Kurogane
Pasé meses enteros implorando que solo fuera una pesadilla ridícula. Pero después de lo que supuse fueron unos "años", en realidad allí no existía el tiempo como tal, y me tuve que rendir ante los acontecimientos. Finalmente un día... lo acepte. Yo no era humano, nunca lo fui. No pasó de golpe, evidentmete, pero cuando pasó lo sintió todo mi ser.
Algo más antiguo que yo mismo se revolvió en mi interior, e hice un siseo de libertad desde el fondo de mi alma. Y por fin vi cómo era realmente el espacio intersticial en el que vivían los shisan, ese espacio entre las dimensiones Iun.
Era la cosa más bella que había visto nunca, no sabría describirla con palabras, si hubiese tenido un cuerpo con lágrimas para llorar de la emoción y nostalgia lo hubiera hecho. Comprendí que no era ni un bebé al lado de las otras cosas existentes.
De golpe recordé quien era yo, qué era y quién fui antes de nacer en ese mundo material llamado Tierra. Y supe hacia dónde tenía que ir. Alcé mis gigantescas alas del color del cielo, de mi primer cielo... aún. Y empecé aquella nueva vida llena de "historias".
Me llamo Kurogane Sunlun Shihal. Y soy un Shisan-shi.
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Desperté, sobresaltado, y mi mente entró en confusión. Sentía como si mi cerebro se hubiera expandido para volverse a encojer y luego expandirse otra vez, pero en una dirección completamente diferente. También sentí como si mi mente siempre hubiese sido así. Recordaba mi vida al completo, aunque en un mismo instante. Era tal mi confusión que durante varios minutos no pude concentrarme en nada. Me sentía muy extraño, incómodo. Pero también me sentía completo y confiado.
Solo cuando mi mente se calmo lo suficiente pude por fin mirar a mi alrrededor.
Estaba oscuro, ¿era de noche tal vez? La luz de una hoguera iluminaba un lugar cercano. Pero extrañamente no sentía su calor, aun diría mas, ¡sentía la fria agua rodeandome por todas partes!
Me encontraba en un pequeño arroyo. Pero no a uno de sus lados, ¡sino bajo el agua! Rodeado por un bosque que no había visto nunca, con plantas que no reconocía y animales de los que no sabría definir la especie. Era raro, me sentía bien, allí, dentro del agua. Era un sentimiento muy diferente del que tenía al respirar bajo el agua con mi efecto.
-¡Hola! Buenas noches. -dijo una voz masculina, mitigada por el agua, junto a la hogera -¿No te parece que hoy las lunas están preciosas?
-¿Lunas? -pregunté un poco desconcertado.
Miré hacia el cielo. En el centro se encontraban flotando tres brillantes lunas. La mayor era blanca con vetas terráqueas, misteriosa y tranquila. La segunda y más grade, era de un hermoso azul oscuro con toques verdes. Me sentí muy atraído por ella. La última y más pequeña era de un potente color rojo escarlata, como una gota de sangre en medio del firmamento.
-Sí, están preciosas. -dije tranquilo. Tenía la sensación de que era normal que hubiese tres lunas en el cielo, como si siempre huviese sido así, pero después de pensarlo un momento me di cuenta de que pensar que eso era normal era de lo más anormal.
-Sí, están muy bonitas en esta época del año. ¡Eh, joven! ¿Que hacíais aquí en medio del bosque? Has tenido mucha suerte de que os encontrásemos, podria habersete secado la piel y eso es mortal para ti y los tuyos, ¿no? ¿Es que tal vez os habíais perdido? ¿O venís por un casual a hacer el ritual prohibido? -dijo aquella última frase entre susurros, como si no quisiera que alguien lo escuchase, pero también que quisiera captar mi atención.
-¿Ritual? -pregunté desorientado.
-¿Eso es un no? -su voz sonaba más bien decepcionada -Pues que hacían juntos un tritón y una vampiresa?
-¿Tritón, vampiresa? ¿Dónde estoy? -pregunté inquieto. ¿Porque estaban saliendo nombres de especies de fantasía como si fueran normales? Espera... ¿solo dos personas?
-Esta juventud, ¡tan mal educada como siempre! ¿Que dónde estamos? ¡Estamos en el mundo de Seúl! ¡En el continente de Mitach! ¡En el país de Selenia! ¡En el bosque de Leprechen! Cerca del Templo prohibido de Karnator. ¿Es que has perdido la memoria o qué muchacho? -dijo el hombre con pasión haciendo gestos teatrales con las manos.
-No, no la he perdido. Pero es que acabo de llegar aquí... por casualidad. -dije haciendo un esfuerzo.
Saqué mi cabeza del agua, me costaba respirar pero con el apoyo de mis efectos no fué mucho problema. Me pregunté como era que ese sujeto podía escucharme si estaba bajo el agua. Me fijé en que el hombre, tenía pinta de renacentista de alta cuna. Aunque como estaba sentado entre las sombras no podía verlo bien. Mi querida espada se encontraba a su lado, apoyada en un árbol.
Me molestó.
-¿Podrías devolverme mi espada por favor? -pero no me hizo ni caso. Mira quien habla de educación. Pensé enfadado.
-¡¿Llegar?! ¡Aquí no se llega! Aquí se viene o no se viene. Esta demasiado lejos de todo lo demas como para que se pueda llegar de forma tan casual. ¿Es que no has aprendido nada de geografía en tus como mínimo cuarenta años de vida, tritón? -este comentario me desconcertó. Y en ese preciso instante mi mente aun adormecida se acabó de desperar.
-¡Estoy en otra dimensión Iun! ¡En uno de sus universos! ¡En uno de sus planetas!
Caí aquí por casualidad después de mirar dentro de una dimensión que me parecía diferente al resto. Tenia tanta curiosidad que aunque había otra más cerca no pude resistirme. El hombre se me acercó extrañado, y por fin, pude verle la cara escondida entre las sombras.
Tenia el pelo negro con vetas grises y unos ojos tan rojos que parecían brillar en la oscuridad. En su boca entreabierta se podían constatar unos largos y filosos colmillos. La palabra "vampiro" venia a la mente solo con mirarlo. De pronto me di cuenta de algo más urgente.
-Lo he dicho en voz alta, ¿no? -pregunte. El vampiro hizo un leve asentimiento.