Tsuneo
A la mañana siegiente, despues de salir de la habitacion, con el uniforme ya puesto, me encontré cara a cara con Kurogane. Llevaba la camisa por fuera. No me parecio adecuado pero le perdoné porque no llevaba demasiado tiempo aquí.
-¿Como podeis ir con este tipo de prisión ambulante por la calle? ¡Es muy incómodo! -dijo tratando de arreglar la chaqueta del uniforme escolar. Sin conseguirlo. Finalmente abrió el primer boton de la chaqueta y deshizo el nudo de la corbata. Sólo le faltaban unos pocos piercings para parecer un macarra en toda regla. Afortunadamente, Sakura había sido capaz de convencerlo de que bañarse todos los días era algo importante en el mundo en el que ahora vivía antes de empezar a ir de nuevo a la escuela. olía a jabón y a desodorante masculino.
-Te tendras que acostumbr a llevarlo ya que el uniforme es obligatorio. Lo tendras puesto cinco días a la semana como mínimo, durante casi un año entero. ¡Tal vez mas! -dijo Sakura, que también acababa de salir de su habitación. Hizo una pequeña sonrisa al ver la cómica expresión de asco que hizo su "segundo guardaespaldas" después de oír esas noticias, antes de volver a su cara de pocker habitual.
Nuestro Instituto era uno local. Se llamaba secundaria superior Kimikaua. El uniforme de barón era una chaqueta blanca con remates azules, y una camisa blanca con unos pantalones azul marino. El femenino era un jersey blanco con rayas azules, una camisa blanca rematado por una falda larga plisada azul cielo que a Sakura le quedaba de fábula. Lastima que no le gustasen las cosas de colores claros. El escudo de la escuela eran dos "K" superpuestas la una por encima de la otra.
Fuimos hacia el pasillo que llevaba a la "casa franca", como la llama Sakura. Una casa vacía con un pasadizo secreto que venía desde la mansión. Al salir del piso Jeanne nos esperaba, impaciente, junto con su padre Hatori, y su coche blanco y desgastado.
-¿Y este quién es? -me preguntó ella sorprendida al venir corriendo a mi lado con una gran sonrisa.
Kurogane no prestaba atención a nuestra conversación, estaba demasiado embobado mirando el coche. No era el primero que veía pero sí el primero en el que se subiría y como había constatado los últimos días tenía una extrema curiosidad por todo lo nuevo que se encontraba. El vehículo era un modelo antiguo pero todavía funcionaba a la perfección. El único problema era que olía a coles podridas aunque esto no parecía molestar para nada al mago.
-Es una larga historia. -le dije en voz baja a la prima de Sakura -Te lo cuento de camino a clase.
Ya en el instituto el profesor presentó a Kurogane a nuestros compañeros. Algunas chicas se rieron bajito y lo miraron de reojo. Pero después, en el patio, cuando quisieron acercarsele, él se apartó con urgencia, incluso de manera agresiva. Parecia que tenia miedo de ellas. Pensé que para él sería todo un choque cultural que las chicas actuales fueran tan abiertas de miras y no le di más vueltas. Sakura era una chica tan recta en comparación, que quizás no se había dado cuenta de cómo eran realmente las chicas de este siglo. Después de todo el resto de chica que habia conocido últimamente eran sirvientas o socias comerciales del abuelo de Sakura, entre otras, y éstas solían tener una educación social impecable. Aunque quizás lo había vislumbrado brevemente en el viaje en coche con Jeanne.
El instituto era un enorme edificio blanco en el que había varias clases por curso. De la "A" a la "D". Con los contactos de Sakura habían conseguido que los 3 fuéramos a la misma clase, la "B". Gracias a las "clases particulares" de Sakura, Kurogane no tardó mucho en ponerse al mismo nivel que el resto. Lo cual fué algo impresionante teniendo en cuenta sus muchas faltas. Ha-Hung Taolyin, quién también había terminado con nosotros en el salón "B", no paraba de mirarnos odio en sus ojos.
Con el tiempo a Sakura le empezaron a parecer fáciles los conjuros del primer nivel y pasaron a los del segundo. Sakura se dió cuenta de que su conjuro Maldicion no controlaba espíritus malignos como se había creído antiguamente sino que lo que controlaba este echizo eran los seres vivos microscópicos como las bacterias asi que sería mas apropiado llamarlo Enfermedad. El conjuro mas extraño que ella poseía en esos momentos sin lugar a dudas era Mundo Interior, el cual abría una puerta a una dimensión paralela que según se decía mostraba su "interior". ¿O tal vez lo era de forma literal? Si quisiera probarlo necesitaría un sujeto de pruebas... En todo caso ella afirmaba que era imposible que lo fuera. Ella no era así, decia. Aun así no dejó entrar a ninguno de nosotros en él. Me preocupó mucho que lo negara tanto, pero a mí no se me abriría.
De qué le serviría ese conjuro, no estaba muy claro para mi. Sus conjuros de primer círculo eran muy directos, y se te venían a la cabeza un mogollón de cosas utiles como curación, plantas, animales, luz (y oscuridad) o temperatura. Los de Kurogane; energía, agua, tierra, fuego y aire, eran aun mas claros. Ya se vería.
Poco después Sakura, sorprendiendo a Kurogane, ya estaba acercándose al tercer círculo. Aunque aún estaba lejos de llegar al nivel del chico, que estaba a la mitad del cuarto círculo. Según él, había una barrera monumental entre el tercero y el cuarto círculo, y lo mismo pasaba entre el cuarto y el quinto, el último. La mayoría de magos nunca llegaban a ellos en toda su vida. Al parecer la forma de imvocarlos era diferente que con los círculos anteriores. Además, una cosa era mezclar dos conjuros primarios en uno y la otra muy diferente era hacerlo con los terciarios.
Yo mientrastanto, me preguntaba si podría tocar las bolas de invocación con mi ESP. No me tendria que importar, en teoria, pero era un tema al que daba vueltas una y otra vez en mi cabeza. Tanto que me volvia loco y comenzaba a buscar excusas para probarlo. Sabía lo que era. El impulso de usar mis poderes se estaba fortaleciendo. Antes pensaba que si hacía como que era normal, quedaría mejor con Sakura y sin saberlo me apoyé en ello para frenarlos. Pero en esos precisos momentos la chica que me gustaba estaba disfrutando de unos poderes aun mas extraños que los mios. Además de que lo estaba haciendo con otro hombre, el cual era un descarado que la trataba como si fuera su mejor amigo desde su primer encuentro, o incluso algo más, y que parecia entenderla incluso mejor que yo gracias a que era su anagae. Sólo me consolaba el hecho de saber que a ella no le gustaban ese tipo de hombres. Aun así estaba muy celoso y no sabía muy bien qué hacer. Siempre había respetado las decisiones de Sakura.