Malia
El amanecer llegó acompañado de un golpeteo insistente en la puerta, uno que hizo que todos nos removiéramos incómodamente en la cama. Al principio, pensé que era un sueño, pero los golpes se hicieron más fuertes y claros.
—¡Malia, abre la puerta! —la voz de Frank retumbó desde afuera, haciéndome sentir un escalofrío.
Ivy fue la primera en reaccionar, sentándose de golpe con el cabello revuelto y el ceño fruncido.
— ¿Otra vez este imbécil? —gruñó, bajando de la cama con torpeza mientras Lucila se cubría la cabeza con una almohada.
—¡No abras! —me apresuré a decir, mi voz temblorosa, abrazando las sábanas.
—Como si lo fuera a hacer... —Ivy murmuró, marchándose hacia la puerta mientras Lucila se sentaba lentamente, todavía medio dormida.
-¡Franco! —se escuchó gritar a Ivy desde la sala. — ¿Qué demonios quieres ahora? No tiene nada más que decirte.
—¡No me importa lo que pienses! Esto es entre Malia y yo. ¡Déjame entrar! —gritó él, golpeando de nuevo la puerta con fuerza.
Lucila, que ya estaba más despierta, rodó los ojos y se levantó con calma.
—Es oficial, este hombre necesita terapia. —Me lanzó una mirada firme antes de encaminarse hacia Ivy, quien seguía discutiendo con Frank al otro lado de la puerta.
—¡Ya cállate! —dijo Lucila, tomando el control. —Si no te largas ahora mismo, vamos a llamar a la policía, ¿entendido?
Por un momento, el silencio fue total, excepto por los latidos acelerados de mi corazón. Finalmente, los pasos de Frank alejándose resonaron en el pasillo. Ambas regresaron a la habitación, Lucila frotándose las sienes e Ivy cruzando los brazos con una expresión furiosa.
—Esto no puede seguir así, Malia —dijo Ivy, sentándose en la cama. —Tienes que poner distancia, y no hablo solo de él.
—Está claro que necesitas un respiro —añadió Lucila, sentándose a mi lado. — ¿Qué dices si adelantamos el viaje? Así te despejas un Rato por las costas españolas antes de empezar la Universidad. _Hablo con un mal acento español que aprendió en una serie.
Me pregunté la propuesta, pero en el fondo sabía que tenían razón. Necesitaba alejarme, salir de este círculo de dolor que parecía no tener fin.
— ¿De verdad creen que sea buena idea? —pregunté, mirando a ambas.
—Es la mejor idea que hemos tenido —respondió Ivy, con una pequeña sonrisa. —Cambiamos el aire, nos divertimos y, lo más importante, dejamos atrás a ese tipo.
Lucila se movió con entusiasmo.
—Además, nada como una buena aventura para empezar una nueva etapa.
Miré sus rostros llenos de apoyo y determinación. No podía decirles que no, ni a ellas ni a mí misma.
—Está bien, vamos —respondí finalmente. No estaba segura pero sabía que necesitaba un nuevo aire y comienzo.
Un momento... Frank va a la misma universidad que ingresé...
Me acuerdo de ese pequeño detalle. La sensación de desdén y preocupación me invadió al instante. No solo tendría que lidiar con mi propio dolor, sino también con las probabilidades de cruzarme con él en un lugar donde él se sintió tan cómodo, tan parte de mi futuro.
Ivy notó el cambio en mi expresión y se acercó rápidamente.
— ¿Qué pasa? —preguntó, su tono suave pero lleno de curiosidad.
—Frank va a la misma universidad que yo —murmuré, apenas creyéndolo. Lucila, que había estado en silencio hasta ese momento, soltó una risa seca.
—Eso es lo último que te tiene que preocupar, Malia. ¿Crees que él tiene derecho a influir en tu vida más? Él ya no es parte de tu futuro. Además, tendrás un montón de cosas nuevas que hacer.
_Además quien sabe, quizás consigas un nuevo novio español_ Hablo Ivy mientras dejaba las seis maletas vacías en el piso._ Bien dos para cada una, listas para empezar desde cero?.
Las palabras de Ivy me hicieron reír, algo que no había hecho en estos últimos días. Esa risa, aunque débil, fue como un respiro fresco después de tanto tiempo sintiéndome atrapada. Sabía que, aunque todo había cambiado, mis amigas estarían a mi lado, y eso me daba fuerzas.
—No sé si estoy lista para un nuevo novio, Ivy —respondí, encogiéndome de hombros mientras revisaba las maletas. Aún tenía dudas sobre si alguna vez volvería a confiar en el amor después de lo que había pasado con Frank. Pero las palabras de Ivy me hicieron pensar que quizás, solo quizás, podía abrirme nuevas posibilidades.
Lucila sonorizando, asintiendo mientras me miraba con complicidad.
—Quién sabe, Malia. España está llena de posibilidades. Y tal vez esta sea la oportunidad de dejar atrás a Frank y empezar a pensar en lo que realmente te hace feliz.
Sentí que algo dentro de mí se despertaba al escucharla. Quizás tenía razón. España no solo sería una oportunidad para estudiar, sino también para reinventarme.
Después de unas horas las maletas estaban casi hechas y la emoción por lo que venía empezaba a llenar el aire, estábamos en la sala ordenando todo lo que había, después de todo al irnos las tres el departamento pasaba a ser de otros estudiantes, pero todo eso se detuvo abruptamente cuando sonó el timbre de la puerta. Sabía que era Frank, y esta vez no sería diferente. A pesar de que lo habíamos ignorado varias veces, él no iba a rendirse tan fácilmente.
—Voy a hablar con él —dije con firmeza, levantándome del mientras mis amigas me miraban preocupadas.
—Malia, ¿segura que estás lista para enfrentarlo? —preguntó Lucila, su tono más serio que nunca.
Suspirar. Tenía que hacerlo, ya fuera para liberarme o para ponerle fin a esta historia de una vez por todas.
Fui hacia la puerta, abriéndola lentamente. Frank estaba de pie allí, con una expresión de desesperación en su rostro. Su mirada buscó la mía, y sus ojos no pudieron ocultar la mezcla de ira y preocupación que sentía.
—Malia, tienes que escucharme —dijo en un tono bajo, pero firme.
—No quiero hablar contigo, Frank —respondí, con una calma que solo podía mantener por fuera, pero que dentro de mí costaba.Él no dio un paso atrás, ni un respiro para calmarse. En su lugar, dio un paso hacia mí, su voz llena de frustración.