Estaba a punto de rendirse cuando vio la puerta abriese de un fuerte azote y a un policía entrar rápidamente y sacarlos, para ese punto ninguno de los dos estaba del todo consciente más, aun así, tomó la mano al policía que los alejaban de la casa.
- Todavía... hay alguien a dentro. - trató de decir mientras tocia.
- ¿Qué? - el policía trató de escuchar lo que decía acercándose a él.
- Hay una chica adentro. - volvió a decir.
Por lo que el policía dio la vuelta y trato de volver para entrar a la casa, más justo en ese momento la casa estalló, al parecer por la tubería de gas de la casa, por lo que todos miraron hacia ella estupefactos.
- ¡¡¡Victoria!!! - grito Keidan tirándose de la camilla y desgarrado su garganta en el proceso.
Sus ojos estaban muy abiertos y repletos de lágrimas, más ya la voz no salía de su garganta. Intentó rápidamente volver a entrar, más de inmediato los paramédicos los detuvieron, aunque no llegaría muy lejos, se haría aún más daño. Entonces en ese preciso momento llegaron un par de autos, eran las madres de Victoria que en cuanto supieron la ubicación se dirigieron enseguida al lugar, enseguida buscaron a Victoria entre los chicos un tanto desesperadas y al no verla se miraron asustadas.
- ¿Dónde está? - pregunta hacia Víctor la señora Daniels.
Sabía a quién se refería, más el solo la mira con lágrimas en los ojos e indirectamente mira hacia la casa haciendo que sus ojos se abran con fuerza y se llenen de lágrimas.
- ¡No! - dijo llamando la atención de Miriam y Dariel
Y al ver hacía donde veía Miriam se cubrió la boca con las manos mientras lloraba, por lo que su esposo se apresuró en abrazarla. Dariel sólo apretó los dientes con fuerza mientras las lágrimas salían de sus ojos, no lo podían creer.
- ¡¡No!! ¡¡No otra vez!! - dijo mientras todo dentro de ella se destruía.
Entonces corrió, corrió con todas sus fuerzas a la casa que era consumida por las llamas esquivando y apartando a los policías que trataban de detener, más unos brazos la detuvieron antes de llegar.
- Basta - dijo con lágrimas en los ojos, una voz que ella supo reconocer. - No te dejaré entrar allí, no te perderé a ti también. - la envolvió en un abrazo en el que ella sólo lloró, esto era como perderla dos veces sólo que ahora era para siempre y el dolor punzante en su pecho se hacía vigente, la vida la odiaba y la estaba castigado.
Ese mismo pensamiento fue compartido por todas las personas que lloraban desconsolados en aquel lugar por Victoria.
...
Pov Keidan.
Me habían dicho que los funerales eran tristes, pero nunca uno fue tan triste como el tuyo. No pude ver tu rostro pálido o tu hermosa sonrisa jamás, no hubo un ataúd, no hubo cenizas, nada de verte por última vez, sólo dolor y llanto que trataba de sacar un sentimiento amargo de nuestros pechos. Ese día se llevaron presos a nuestros padres, ese día me apuntaron la pierna, pero nada tan doloroso como mi castigo por herirte, ese fue perderte, perderte para siempre, algo con lo que no puedo vivir. Me vuelve loco por cualquier lugar en que pasó y cualquier persona a la que veo, todo me recuerda a ti, me recuerda que perdí el tiempo en venganzas sin sentidos que no valieron la pena.
Ahora mismo lo único que quisiera es regresar el tiempo y mi peor tortura es que no puedo. No se puede hacer eso, ya que se vive eternamente con lo que hiciste, con las decisiones que tomaste y ellas te consumen.
Ahora lo sé, todos tenemos un pequeño monstruo dentro, uno que no es nada amable, es ingerido y petulante, orgulloso. La diferencia es que no todos dejamos que ese monstruo nos controle, al contrario, hacemos todo lo necesario para no verlo salir. Esa es la diferencia entre el bien y el mal, pero a veces el mal se siente tan bien que se confunde con el bien. Y ahora me arrepiento de haberlo dejado salir contigo, yo me convertí en ese monstruo y lo peor es que aun así disté tu vida por mí y eso me está matando.
Si hubiera sabido esto, te hubiera dicho te amo, te hubiese abrazado más fuerte, te hubiese besado como si no hubiera mañana, pero lo peor de dar el último abrazo a la persona que amas, es justo eso, no saber que es el último. Miras el tiempo como si no fuera nada y luego quisieras detener el tiempo justo en ese momento, que el momento no terminará, que el tiempo se congelará, que los segundos fueran eternos y decir las cosas que jamás te entrevisté a decir por miedo, que el último roce dijera te amo y que con una mirada sintieran ese súper poder que extinguieron los humanos amor.
Esas palabras que jamás te dije y de las que me arrepiento haberme quedado para mí, haberlas guardado e ir con rodeos a algo tan claro, lamentó haberme encadenado a mis demonios, a mi dolor, a mi pasado y no notar la victoria que tenía a tu lado.
Aún no lo entiendo, como o porqué lo hiciste, pero me amaste tanto sin merecerlo, tanto que disté tu propia vida para salvarme a mí. Pero fui demasiado idiota para no darme cuenta a tiempo que lo único que querías era cariño. Ahora me doy cuenta que la vida no es cruel, los humanos somos los crueles, somos crueles sin darnos cuenta de que la estocada nos las damos a nosotros mismos.
Más después de todo esto, no me arrepiento de estar enamorado. Después de todo lo que viví junto a ti, sólo puede decir que de lo único que me arrepiento fue de no hacerte sonreír y causar tus lágrimas durante tanto tiempo, y ahora solo puedo decir adiós, adiós Vitoria, siempre te amaré.
...
He aquí la maldición de todo el que puede amar y no lo hace, es no poder cuando quiera hacerlo y arrepentirse toda la vida de ese hecho, sin poder hacer nada para cambiarlo.
Por eso si tienes una persona especial a tu lado, no desperdicies el tiempo y has que cada día sea como el último, porque no sabes cuál será el último.
Fin