Ya nada será igual
No voy a olvidar jamás cuando me entere quien era ¨ el ¨ rival.
- ¿cómo?
- Sí, él rival. Todo se tapó muy bien, ya que el escándalo hubiera sido terrible para Amelia. Ramiro no la dejo por otra, sino por ese joven apuesto con cara de inocente. Y para mí fue horrible tener que decirle la verdad.
- ¿vos se lo dijiste?
Si, conociendo a Amelia, como yo la conozco, llegamos a la conclusión que era la más indicada.
- Y, ¿cómo reacciono?
- De la peor manera. Se sentó en un rincón del living y no pronunció ni una palabra. Lloraba en silencio. Yo esperaba que gritará, que maldijera, pero nada de eso ocurrió.
- ¡qué horror!, pobre Amelia. Ahora comprendo en parte. Pero sigo sin entender porque sigue hablando de él como si aún existiera en su vida.
- Bueno, es que ella, jamás acepto la realidad, para ella, Ramiro aún vive allí junto a ella. Cocina para Ramiro, arregla la casa para Ramiro, viaja con
Ramiro.
- Digamos que está loca.
- No, eso no, yo la lleve a un psiquiatra, que después de varias entrevistas, me dijo que Amelia era una persona normal, que el shock provocado por la situación vivida había bloqueado su mente temporalmente, pero que con el tiempo lograría superarlo y que debíamos esperar que aceptara su nueva forma de vida. Pero esto jamás ocurrió. Cada día que pasa se agrava más. La crisis sufrida días pasados, fue motivada por una noticia que leyó en el diario.
- ¿Algo sobre Ramiro?
- Sí. Encabezaba una marcha de homosexuales, junto a su pareja.
- ¡qué horror!
- Esto le provocó un desequilibrio muy grande. Sólo repite que hablará con Ramiro, para decirle que le pida a su hermano gemelo que deje de hacer papelones. Y respete más a su familia.
¿y vos me decís que no está loca?
- Ya no lo sé.
- ¿y su familia? ¿su hija? ¿qué dice?
- Aún no la he llamado, no sé qué hacer.
- Creo que lo mejor es que la llames y le cuentes todo, sin omitir nada.
- No sé cómo decirle. Creo que lo mejor es esperar que supere esta crisis y luego veré.
- Después de esta vendrá otra, hasta que llegue el día en que tengan que internarla y entonces será peor.
- Lo sé, pero te repito, no sé cómo decirle a María Sol, lo mal que esta su mamá.
Después de esta charla con Silvia, decidí acompañarla hasta la casa de Amelia. El cuadro allí fue patético. Amelia, como de costumbre estaba impecable, al igual que su casa. Se encontraba en la cocina, preparando el almuerzo. Realizando uno de los platos favoritos de Ramiro; ya que (según ella) él se lo había pedido antes de marcharse a su trabajo.