Lucy
Salí hacia la entrada del colegio y justo como Rubén dijo, en diez minutos llegó. Se aparcó en el estacionamiento y se bajó para abrirme la puerta. Él es tan caballeroso como siempre.
-¿Qué tal te sientes?
-Mal. -dije y entré al auto. Él cerró la puerta y rodeó el auto para entrar por el otro lado.
-¿Por qué mal? -me preguntó y se abrochó el cinturón de seguridad.
-Pues ando de mal humor, quiero dormir y me duele el vientre. -dije y me recosté en el asiento con los ojos cerrados. Llevé mis manos al vientre, ahora sí que me estaba doliendo bastante.
-Con razón tu mal humor. -Rio y puso en marcha el auto. -pero tranquila, te haré un té y waffles.
-por eso eres mi hermano favorito.
-Todo por mi pulguita. -dijo y me despeinó la cabeza. Aparté su mano riendo y me volví a acomodar en el asiento. Lo bueno de viajar con Rubén, es que él me dejaba colocar la música que quisiera. Así que coloqué algo de música relajada durante el viaje.
Llegamos a casa. Esperaba que Derek no estuviera. Él siempre estaba escuchando su música ruidosa y yo quería estar en paz o por lo menos hasta que los gemelos llegaran, pero para eso falta por lo menos una hora y una hora de relajación en casa es un momento apreciable. Entramos y para mi mala suerte, ahí estaba Derek en el sillón.
La vida me odia.
-Hola chicos. -nos saludó.
-¿no se supone que no estabas en casa? -me crucé de brazos frente a él después de lanzar mi mochila a algún lado del sillón.
-en realidad si estaba aquí, solo no quería irte a recoger. -se encogió de hombros y lo fulminé con la mirada. Me senté a su lado y le robé la bolsa de frituras de las manos. Se quejó y chilló que se la devolviera, pero no lo hice ni lo pensaba hacer.
-aquí está tu té y los waffles. -avisó Rubén luego de un rato. Yo sonreí y recibí la bandeja para empezar a comer a gusto.
-¿solo a ella le traes? Qué injusto. -se quejó el tarado de mi lado. -Iré a traer a la cocina. -se levantó del sillón pero Rubén lo detuvo colocando una mano en su pecho.
-Solo a ella le traje, porque solo a ella le hice, ya no hay nada en la cocina. -Rio y le seguí la risa gracias a la cara de enojo que hizo mi hermano. Parecía un niño regañado. Se volvió a sentar a mi lado y acercó su mano a mi plato.
-ni lo pienses, Derek. -dije deteniéndolo antes de que me robara mi delicioso waffle. A Rubén se le da muy bien la cocina, amo cada comida que prepara y me encanta ayudar de vez en cuando.
***
La película terminó y el silencio y tranquilidad de la casa también. Derek estuvo con sus audífonos todo el rato así que no hizo mucho ruido. Los gemelos acaban de llegar y los demás tampoco tardarían mucho en volver con Derek quien los fue a recoger. Tan cómoda que estaba aquí en el sillón siendo consentida por mi hermano mayor. Es triste vivir en una casa de locos.
-¿Lucy, me ayudas con la tarea? -preguntó Dylan trayendo un libro en sus manos. Por lo menos era Dylan y no Dany, ese niño me sacaba de quicio porque le tenía que explicar cómo cinco veces para que entendiera. Dylan era más relajado y servía de tutor para su gemelo.
-claro, ¿Qué es?
-fracciones. -esto era lo que me faltaba. Matemáticas. Me gustaba la materia, pero mi cabeza hoy no quería pensar.
-Yo te voy a ayudar Dylan. Lucy anda como una fiera hoy. -Rio Rubén agarrándole el libro del niño para ir a la mesa.
-Wenas. -escuché la voz de Tomás en la entrada. -Ya llegamos gente.
-sí y no me importa. -dije cambiando los canales del televisor a ver que me encontraba. Si no encuentro nada, iré a dormir hasta que Tere venga.
-la amargada, sigue amargada al parecer. -lo escuché decir, pero lo ignoré.
-¿quieren ordenar pizza? -preguntó Rubén. Al parecer hoy no quería cocinar la cena.
-orilla de queso y tocino. -dijo Derek. Los demás concordaron con él. Bueno, hoy habría pizza de cena. Quisiera que fuera cacera porque a Rubén le quedan extremadamente deliciosas, pero ya que, comeremos pizza.
Me recosté en el sillón y coloqué un cojín bajo mi cabeza. Tenía sueño y la verdad es que no quería subir hasta mi habitación. Aunque creo que sería mejor que lo hiciera antes de que estos revoltosos comenzaran con su escándalo.
-oye, perezosa, ve a tu habitación, este es mi sillón. -me dijo Tomás. Yo no me molesté en abrir los ojos, solo me di la vuelta y me acomodé.
-siéntate en el suelo. -gruñí.
-Lucy, te lo estoy pidiendo a las buenas. -Podía imaginarlo con los brazos cruzados, pero eso no haría que me moviera de aquí.
-no molestes Tom. -escuché un suspiró de rendimiento por parte de él seguido por sentir sus brazos cargándome como costal de papas. -oye ¡bájame! -chillé golpeando su espalda con mis puños.
-esto te ganas por no hacerme caso hermanita. -dijo y me bajó para dejarme junto a las escaleras. Crucé mis brazos y fruncí el ceño; estaba cómoda.
-Solo por eso le diré a Tere que ya no venga. -dije queriendo molestar. Éste de inmediato se dio la vuelta con los ojos sumamente abiertos.
-¿Tere va a venir? -preguntó con sorpresa.
-no, ya no. -empecé a subir las escaleras.
-Perdón, perdón Lucy, no te volveré a molestar el resto del día, pero no le digas que no venga. -me suplicó. Amaba saber cuál era su punto débil. Era un punto a mi favor ¿no creen?
-arrodíllate. -le ordené.
-¿Qué? No voy a...
-bueno, entonces no quieres que ella venga ¿verdad? -éste suspiró rendido y se arrodilló sobre el primer escalón. Bajé hasta estar frente a él. -Ahora di: te amo Lucy, eres la mejor hermana del mundo.
-agh, te odio. -murmuró. -te amo Lucy, eres la mejor hermana del mundo. -dijo con desánimos, pero era suficiente para mí.
-Ya puedes irte lacayo.
-no soy tu lacayo. -se quejó mientras se levantaba.
-después de lo que hiciste lo eres, hermano. -dijo Alex desde el sillón con el celular en manos.