Vida Abundante.

Desastre y tragedia.

-Te extraño - la voz de la mujer, tenía un timbre triste y desalentado.

-He dicho que lo lamento Marí pero no puedo ir ahora-el lanzó un suspiro frustrado.- me equivoqué,y lo siento mucho por tí. Lo nuestro nunca debió pasar - suspiró de nuevo - ha sido un gran error y soy culpable -

-No puedo vivir sin tí Gerardo!,no puedo!- la voz de la mujer se quebró a través del teléfono y emitió unos sentidos sollozos.- puedes venir por favor!,solo está vez..- suplicó.- Si te veo me sentiré mejor, porfavor Gerardo ven!-

Un suspiro de exasperación brotó de la garganta de Gerardo. Estaba harto. Harto y culpable.

-Maria, yo no soy lo que tú necesitas, yo mismo soy un lío y estoy en un lío ahora mismo. No puedo verte ahora,mi hijo está convaleciente, porfavor te lo pido, compréndeme un poco, en cuanto todo se tranquilice, hablaremos -

La mujer siguió llorando y suplicando, entonces Gerardo se despidió entrecortadamente y con pocas palabras y colgó el teléfono.

Y la olvidó. La olvidó.

La había olvidado hasta esa noche, meses después , cuando escuchó su nombre en las noticias.

Estaba muerta. Se había suicidado.

Se reclinó los codos sobre las rodillas, una idea dió vuelta a su cabeza, sacó el teléfono de la bolsa de su bata. Lo abrió. Un montón de mensajes y audios de María. Tenía miedo leerlos, escucharlos.

Gerardo ven por favor... Gerardo tienes tiempo hoy?, me dijiste que vendrías cuando estuviese más tranquila tu situación. Vendrás por fin hoy?..

Y los mensajes seguían y seguían.

-Te esperé mucho tiempo Gerardo. He decidido irme. Se que no vas a volver. Te deseo felicidad, Adiós...-

La culpa lo hizo su presa.

En ese momento pudo recordar los sentimientos de impotencia que lo habían llevado a esa situación.

Tan fácil que había parecido dejarse llevar ,experimentar un poco, que se sentía pagarle a Martha con la misma moneda de infidelidad. Había estado muy herido, luego furioso y después nuevamente herido. Que no era él suficiente hombre, que ella había tenido que buscar a alguien más?

Que tenía Arturo que el no? Le había dado todo lo que podía, casa, estabilidad económica, amor, familia, aún así no fue suficiente.

Para Martha no había sido suficiente ,el no fue suficiente para ella y nunca lo sería.

La furia había hecho presa de él, cuando descubrió el amorío de Martha y Arturo, había sentido unas ganas locas de golpearlo hasta que desahogara toda la furia que le obscurecia el rostro y le llameaba la mirada.

Unas semanas después de que medio hospital sabía de los cuernos que Martha le había puesto, nada menos con el director del hospital, había conocido a María en una consulta.

Era una mujer muy bella y atrayente.

Le había tratado con respeto y atención. Y se había enredado con ella. Ella también tenía un esposo infiel y ausente.

El también había sido un esposo ausente en gran medida, pero lo había hecho para darle a su familia lo mejor, y sinceramente pensó que había actuado correctamente.

Ahora su pecado lo había alcanzado. Martha estaba con otro y María estaba muerta.

Y era su culpa, su culpa.

Sintió una pesadez cubrir su espíritu. Dónde iba a parar todo esto,cómo iba a enfrentar su vida que se estaba desintegrando ante sus ojos?

Y aún faltaba el golpe,el duro golpe que sería como un terremoto, sacudiendo sus vidas y sacando a flote todo aquello que ya no podía esconderse más tiempo.

Martha no había llegado a dormir esa noche. Se estaba volviendo costumbre. El sabía dónde estaba. Con Arturo. El hombre desvergonzado, había vuelto después de unos años y la había buscado de nuevo.

Ahora trabajaba para Hacienda. Y Martha había vuelto a creerle y engañar a su esposo con él.

Gerardo suspiró con amargura. Estaba harto. La gente bromeaba de ello a sus espaldas algunos,de frente unos pocos. Era un cornudo, así le decían a sus espaldas.Quería divorciarse de ella, pero temía afectar a Gera.

El teléfono de la casa sonó con insistencia. Soltó un suspiro, no había dormido casi nada.

-Diga -

-Es usted familia de Martha María......-

-Asi es-

-La sra. ha tenido un accidente -

Todo lo que sucedió después fue terrible. Correr al hospital,al mismo hospital donde laboraba a reconocer el cuerpo, escuchar el parte policiaco del accidente. Martha no estaba sola, iba en el asiento del copiloto del carro de Arturo Villarreal. Ambos muertos en un choque esa mañana.

Los colegas que lo supieron,lo compartieron. Tragedia, vergüenza.

Nuevamente la disciplina militar se impuso. Hizo lo que tenía que hacer como un autómata.

Arreglos funerales, comunicar la noticia a las familias hablar con sus hijos, con Maritza recién casada y su hijo de quince años. Eso fue lo más difícil de todo.

Abrazó a sus hijos y los sostuvo.

Cuando terminó el sepelio y la gente se fue, le pidió a su hija quedarse unos días, entonces se encerró en su habitación y desplomó. Y lloró. Era hombre,era militar, era médico, pero estaba llorando, porque estaba destrozado, completamente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.