Sakura
Habian pasado casi tres meses desde aquel altercado en el patio del instituto. Y tanto Taolyin como los otros dos parecían haberse volatilizado. No los habiamos visto ni a el ni a sus amigos desde ese incidente. El instituto los llamó para decirles que ya podian volver al instituto pero no respondió nadie. Cuando alguien fue al piso que compartían se lo encontraron vacío.
Kurogane poco a poco se había ido acostumbrando a la acelerada rutina de la gran ciudad y en la escuela cada vez estaba menos fuera de lugar. Aunque todavía se quejaba de que no le gustaba ir. Casi ya no le hacía falta mi ayuda. La educación de los magos era muy completa para su tiempo y él tenía una curiosidad insaciable que utilizaba, además de par llenar los pocos huecos culturales que le quedaban, para tapar su dolor emocional. A veces su mirada se encontraba perdida en el vacío con cara triste o enfadada, o incluso las dos cosas al mismo tiempo. Una vez vi un resquicio de desesperación en sus ojos. Esperaba que un día decidiera contármelo él mismo ya que sabía que explicarlo a alguien le sacaría un peso de encima, además, le había cogido una especie de afecto, de confianza, que ni siquiera con Tsuneo podía imaginar. No lo queria ver asi. Ya no me importaba que le di un nombre que se adaptan a su triste personalidad. Me pregunté muchas veces si era porque éramos anagae. No era así, para nada, ni se acercaba a la realidad. Pasó poco tiempo hasta que un trozo de su pasado se me reveló.
Mientras descansábamos después de llegar del instituto. Mirábamos el televisor cuando de repente Kurogane se exaltó. El estado de shock entreabrió la puerta de su alma y lo pude notar claramente. Sentía una sorpresa profunda, una añoranza fatal y el deseo de salir corriendo a buscar algo sin nombre... o no tan sin nombre. Seguí su mirada. En el televisor habia una noticia de última hora en un canal arqueológico. El lugar era sorprendentemente cercano a aquí. Estaban hablando de una espada que habían encontrado hacía poco. Lo primero que me llamó la atención fue que nunca había visto algo semejante; no era una katana, parecía más una espada occidental: recta, sin curvatura, pero era anormalmente ancha, mas de lo normal en este tipo de armas como mínimo, y era más delgada, mucho más delgada. Era una espada hecha para cortar (como las katanas de aqui), no para aplastar (como los mandobles de occidente).
Además, tenía un círculo plano en el centro de la hoja. Pero sin duda lo mas inquietante era que las pruebas inequívocamente decían que el arma tenía casi 2400 años de edad; y que aún así parecia como nueva. No tenía ni un solo rasguño. Los investigadores creían que lo mas probable era que un ESPer de esa remota época le había insuflado su poder. Algo muy innovador, ya que se creía que el primer ESPer había aparecido hacia el siglo II d.N.E. Cuando los investigadores sometieron la espada a un proceso de ondas ESP (un proceso por el cual se puede saber si un objeto ha sido sometido a poder mental) encontraron restos de una fuerza antigua y sin duda ESP. No pudieron encontrar más, ya que el arma se protegía a sí misma contra los exámenes.
Pocos días después alguien había pagado cerca de 20 billones de Zien (la moneda del Jempó) para obtenerla. No se supo nada más de ella.
-Oh! Están hablando de mi nueva adquisición? -comentó una voz detrás de nosotros. Nos giramos para toparnos de frente con mi abuelo. Detra de él estaba una sirvienta llevando con reverencia un paquete largo y ancho sospechoso.
-Señor Kokuryu? -dijo Kurogane conteniendo la respiración.
-Llamame Haku, chico. Tuteame, no me importa. Hace que mis enemigos se confíen y que mis amigos se sientan más cerca de mí. -después de esta ultima declaración de la que alguien normal no sabria exactamente qué pensar se fue caminando por la escalera que llevaba al piso de arriba con paso acelerado seguido por la sirvienta. Tenia muchas preguntas que me bullían en la cabeza. No sabia qué estaba haciendo fuera de su despacho en una hora tan inmersa en su horario de "trabajo". Si no era que ...
-Mi abuelo es uno de los coleccionistas de armas ceremoniales y/o extrañas más conocido de oriente. De hecho es la única persona que conozco que está dispuesta a pagar tanto por una espada antigua. Va personalmente a recibir las entregas.
Kurogane me miró con una cara que no supe interpretar.
-Tengo que hablar con tu abuelo. -dijo con un hilo de voz. En sus ojos encontré algo que nunca había visto hasta ahora. Esperanza. La esperanza de haber encontrado algo que lo conectase con su pasado. Era un deseo muy poderoso que me asfixió. Siguió a la sirvienta detras del abuelo.
-Kurogane, si es por esa espada... -cuando vi que la esperanza de sus ojos se había transformado en angustia y preocupacion supe que él necesitaba con urgencia esa espada. Se trataba de su estabilidad mental como minimo. Me mordí un poco el labio y lo seguí -Mejor te acompaño. No creo que el abuelo te entregue sin mas ni mas uno de sus "preciados objetos de colección".