Al amanecer de una nueva estación termina paciente la espera, un nuevo soplo, un nuevo aliento, un suspiro que clama a la vida con llanto cautivante.
Profundo misterio encierra su simiente, que hermosa criatura, su origen apenas se escribe, apenas viene a este mundo alucinante.
Una Madre sufre, grita porque le duele, melancólica se lamenta y desespera, gozo y alivio espera, y duda con una lagrima pues siente que no lo merece.
No comprende que a su madre hiere, pues salir ya quiere, y de repente la recompensa del dolor es una mirada inocente, atrayente como el de un universo impresionante.
Sus brazos son el manto que envuelve, que cubre un frágil y sensible corazón apenas visible, apenas reciente en esta aventura emocionante.
Le llamamos vida a este camino tan distante, pero solo quien lo recorre sabe que apenas vive, que apenas siente, tierno pero interesante.
Destellos de luz enamoran la nueva vida que a este mundo llego apenas consciente, apenas un instante, admirado con lo que ve y descubre nuevas sensaciones que su corazón presiente.
Su llanto latente se desvanece poco a poco al fuego de un cálido beso que apenas percibe, apenas distingue como consuela un acto tan sencillo, como el cariño que su Espíritu siente.
Delicado pero fuerte, su cuerpo suave apenas instaurado, recién nacido, apenas comprende que retiene en sus adentros un Espíritu ingenuo, noble guerrero valiente.
Felicidad parece, amor verdadero, amor primero, amor puro y sincero es lo que un ser viviente, apenas naciente en su Alma trasmite, dicha y alegria que no miente.
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Editado: 19.10.2020