Mientras Cloe y sus compañeros se adentraban en lo desconocido, en el sombrío poblado de Armitael, los sacerdotes oscuros se dirigieron a la morada de mami Kelly. Con miradas serias y palabras cargadas de urgencia, le informaron que el jefe supremo requería su presencia inmediata en la asamblea. Al escuchar aquella inquietante noticia, mami Kelly dejó atrás el orfanato sin dudarlo, su corazón palpitante anhelando saber si había alguna novedad sobre Cloe Smith. Dos largas semanas habían transcurrido desde que ella partió del pueblo hacia el temido límite de 3 km, un umbral donde la luz de la esperanza parecía desvanecerse en la bruma de lo desconocido.
Cuando mami Kelly llegó a la asamblea, las puertas cerradas la recibieron con un silencio abrumador. Ante la presencia de los sacerdotes oscuros y el imponente jefe supremo, su corazón latía con desesperación. Con la voz entrecortada, imploró: —"¿Para qué me han traído aquí? ¿Tienen noticias de Cloe? Por favor, díganme algo".
El jefe supremo, observando su inquietud, le respondió con solemnidad: —"Señora Nelly, lamento informarle que no tenemos novedades sobre ella. En realidad, usted no está aquí por el caso de Cloe Smith. Está aquí porque se le otorgará otra oportunidad para convertirse en sacerdotisa oscura. Ha hecho mucho por este pueblo, y muchos desean que tenga un puesto en la asamblea".
La furia se encendió en el pecho de mami Kelly. —"Lo siento, pero no quiero formar parte de este lugar. Mi deber está con los niños y jóvenes del orfanato. Además, mi Cloe fue llevada a 3 km de distancia por esta asamblea y por usted. ¿Qué le hace pensar que quiero sentarme con los que chantajearon a mi niña con su origen para que pudiera salir? Ustedes votaron para que su origen se mantuviera en secreto, y quien se atreviera a revelarlo solo le esperaba el exilio".
Uno de los sacerdotes oscuros, incapaz de contenerse ante la rabia de mami Kelly, rugió: —"Ten más respeto ante el líder de nuestro pueblo. Por si no lo sabías, hay mucho aquí que aún desconoces. Mide tus palabras antes de hablar así o podrías ser exiliada de este lugar por tu insolencia".
El jefe supremo, viendo que la tensión crecía, descendió de su trono, y un escalofrío recorrió la sala mientras todos se arrodillaban. El silencio era palpable, cargado de incertidumbre. Con una calma perturbadora, se dirigió a los sacerdotes: —"Despejen la sala. Quiero hablar a solas con la señora Nelly".
Los sacerdotes abandonaron la sala, dejando un aire pesado de expectativa. El jefe supremo hizo un gesto para que mami Kelly se sentara y mantuviera la calma. —"Señora Nelly, entiendo que está lastimada por el caso de Cloe Smith. Sin embargo, voy a revelarle algo que podría cambiarlo todo. Las páginas de la era olvidada las desciframos hace diez años, es decir, cinco años después de que Cloe naciera. Y cuando ella cumplió diez, la señal de radio apareció. Fue entonces que supimos que esta chica y su origen estaban involucrados de maneras que jamás imaginamos".
Un oscuro presagio envolvía sus palabras, dejando flotando en el aire más preguntas que respuestas.
—"¿Señora Nelly, alguna vez te has preguntado por qué los dioses de la oscuridad no se manifiestan? ¿Alguna vez te has cuestionado si realmente existen?" Las palabras del jefe supremo flotaron en el aire como un oscuro presagio.
Mami Kelly, con el rostro lleno de confusión y seriedad, respondió: —"Se dice que usted es la persona más cercana a ellos. Si el pueblo cree en su existencia, es gracias a usted. Todos aquí le seguimos porque, a diferencia de los demás, se dice que usted también fue bendecido por ellos y le otorgaron la inmortalidad para guiarnos".
El jefe supremo estalló en carcajadas, su risa resonando en las paredes como un eco inquietante. —"Señora Nelly, déjame contarte una historia que ni siquiera los sacerdotes oscuros conocen. Créame, lo que estás a punto de escuchar tiene mucho que ver con Cloe. Me atrevería a decir que lo que vas a oír te impactará y te hará aceptar la propuesta de convertirte en sacerdotisa oscura".
El ambiente se tornó pesado, el aire denso con la promesa de revelaciones ocultas. Una sombra de inquietud se posó sobre mami Kelly mientras las palabras del jefe supremo comenzaban a tejer un oscuro destino.
—"Señora Nelly, hace miles de años, en un poblado lejano, un grupo de niños abandonó su hogar sin que sus padres se percataran. No fue por voluntad propia, sino porque sus corazones estaban atados a los deseos de uno de ellos, el cual guardaba un secreto tan oscuro que ni siquiera se atrevió a contárselo a los demás. Él, sin saberlo del todo, los arrastraba a través de un pasado que nunca debió ocurrir, un pasado que no debía existir."
El jefe supremo pausó, su mirada se volvió sombría, como si cada palabra que pronunciara desenterrara viejas y dolorosas memorias. —"Estos niños, en su travesía, encontraron lo que nunca debieron haber hallado. Se toparon con fuerzas tan antiguas y poderosas que el mundo había olvidado su existencia. Fuerzas que debieron permanecer selladas por toda la eternidad. Sin embargo, aquellas fuerzas... solo esperaban ser liberadas, ansiosas por reinar y consumir todo lo que conocíamos."
El silencio cayó como un manto pesado sobre la sala, mientras la historia continuaba desplegándose, tejiendo un destino lleno de sombras y tragedia. El aire se cargaba con una tensión palpable, como si el pasado mismo estuviera a punto de volver a despertar.
Con el inexorable paso del tiempo, esos niños encontraron a una chica que era diferente a ellos, proveniente de un lugar que llamaban "multiverso". Su inteligencia y misterio irradiaban una luz tenue en medio de la oscuridad que los rodeaba. Pero antes de que sus caminos se cruzaran, otra niña del grupo desapareció una noche, dejando un rastro de dolor y desolación que se apoderó de sus corazones.
Cuando la niña perdida finalmente regresó luego de muchsimo tiempo, ya no era la misma; había vuelto como una mujer adulta, mientras ellos permanecían atrapados en su infancia. En medio de una intensa y desesperada batalla, esta mujer, que una vez fue niña, encontró su final en los brazos del chico que los unía, un acto que dejó una cicatriz imborrable en sus almas.