Victimas Del Más Allá

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Marina [...]

Con suerte podría decir que dormimos cuatro horas. ¿Por qué? Porque nos habíamos olvidado de un pequeño detalle: el hospital no nos iba a dar camillas para dormir. Así que por lo tanto tuvimos que dormir afuera de la sala, nos acomodamos en las sillas de plástico y tratamos de descansar. Obviamente se nos vio imposible el solo hecho de pensar que podíamos dormir ahí. Nuestra espalda y cabeza dolían rotundamente por la posición en la que estábamos y el ruido de las personas en el hospital se hacía cada vez más grandes. Los doctores iban y venían por todos lados.

Abrí los ojos de una vez, porque los tenía cerrados solo por gusto, y mire hacia mí alrededor. Los padres de Matías no estaban. Tampoco estaba Facundo. Agustín estaba a mi lado, ya despierto, acariciándome el pelo: como siempre. Él me dijo que Kelsey y Pilar habían ido a la cafetería en busca de algo que nos despierte un poco.

Facundo [...]

—"¿Estará bien?"—pregunte acercándome a Iván, quien estaba mirando por la ventana a Matías.

—"Eso creo."—dijo sin despegar la vista de el.

—"Lo lamento mucho. Fue nuestra culpa, no deberíamos haber tocado nada sobre ese tema."—suspiré asumiendo la culpa. Si nosotros no nos hubiésemos preocupado tanto eso no hubiese sucedido.

—"La culpa no fue de ustedes."—dijo haciéndome confundir. —"Fue de Fabiana."—dijo susurrando un poco y mirándome fijamente. —"Mira, Fabiana no es lo que parece. Su pasado es oscuro, como ella. Hizo tantas cosas horribles. Ayer entre a mi casa y escuche a Fabiana reprocharse contra Matías."—comenzó a contar lo que había pasado. —"Y bueno, dije lo que dije."

—"¿Qué dijiste?"—pregunte curioso.

—"La verdad."

—"¿Cual verdad?"—volví a preguntar confundido.

—"Que Fabiana es una asesina."

—"¿Eh?"—me sorprendí al instante. Imposible.

—"Después les cuento todo, ahora anda con tus amigos que en cuanto Matías se despierte, ya le dan el alta."

                                                                                                                                              [...]

Pilar [...]

La noche ya me había alcanzado. Abrí mi computadora en busca de nueva información. Después de haber acompañado a Matías a su casa, me dijo que me llevara su computadora ya que el había encontrado algo. Millones de veces nos insistió para salir de la cama e investigar con nosotros y bueno, nosotros millones de veces le dijimos no. Me conto que había recopilado alguna que otra información y me mando también algunos screenshots por Whatsapp.

Tipie la dirección de google que decía en el screenshots y comencé a navegar por aquella web. La web era demasiado anti estética, de hecho, me costó muchísimo encontrarla. De un momento para el otro, pude ver una foto de un libro. "Secta 12. Hören Sie nie auf zu glauben dass es immer Einen Infizierten gibt."

No podía creer que aquel libro me sonara familiar. Me preguntaba donde lo había visto. Miré en la web y descubrí que se podía comprar. Ja, imposible. Analicé todo lo que había escrito Matías y me di cuenta que de que además de no tener 300 dólares, tampoco iba a dar mi información personal a una tal "Secta 12" Escuché los pasos de mi madre acercarse y rápidamente cambie de sitio web.

—"¿Qué haces? —se acercó a mí.

—"Tarea."

—"Vine para decirte que ahora te quedarás sola en casa." —dijo. —"Iremos al médico con el abuelo, ya sabes, —comenzó a susurrar suavemente. — por su problema en el corazón."

—"Esta bien."

—"Cierras las persianas y cualquier cosa nos llamas ¿Ok?"

—"Claro."

Cerró la puerta de mi habitación y me hice saber que este era el momento indicado. Yo sabía que en algún momento de mi vida, a ese libro, lo había visto. Recordé la biblioteca de mi abuelo: un lugar prohibido.

Mi abuelo se mudó a mi casa porque cuando mi abuela falleció, sufrió de una fuerte depresión que le causó problemas en su corazón. Entonces, decidimos que se mudara para que pasara tiempos más divertidos con nosotros. Además de tener su propia habitación, esta, daba acceso a un pequeño sótano donde se encontraba la biblioteca.

Nunca me dejo pasar a ese sótano. Ni a mi madre, ni a mi padre... ¡A nadie! No sabíamos porqué... Pero aquel momento era el indicado para romper alguna que otra "regla."

Odiaba invadir la privacidad de las personas sin su permiso. Y en ese momento mi cabeza daba vueltas que tenía que separar. No invadir la privacidad de alguien o husmear en la biblioteca sin que me importara nada. Obvio que dando a conocer las opciones así de relatadas, iba a elegir no invadir su privacidad pero... Quedarme con la intriga para siempre o tratar de encontrar algo que sirva o por lo menos intentarlo.

Me cansé de pensar y me paré rápidamente de mi silla hasta que mi corazón paro por un segundo al escuchar la llave dar vueltas por la cerradura de la puerta. Claro. ¿Quién se va sin dejar las puertas cerradas? Había sido mi madre.

Temblorosa y llena de culpa me dirigí hasta la habitación de mi abuelo y enfoqué mi mente en encontrar algo que sirva o... El libro. Miré a su alrededor. Su cama estaba desordenada y su armario abierto. Me apuré y me acerqué a la puerta que tenía colocada en su cerradura una llave. Abrí la puerta e impulse a mi cuerpo a prender la luz. Baje las escaleras mientras mis manos se deslizaban por el barandal hasta que termine de bajar.

Admire aquel lugar y recapacite que tenía que apurarme por si mi madre y mi abuelo volvían. Me aproxime al mueble lleno de libros y dije: —"Esto va a llevar un buen rato." — Abrí, limpié y ordene todos los libros de la biblioteca con el pensamiento de tan solo encontrar ese libro de Secta 12.

No encontré nada. Sí. No encontré nada. Me senté en uno de los sillones individuales y respire ondo y profundo para evitar que el estrés se apoderara de mí. Cerré los ojos y pensé y pensé. Al frente mío, había una caja de madera roja, con sus puntas gastadas y detalles en dorado. En su tapa había una especie de frase que no pude leer ya que la caja era vieja y se notaba que estaba gastada. La puse sobre mis piernas y antes de abrirme me plantee: —"Sé que esto me da culpa... Pero debería dejar que ese sentimiento se vaya sabiendo que estoy ayudando a Agustín." — Abrí la caja y encontré lo que estaba buscando; El libro y el recuerdo.




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