No hay crecimiento en la existencia sin antes aprender de su enseñanza, como el árbol que crece necesita madurar para que su fruto abunde y sea de agrado al paladar.
Una criatura crece porque tropieza, es un novato que persevera y difícilmente es sometido por su destino que no espera y más potente golpea.
La vida y sus lecciones le enseñan que no importa lo pequeño, importa lo largo que es el recorrido ya que prosperar es lo que algunas Almas no terminan de asimilar.
Joven aprendiz camina a paso lento, el tiempo no espera y en cada pelea la sabidura ansía lograr, pero antes su conocimiento requiere evolucionar.
Las derrotas lo aterran, casi lo dominan, casi es hundido en el olvido por las batallas que ha tenido, sin ellas no sabría el motivo de su camino.
Si el agua sigue un curso fijo, en su senda alienta y da alivio a cada ser vivo, del mismo modo la vida es un difícil camino, pero hay que disfrutar el recorrido.
Ningún premio obtiene quien no intenta cuando el miedo al tropiezo surge, no hay nada mejor que la experiencia y la aventura de quien cuenta la travesía como una hermosa fantasía.
Un mar de emociones desarrolla el Alma cuando progresa, aprende a mirar más allá de lo esencial y cobra sentido lo aprendido, en calma aprendió a observar.
Deja de ser un principiante y se convierte en caminante, busca comprensión, encuentra provocación, grande viajero que disfruta el viaje.
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Editado: 19.10.2020