Vida Abundante.

Al borde del limbo.

Durante los días siguientes, Beatriz se sintió como entre dos aguas,unas oscuras y desepcionantes,y otras,revueltas y desconocidas,temerosa de dar un paso hacia la libertad,esa libertad que se le presentaba incierta,sin ninguna seguridad económica, física o emocional.

Pero no quería quedarse ahí,en ese limbo gris, que no tenía fin.

Santiago, ignorante de todas sus luchas mentales, continuó como si nada hubiese sucedido,como si él nada hubiese hecho para fracturar, una y otra vez,su relación con su mujer.

A estás alturas del matrimonio,casi veinticinco años,ni siquiera se disculpaba por su deplorable conducta.

Años después, Beatriz había meditado en que Santiago era un hombre con una educación descuidada y nula de valores desde el hogar y con muchos traumas de infancia que lamentablemente no trató. Se encerró en su mismo y salió a flote solo para sí mismo.

Beatriz se rió. Sí,en medio de ese estado de indecisión, encontró cómico el hecho de que,estaban a punto de cumplir sus bodas de plata.

Bodas de plata. Sí,como no! Bodas de desilusión y cargas ,bodas de irresponsabilidad y maltrato físico y psicológico.

Bodas de plata con un hombre, que desde sus primeros años como marido y padre, había decidido amarse a sí mismo y a su propio bienestar e intereses,antes que a su familia,de quién era responsable.

No es que,amarse a sí mismo fuese algo malo. Sino que lamentablemente no había ahí un justo equilibrio de amor propio y responsabilidad.

-De qué te ríes?-

Santiago levantó la vista del plato de mondongo (menudo),que se bebía con fruición.,el caldo le escurrió por las comisuras de la boca,le bajó por el cuello y le llegó al pecho.

-De nada - dijo ella, mientras siguió lavando los platos y mirando hacia afuera por la ventanita de su casita de madera.

-Te encargo la playera azul y el pantalón de mezclilla,el nuevo que me regalaste -se empujó de nuevo el plato a la boca.

A ella le dió asco,ver el modo descuidado de comer de Santiago,muy dentro de ella sintió desprecio por él hombre que alguna vez había amado. Lo miró con disgusto.

Una luz de conocimiento de sí misma,le iluminó la mente. Ya no lo amaba. Desde cuándo?

-Por qué me miras así? -Se estaba enojando.

-Te manchaste- le extendió unas servilletas y bajó la mirada para ocultar sus emociones. Debía ser más precavida,su cara mostraba lo que sentía, fácilmente descifrable.

Terminó de lavar el plato y se fue a la habitación a preparar la ropa, suspiró. Escuchó a Santiago que se introdujo al cuarto de baño.

-Traeme la toalla - dijo gritando.

Eso significaba que él deseaba que ella le llevase todo. Toalla, ropa interior, y todo lo demás. Se apresuró a terminar de planchar el pantalón y darle una pasadita ( un planchado ligero y bajo ) a la playera. Lo preparó todo y se lo puso al alcance.

En cuanto Santiago salió de casa, Beatriz esperó unos minutos actuando normalmente para calmarse.

De verdad esperaba que él no se regresará. Pasada media hora,supo de cierto ,que él ya no iba a volver. Se puso unos gastados mocasines de piel que su amiga Teresa le había regalado y se fue con su vecina Paulina a pedir prestado un teléfono.

Con vergüenza y todo,le pidió a Paulina que le prestará su teléfono para marcarle a Andrés. A Paulina se le había descompuesto su celular, pero como estaba de un humor pasable para lidiar con la hija,le pidió a la muchacha que le prestase su teléfono a la vecina.

-Me voy a salir al patio,en un ratito te lo devuelvo mija -le dijo a la muchachita que estaba enfurruñada por tener que prestar su aparato celularitíco.

Realmente Beatriz tuvo temor de que Andrés no contestase la llamada. El teléfono sonó cinco veces antes de que su hijo contestase con un -Hola, quien habla?-

-Soy yo Andrés,tu mamá -

A continuación se desarrolló un diálogo bastante difícil para Beatriz. No le gustaba molestar a su hijo para nada. Pero pudo más su deseo de ser libre de su oscuro mar. Dió un paso tembloroso, más allá del limbo.

-Necesito que me prestes dinero hijo-

Hubo un silencio apabullante en la línea. Después le siguió un discurso bastante incómodo por parte de su hijo, que exponía las razones por las cuales no podía prestar dinero a su madre.

"Tengo muchos pagos, faltan diez días para la quincena,,etc,etc,etc...-

Beatriz nunca sabría cómo se envalentonó en ese momento crucial de su vida.

-Pues me da mucha pena hijo, pero vas a tener que conseguirme el dinero,yo ya no voy a depender de tú papá para nada,me voy por mi cuenta.-hizo una pausa - Es la única y última vez, que yo,tu madre,te molesto con un pedido de este tipo -

Andrés se quedó en silencio nuevamente. Al fin después de un asentimiento frío, acordó enviar un depósito al Oxxo, suficiente para rentar un cuarto pequeño, mientras ella conseguía trabajo.

Beatriz colgó la llamada. En cuanto llegaste el dinero se iría. Se pondría a buscar un cuarto (habitación) de renta.(alquiler). Debía ir a ver a Teresa,tal vez ella conocía a alguien que pudiese darle una buena información respecto a esto.

Se esperó un rato más, hasta que llegó el número con la clave del envío. Después borró los mensajes y el número de Andrés del historial de llamadas.

Le entregó el celular a la chica agradecida. Prometió ponerle una recarga de 50 pesos.

Agradeció a Paulina y salió de allí.




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