JEANNE
Hola, me llamo Jeanne T. Sunlun. Mi prima se llama Sakura. La admiro mucho. Es una de las personas más importantes de mi vida. Junto a mi papá y mi hermana mayor. Pero no la he visto estos últimos días. Y mi papá me ha prohibido ir a verla.
¿Por qué os preguntareis? Bueno, la verdad, mi prima es por decirlo en palabras suaves heredera de un clan mafioso super grande que controla casi toda la gran isla donde vivo. Mi padre con su dojo es de las pocas personas que no están bajo su control. Y no quiere tener nada que ver con el abuelo de Sakura, el actual jefe de familia, y sus seguidores.
Él dice que es culpa suya que su hermano mayor esté muerto. Al parecer murió junto con su esposa en un accidente de tráfico.
Nunca he entiendido como están relacionados...
Pero la cuestion es que, en general, puedo ver a Sakura y su amigo Tsuneo, en los ultimos años también a ese tal Kurogane, en la escuela o cuando salimos a jugar por allí, incluso en mi casa. Pero... últimamente no ha pasado ni una cosa ni la otra. Espero que esté bien.
El dia de hoy estaba trabajando en los deberes de biología, una de mis asignaturas favoritas, cuando llamaron al timbre de la puerta.
-¡Abro yo! -dije, y sali espitada hacia la puerta.
-¡Espera Jeny! -chilló mi padre corriendo tras de mi con cara de preocupación. ¿Es que sabía algo que yo no?
Abrí la puerta.
-¿Si, quien es? -dije con alegría pero se me quitó la sonrisa al ver la cara demacrada delante de mi.
-Tu... - dijo mi padre con rencor.
Quien habia llamado a la puerta de nuestra casa, no era otro que el mal afamado Haku Kokuryu. El abuelo de mi prima Sakura a quien mi padre odiaba.
Nunca lo habia visto en persona pero Sakura me había enseñado fotografías de él. Incluso demacrado, como si no hubiera dormido mucho, parecía alguien intimidante. Detrás de él venían dos fornidos e intimidantes hombres vestidos de negro, con gafas de sol y un auricular en el oído izquierdo.
-¿Podemos pasar? Es importante. -dijo el viejo.
-¡¿Quien dejaría entrar a alguien como tu a su casa Dragón Negro?! ¡No, ni en un millón de años! -gritó mi padre airado. Iba a cerrarle en sus narices pero uno de los matones interpuso su pie en ella antes.
-Sé lo que sientes por mi, y me roe la conciencia que tengas razón, pero no hubiera venido si no fuera importante. Es sobre mi nieta señor Hatori, tu sobrina.
-¡¿Sobre Sakura?! -dije con un tartamudeo, sobresaltada.
Mi padre se mordió los labios con fuerza. Parecía estar peleándose en su interior. Mi prima, según palabras textuales suyas, era; "Lo único bueno que ha salido de la familia de esa serpiente escurridiza". Así que le costó decidirse. Con un resoplido final, abrió la puerta y dijo:
-Solo tu. Que esos gorilas no se acerquen al interior de mi casa.
-Gracias Hatori. Joel, Boris. Protejed la casa.
-Sí señor. -dijeron los dos al mismo tiempo.
Ya dentro el sombrío anciano se sentó delante nuestro, en el sofá.
-Bonita casa... - dijo observando a su alrededor.
-¡Ve al grano maldita serpiente! No tengo todo el dia.
El temible mafioso se enjugó unas pequeñas lágrimas en la comisura de sus ojos y aclaro su garganta. Tuve un mal presentimiento.
-Sakura y sus guardaespaldas, ehem, sus dos amigos, han... desaparecido. Se cree que tal vez estén muertos.
El shock de sus palabras dejó mi mente en blanco. El labio inferior de mi padre comenzó a temblar.
-¿Cómo pasó? -preguntó temblando.
-En la televisión dicen que son diversas peleas de bandas pero... Los Dragones Negros estamos en guerra contra los Tigres de Jade en la actualidad. -¿una guerra de mafias? Me dije horrorizada. ¡Eso es mucho peor de lo que pensaba! -Ellos debían estar a salvo sin participar demasiado pero según hemos investigado cayeron en una trampa de camino a la mansión. No se han encontrado sus cuerpos o incluso rastros de su sangre así que se piensa que podrían seguir vivos.
-Encarcelados como perros en una cárcel clandestina de esos Tigres mohosos. -exploto mi padre.
-También podrían haber escapado y estar escondiéndose. Esperando la oportunidad de regresar.
-Tanto tú como yo sabemos que eso es muy poco provables.
-Lo sé...
Hubo un silencio incómodo el cual no me atreví a interrumpir. Tampoco tenía la fuerza mental suficiente como para hacerlo.
-Muy bien... -dijo mi padre apretando los puños con tristeza -Lo has conseguido. Finalmente has destruido todo lo que amabas. Y de paso lo que nosotros amábamos. Te felicito...
-Sabe que esas palabras no son justas señor Hatori.
-Fuera... -dijo mi padre entre lágrimas. Lo que provocó que yo tambien llorara -¡¡¡Fuera ahora mismo!!!
El viejo suspiró.
Se levantó, abrió la puerta de la entrada, y se marchó junto a sus guardaespaldas.
Mi padre y yo nos abrazamos y lloramos hasta que el día se oscureció. No pude dormir esa noche.
Semanas después mi padre me informó que le habian dicho que incluso los Tigres de Jade no sabían donde estaba mi prima y sus amigos. Su paradero era un misterio. Meses después los tres entraron en el tablón de los desaparecidos de la policía. Y allí se quedaron.
¿Donde estas prima? Te echo de menos. Si estás viva vuelve, por favor. Incluso mi hermana ha dicho que va a volver desde la ONG donde trabaja, para consolarnos. ¿Donde estas? Vuelve...
Pasaron los años y nadie pudo encontrar siquiera un rastro de ellos. Se los declaró muertos. Llore mucho en su entierro, fué hermoso. Mi padre se negó a ir, no quería verle la cara al abuelo de Sakura.
La guerra de mafias había acavado con la destrucción de los Tigres de Jade y ahora el mafioso controlaba también sus fuentes de ingresos. Pero aun así no parecía contento. Parecía más demacrado que la última vez que lo vi, si acaso. Según mis averiguaciones. Meses despues del la ceremonia, sin cuerpo, le pasó el mando de su gran mafia al siguiente en la línea de sucesión y se retiró.