Victoria lo dulce del dolor

Cap.: 15

Victoria se quedó realmente sin habla y su corazón se aceleró ¿Estaba Keidan diciendo que ella le gustaba? Y que era desde hace tiempo, esto la confundía más. Sin embargo, otra vez la campana la salvó, sus padres llegaron y llamaron a Victoria.

- ¡Victoria, hija! ¡Te busca un amigo! - se escuchó la voz de su madre.

- ¡Ya voy! - dijo levantándose y fijando su vista en Keidan.

- No te preocupes. - Le dedicó una sonrisa. - No tienes que dar una respuesta, puedes ir. - desvío la mirada.

Ella no supo, que decir, no es que no quisiera darle una respuesta, era que al igual que para Nicolás, no tenía ninguna, ella nunca se le pasó por la cabeza que harían eso y ambos el mismo día, se sentía agobiada. Por lo que decidió bajar.

Al bajar se topó con los ojos angustiados de Dariel. Él cual hablaba con su papá (muy nervioso, por cierto) lo que le pareció muy gracioso, por lo que decidió aligerar su carga un poco.

- Ya sé a qué vienes. - dijo llamando su atención. - No me lo digas, es por Jessica ¿No es cierto? - se puso seria. - Y ahora quieres cortar conmigo y no sabes cómo decírmelo. - dijo dramática. - Mejor vete ahora y no me hagas sufrir. - se puso una mano en el pecho.

- ¡Bravo! ¡Bravo! - dijo con una sonrisa y aplaudiendo, lo que confundió más al padre de Victoria.

- Gracias, gracias, estaré aquí todas las semanas. - dijo haciendo reverencias y ambos ríen. - papá es sólo mi compañero de teatro y un amigo, nada más. - aseguró, por lo que este se fue, más tranquilo, aunque, aun así, prometió vigilarlos. - ¿Y? Podría ser tu compañera de actuación ahora.

- Claro, cuando quiera morir de hambre te aviso. - dijo entre risas. - Sabes que me vi obligado a aplaudir, ya que me salvaste de tu padre.

- Que malo. - hizo una rabieta fingida, lo que le hizo sonreír. - ¿Y? ¿por qué me buscabas?

- Es que tengo que hablar contigo... - pasó a ponerse serio. - a solas.

Enseguida Victoria lo vio con confusión, no entendía a que se referían, estaban solos, no había nadie más allí. Miró al rededor y entonces lo vio, Keidan estaba allí en las escaleras mirándolo fijamente.

- ¡Oh! Claro, demos un paseo. - dijo señalando la puerta y él sólo asintió. - ¡Mamá, papá saldré con Dariel por un momento!

Aviso mientras tomaba su chaqueta y se dirigía hacia la salida.

- ¡Entonceeees! - expresó después de caminar por un rato.

- ¿Te han dicho que eres muy linda? - la miró de reojo, desde que la había conocido, se había sentido atraído por ella, pero no como chica, era como si ya la conociera de antes, se sentía muy familiar.

- Demasiado últimamente, a decir verdad - dijo más para sí misma que para él, más él lo escuchó - ¿Te molestaría que te pidiera que no lo hicieras tú? - bajo la mirada y solo se mantuvo callado. - ¡Vamos Dariel! ¿Qué es lo que querías decirme? - se posicionó frente a él caminando en reversa.

- No lo hagas, te puedes caer. - dijo algo preocupado, tratando de detenerla.

- Eres un aguafiestas, no me caeré y así tengo un mejor ángulo de tu cara, sabes tú… ¡¡ah!! - trató de decir, más se resbaló hacia atrás.

Justo en ese momento, antes de caer, él la sostuvo, por lo que ambos se quedaron hay por varios segundos, viéndose a los ojos, a centímetros del otro.

- Por esto te dije que no lo hicieras. - la regaño. - deberías tener más cuidado. - la levantó. - te dije que te caerías. - se aclaró la garganta, que se había resecado por el susto.

Era como si algo faltara en su memoria, como ella faltara, era como tener algo en la punta de la lengua y no poder decirlo, no sabía en qué parte de su memoria ubicarla, pero estaba ahí su madre y el señor Andrew tenían razón, él también sentía conocerla.

- Y ¿Qué querías decirme? - trató de cambiar el tema.

- Es que... ¿Recuerdas que me habías pedido que te ayudará a buscar a tus padres? - la observó.

- ¡Si, claro! ¿Investigaste algo? - dijo ilusionada.

- Es lo que tengo que decirte, lo cierto es que no encontré nada. - dijo con cuidado.

- ¿Qué? ¿Cómo puede ser? - la palabra confusión era poca para lo que sentía en ese momento.

- Yo estaba igual que tu cuando me enteré, pero esa es la verdad: no hay nada, ni papeles de adopción, ni información sobre ti en ningún orfanato, nada ¿No te acuerdas de algo del orfanato donde te tenían, nada? - preguntó esperanzado.

Ella trato de hacer memoria.

- La verdad si recuerdo varias cosas, como una señora mayor que me cuidaba y un patio grande donde jugaba con otros chicos. - siguió pensando. - Pero nada de nombre ni dada, era muy pequeña y mis padres no hablan sobre eso.

- Lo entiendo, pero así es difícil investigar. De todas formas, si recuerdas algo, cualquier cosa…

- Gracias... - lo miro fijó. - por ayudarme con todo esto, no hubiera podido sola, no sé cómo agradecerte que lo hagas por mí. - lo tomó de las manos y le dedicó una sonrisa.

- ¡Oye! No tienes que agradecerme nada, para que están los amigo sino. - se soltó de su agarre y la abrazó. - sé qué harías lo mismo por mí y sino no pasa nada, me gusta ayudarte. - Le aseguro. - hablando de eso, quería preguntarte... - rasco su nuca.

- ¿Qué? - le motivó, pero el continuo callado. - ¿Qué? ¿Qué? - dijo riendo por su nerviosismo.

- Es que hay un viaje ¿sabes? Todos los años mi madre me manda de vacaciones a nuestra casa en la playa y siempre voy solo, entonces quisiera saber si...

- ¿Si quisiera ir contigo? - terminó su frase.

- Si, sino quieres...

- Si. - lo volvió a interrumpir.

- ¿Si? - la miró incrédulo.

- Si. - repitió.

- ¿En serio? - preguntó aún sin creerlo.

- ¡Si! - dijo riendo, por su emoción, de verdad parecía que daría saltitos de alegría en cualquier momento. - sólo hay una cosa.

- Dime qué.

- Tienes que convencer a mis padres. – dijo y se fue su sonrisa.



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En el texto hay: secretos, amor, odio

Editado: 15.01.2023

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