Suzuka
En ese instante mi cabeza volvió a ser un hervidero de visiones y comprendí que los "seres" que habían ido entorpeciendo mi visión futura eran tanto Emun como Kurogane cuando despedían sus extrañas energías roja y azul. Fueron tantos flashes de información de golpe que al final sólo me pude fijar en uno de ellos. Era una boda en un futuro lejano. Pero por desgracia no era la mía. Me volví hacia Jeka para comentárselo pero...
Alguien interrumpió mis pensamientos.
Una voz en un idioma que sólo comprenden los que tienen que recibir su mensaje. Llamado de manera coloquial como lenguaje de las almas. No sabía como podía reconocerlo o como siquiera sabía que era así. El dueño de aquellas palabras no me dejó pensar en nada más que en su voz. Se rió. Bueno, lo que yo me imaginé que era una risa. Porque era más parecido a un ssisseo agudo.
-¡Bien! ¡Muy bien chico! No lo haces nada mal para ser solo tu segunda vez usándolo. Sabía que me lograrías matar. Parece que no me podré escapar de dispersarme ahora que has acabado conmigo bajo esta forma física. Muy bien.
Del cuerpo de Emun empezó a salir un humo gris similar al que despedía Kurogane hasta hacía unos instantes. El humo tomó la forma de un ser extraño. Una serpiente gris oscuro, con alas de murciélago rojas, y con las pupilas tan rojas como las alas. Aquello no era un dios, tuve esa impresión al verla y sentirla, era algo mucho más viejo y poderoso.
Era gigantesca, debía tener unos 500 metros de altura, y ni siquiera estaba del todo extendida. Pero era extraño, fluctuaba, a veces se veía consistente y a veces inexistente. Pero la mayor parte del tiempo se veía simplemente semitransparente.
No se veía nada bien. Me miró y yo sentí como si me encontrara ante alguien que conocía desde hacía mucho tiempo. Alguien a quien quería y respetaba. Pero esto no hizo que le tuviese menos miedo, pues la impresionante aura que emanaba de él era incomparable a la de Emun e incluso a la de Kurogane.
Era tan grande que no podía ver su limite.
-Hija mía, hacía tanto tiempo que no te miraba cara a cara, tanto tiempo.-me dijo el ser con voz melancólica.
Todo el mundo me miró con un interrogante en la cara. No fué porque quisieran preguntarme mi relación con ese ser, cosa que ni siquiera yo sabía, sino porque los otro no habían entendido nada de lo que me acababa de decir y tenían la sensación de que yo sí. Puesto que era un mensaje sólo para mí.
Yo no dije nada, tenía la boca abierta de palmo, era como si el cerebro no me funcionase. El ser sopló sobre Sakura y Kurogane y estos abrieron los ojos, como si hubiesen despertado de un terrible sueño.
-Eso ocurrió cuando aún eras una shisan, tus amigos también lo eran. -esta vez los cuatro, mi Tsu-Nui, los magos anagae y yo, miramos al ser sorprendidos.
Ellos sí lo habían entendido esta vez, el resto siguió mirándonos a nosotros, extrañados, y con miedo.
-No soporté estar tan lejos de ti, no poderte tocar, no poder hablar contigo. Soy extraño para mi especie, normalmente mirándote habría sido suficiente. Pero no para mi. Este es el motivo por el que me convertí en un shosan. Perdóname mi vástago, soy tan débil. "Él" sabía que lo haría así. Por eso antes de hacerlo me propuso una misión. ¿Como podía negarme después de tal traición?
Parecía que el ser iba a llorar pero la que acabó llorando fuí yo. Sentía que otro miembro de mi familia estaba muriendo. No, era aun peor: Junto la palabra "dispersarse", vino su significado a mi mente.
La muerte del alma.
-Tú no sabrías nada de mí ahora, acababas de nacer en tu cuerpo físico y no me recuerdas. Me pareció algo soportable, así contribuiría en salvarnos a todos, incluso en medio de una acción tan terrible. Cuando "El" transformó mi cuerpo, me convertí en otra cosa diferente a un shisan. Era más cercano a él que cualquier otro ser.
Sentí que esas palabras eran todo un shock para mí, y no sólo para mí, mi Tsu-Nui, Kurogane y Sakura también entraron en shock. Pero no recibieron la tristeza. El ser continuó con su historia.
-Después nuestros adversarios no se dieron cuenta de lo que yo era, esta era la clave de la misión, que no se dieran cuenta. Por eso "El" selló los poderes que me había concedido hasta este mismo momento. Además de que mi existencia no soportaría tanto poder por mucho tiempo. Por fin mi poder ha despertado y ahora me toca, cuando mi dispersión está asegurada, haceros unos regalos.
La solemnidad de sus palabras caló hasta lo mas profundo de mi retorcida alma. No pude evitar que más lágrimas cayeran por mis mejillas.
-Estos regalos os servirán para sobrevivir a lo que vendrá. Es "Su" presente para vosotros cuatro. Tenéis que estar más juntos que nunca para poder sobrevivir, aunque sea peligroso hacerlo. Ya no me queda mucho tiempo, me dispersaré en breve. El shih de tu amigo es de lo más potente, como se esperaba de uno de los elegidos.
-¡No, espera! - le grite al ser. Tenía la sensación de que no podía despedirme así del él, o ella. Lo que fuera.
¡Tenía que pararlo de inmediato!
-Esta será la última vez que nos veremos jovencitos. ¡Buen viaje!
Una explosión del mismo color gris que las escamas de aquel ser misterioso nos rodeó a Sakura, Kurogane, mi Tsu-Nui y a mí. Apenas después comenzamos a flotar por el aire. Dando vueltas y más vueltas. La monstruosa serpiente alada hizo algo que me pareció una mueca grotesca pero que después adiviné que era otro intento de sonrisa.
Una fuerza invisible tensó de mi alma, creando dos nuevos cordeles que enseguida se fusionaron a otros hilos de alma desconocidos. Un intercambio de información y de efectos. Me di cuenta de que era la misma sensación que había sufrido al hacer anagae con mi Tsu-Nui.
Casi me desmayo al instante pero justo después me sentí más... fuerte, más ágil y más muchas otras cosas que nunca consideré posibles antes. En mi delirio alargué el brazo hacia Jeka quien se encontraba en mi camino en esos instantes. Estaba en posición fetal, temblando de miedo.