni voluptuosa. Tengo un bueno pecho, eso es todo.

Sonreí con picardía.— ¿Te gusta lo que ves, chico?

Él pasó saliva y carraspeó, volviendo su vista a mis ojos.— Te... te vi llegar toda mojada y con los ojos rojos e hinchados... y me preocupé...— confesó, haciendo un gran esfuerzo por no desviar sus ojos grises de los míos.

Me apoyé en el marco de la puerta y crucé mis brazos, haciendo resaltar más mis pechos. Lo sé, es un acto desagradable pero... digamos que en estos momentos no tengo vergüenza alguna.

  — Gracias por tu preocupación, hermano.— agradecí en modo hippie. Diablos, ¿porqué son tan pendeja?.— ¿Quieres pasar?— le pregunté con una media sonrisa implantada en mi rostro, haciéndome a un lado.

Él asintió con dificultad y entró. La ropa mojada aún seguía desparramada por ahí, pero eso no parecía importarle mucho.

De hecho, ni a mi me importaba.

Se adentró en la sala y se sentó en el sillón familiar— Lindo... apartamento.— dijo, pasando su vista por mi ropa tirada, que no estaba dispuesta a recoger aún, y por los pequeños porta-retratos. Yo sólo asentí, recargando mi cuerpo en el mesón de la cocina que daba una buena vista a la sala.— ¿Eres tú?— preguntó, tomando una fotografía que había en la pequeña mesita.

En ella estaba yo con... lo que solía ser mi familia.— Si.— contesté, tajante, mientras le veía detallar mi foto.

  — ¿Porqué no vives con ellos?— preguntó como un niño curioso en un acuario, por lo que, inevitablemente, me incomodé.

  — Cosas de la vida...— me encogí de hombros, desinteresada.— ¿Quieres algo de tomar?— evadí rápidamente.

  — Si no es mucha molestia— contestó, sonriendo con ternura. E inevitablemente pensé en la escena del chavo del ocho, cuando doña florinda le ofrece al señor jirafales tomar "una tacita de café". Reí, le devolví el gesto y entré a la cocina, con la mirada del adonis puesta en mí.

¿Cómo es posible que alguien te guste tanto?. Aún sabiendo toda la mierda que hace con tantas mujeres... sigo con ésta estúpida esperanza de que algún día se fije en mí...

Tsk, qué tontería.

Estaba entretenida, viendo el chocolate calentarse, hasta que un recuerdo desagradable invadió mi mente cual vil asesino.

º• Flash Back •º

Estábamos discutiendo, mis padres y yo, aún no recuerdo de qué o porqué. Pero sí sé que estaban muy cabreados. Por mi culpa.

Papá no veía por dónde iba, y mi mamá estaba muy ocupada regañandome como para prestar atención al camino.

Íbamos por una curva cerrada, cuando de repente, papá gritó, mamá igual y yo... bueno, yo sólo sé que estaba en shock, viendo todo en una terrible cámara lenta. Hasta que sentí un horrible estruendo. Y luego, el dolor más intenso que jamás en la vida había sentido en la columna. También sentí cómo mi cerebro y mis entrañas rebotaban.

Dábamos vueltas sin parar, rebotábamos, gritábamos... hasta que no se escuchó nada más. Sólo mis quejidos. Veía todo borroso. Pero sólo dos personas pasaban por mi mente: mis padres. Como pude, miré hacia el frente. Y los vi. Ensangrentados, con los ojos cerrados y una expresión de dolor, con sus manos entrelazadas. Recé. Rogué porque sólo fuese un mal sueño. Una terrible pesadilla. Y que luego iba a despertar en mi cama, con mi hermano jodiendo para que me despertara... pero eso no pasó.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.