Vi el final desde el principio

VIII. Si ella está con él... Entonces

El silencio en el departamento era espeso como el humo de algo que no terminó de quemarse.
Rhys se acercó a la cocina y sirvió dos tazas de café. Lía estaba sentada en el borde del sofá, revisando su celular. No lo miraba.

—¿Todo bien? (preguntó él, intentando sonar casual).
—Sí (respondió sin levantar la vista).

Él dejó la taza en la mesa, frente a ella.

—No parece.
—No importa cómo parezca (dijo, casi en un susurro).

La tensión era densa. Rhys se sentó a su lado, pero Lía se acomodó, alejándose por milímetros que pesaban como kilómetros.

—¿Te pasa algo o hice algo? (Insistió).
—A veces siento que no quieres que te conozca del todo.

Esa frase se le incrustó como una astilla.
Rhys parpadeó lento, como si intentara quitarse una mota de polvo que no estaba en los ojos, sino más adentro.

—No es eso (dijo).
—¿Entonces qué? ¿Por qué hay una parte tuya que siempre parece... no estar? Como si tu mente escapara cuando más te necesito aquí.

Él no respondió. El silencio era una confesión.

—Quizás me equivoqué (añadió ella, levantándose). —Creí que estábamos intentando algo.

—Lo estamos (dijo Rhys, apenas audible).

Pero Lía ya iba hacia la puerta. Antes de salir, se detuvo.

—Hoy en la tarde iré a caminar... Sabes dónde encontrarme.

Unas horas más tardes Rhys no sabía por qué había ido al parque. Tal vez por curiosidad, tal vez por culpa. O tal vez por algo más oscuro que no quería nombrar.

El sol caía entre los árboles y el viento arrastraba hojas secas.
Caminó por los senderos de grava hasta ver la banca donde una vez se sentaron. Allí no estaba Lía.

La vio a lo lejos, de pie, junto a un hombre.
Su rostro se endureció al reconocerlo.

El padre de Emily.

Rhys se escondió detrás de un árbol, los observó.
Lía sonreía. El hombre le hablaba, serio, pero sin agresividad.

Demasiado cerca.
Demasiado cómodos.
Demasiado extraño.

Una punzada le cruzó el pecho.

No puede ser casualidad…
¿Qué hace Lía hablando con él?

Pero no se movió. No podía.
Solo observó… hasta que sintió que el mundo le temblaba.

FLASHBACK

Gritos.
No de dolor, sino de rabia.

—¡Te vi! (gritó Asher). ¡Vi cómo Emily saltaba y tú no hiciste nada! ¡Nada, Rhys!

—¡¿Y qué querías que hiciera?! ¡Estaba paralizado, ¡Joder! ¡Asustado!
—¡¿Asustado?! ¡¿En serio?! ¡Ella estaba sola y tú la dejaste!

Rhys se le acercó, temblando de ira.

—¡¿Y tú?! ¡Tú también la viste! ¿Por qué no corriste a detenerla?!
—¡Porque un auto apareció detrás de mí! (bramó Asher). ¡Y adivina quién era...! ¡Su padre!

Silencio.

—Me vio. Me vio parado allí. Y ahora... va a pensar que yo la maté.

Ambos se quedaron jadeando.
Ambos sabían que no era del todo mentira.

—Ella no necesitaba un testigo, Rhys. Necesitaba un salvavidas. Y ninguno de nosotros fue.

Y en ese momento... todo se rompió.

Presente

Rhys apretó los dientes, aún oculto.
Lía rió por algo que el padre de Emily le dijo.
Él asintió, con una mano en el bolsillo y la otra gesticulando suavemente.
No parecía una amenaza. Pero tampoco parecía alguien inocente.

¿Qué está haciendo ella con él?
¿Qué están tramando...?

Rhys retrocedió, se giró y se fue.

No corrió. Pero tampoco caminó.
Su cuerpo se movía por inercia.

Y mientras se alejaba del parque, sin mirar atrás, una idea lo atravesó como una flecha:

“Si ella está con él... entonces nunca la conocí.”




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