Kurogane
Alguien muy sabio me dijo una vez; "Se dice que hay tantas dimensiones que todas las historias podrían haber pasado, estar pasando, o estar por pasar". La verdad es que las diferentes dimensiones están conectadas con nuestras almas y con nuestra imaginación. La verdad es que cuando alguien imagina algo único aunque sea por unos instantes significa que ha nacido una dimensión totalmente nueva en algún lugar de la existencia.
Todo el mundo tiene su historia. Yo estoy dispuesto a contarte la mía y la de mis compañeros... Me llaman Kurogane, pero ese no es mi nombre completo como seguro que ya has deducido. Ya lo descubrirás más adelante.
Creo que esta historia debería comenzar conmigo, aunque no sea el protagonista principal. En aquel momento del que hablo yo estaba corriendo, esposado y con una argolla de plata en el cuello, perseguido por unos guardias montados a caballo en el año 734 De nuestra Era (D. E.). En un planeta en la dimensión Iun donde "nací".
Lo primero que debes saber es que el mundo donde nací de manera material es sólo uno de los cientos de mundos que se llaman "Tierra". Hay tantas especies glimp terrestres que le ponen "Tierra" a su planeta de nombre como de especies acuáticas que le ponen "Agua". Lo único que pasa es que al estar dicho en diferentes idiomas suena diferente. Dicho esto debo comentar que no traduciremos los nombres de ningún planeta. Ni los propios, como es evidente, para evitar confusiones.
Lo segundo que debes saber es que... ¿sabes lo que es un humano? Pues como empezaremos esta historia en un mundo de humanos, relacionaremos todo lo que no lo sea y lo necesite con ellos, con las diferentes especies que allí existían, o con el planeta "Tierra" mismo, para simplificarlo.
Lo tercero es que quienes me perseguían eran los soldados de la "Inquisición". Un organismo religioso que se dedicaba a ir matando lo que ellos calificaban como "herejes". ¿¡Cuál era mi pecado, te preguntarás!? Pues es simplemente el de nacer como un mago.
Era un magnífico día de invierno cuando pasó. Todo olia a pinos en medio del bosque en una montaña nevada, pues era allí donde me encontraba, en el umbral de un magnífico bosque de pinos en pleno invierno al pie de una montaña. Tenía frío, llevaba muy poca ropa para el día que hacía. No tenía muy claro si todos mis helados dedos sobrevivirían a aquella excursión, ya que iba descalzo. Pero esta era mi única oportunidad de escapar con vida del lio en el que me había metido, así que no había mucho más que hacer.
Mientras corría, una flecha me intercepto el hombro e hizo que me derrumbara de cara al suelo. Mi sangre parecía brotar por todas partes, tiñendo de escarlata la blanca nieve. Al intentar levantarme sentí una extraña sensación. Con los ojos borrosos vislumbré una especie de vórtice semitransparente. Todo desaparecía en el vórtice: la nieve, el olor a pinos, la sangre que me rodeaba... Acerqué la mano con una curiosidad inhumana que no conocía de mí mismo. El vórtice me tiró, me absorbió, sentí como me desvanecía y después... nada de nada. Lo último que recuerdo haber pensado antes de perder la conciencia fue la necesidad de saber qué cara pondrian mis perseguidores cuando vieran que había desaparecido.
3ª persona
Kurogane dejo de hablar. Su enorme espectador inclinó la cabeza con curiosidad. El chico en cambio miró a la chica de cabello amarillo que se había mantenido a su lado durante todo su largo viaje.
-Sakura, te toca a ti.
Ella le sonrió durante un instante y luego miró al ser con el ceño fruncido.
-Me llaman Sakura Sanlen Shihkin, también me llaman La Armadura Errante, pero esto sería mucho tiempo después. Por ese, entoces solo era Sakura Sanlen. En la época en que todo comenzó...
Inició su parte de la historia, y cuanto mas contaba más empezaba a meterse dentro de sí misma, en su propio comienzo, y a recordarlo todo.