Tere
Desperté temprano como siempre. Hoy me sentía relajada gracias al haber estado en el spa el día anterior con Lucy. También fuimos de compras y eso me encantaba ya que mi mejor amiga era completamente sincera a la hora de darme su opinión acerca de la ropa. Si algo no le parecía, no se molestaba en guardarlo y me lo decía. Aunque a veces era muy sincera y directa, pero así era Lucy.
Me metí a la ducha y estuve ahí un rato. Era muy temprano, tenía tiempo extra para arreglarme.
Salí de la ducha y me arreglé de la misma manera que todas las mañanas. Hoy usaré un vestido que encontré en oferta ayer. Fue amor a primera vista, el color verde esmeralda de la tela era increíble. No pude con la tentación de usarlo tan pronto.
Busqué por mi armario esas zapatillas negras que si mal no recordaba, Tomás me regaló en mi cumpleaños el año pasado. No las usaba mucho, pero eran muy bonitas y cómodas ya que no traían ningún tacón ni nada. Además, quedaban perfectas con este vestido.
Me empecé a dar por vencida cuando había sacado el noventa por ciento de mis zapatos del armario y sin haber encontrado lo que buscaba. Suspiré y me levanté del suelo. Empecé a meterlo todo de nuevo en una forma desordenada. Cuando vuelva lo ordenaré. Me acerqué a mi cama y busqué bajo ella encontrándome con la caja de zapatos que buscaba.
Terminé de arreglarme y bajé las escaleras encontrándome con Chris, mi primo. Él era básicamente mi hermano, vivía aquí desde que mis tíos fallecieron en un accidente hace más de diez años. Mis papás decidieron criarlo, ya que mi mamá era muy cercana a su hermana y cuidar de su sobrino huérfano no era una molestia. Éramos muy cercanos, aunque no siempre es todo de color rosa.
Me supera por casi 5 años. A diferencia de mí, tenía un cabello color miel, pero sigue siendo rubio y ojos avellana, pero claramente era bastante obvio que había parentesco. Estudia medicina en la misma universidad que Rubén. De hecho son mejores amigos desde los diez años cuando ocurrió el accidente y vino a vivir acá. Por esa razón el hermano mayor de Lucy rondaba mucho por la casa. Quizá por eso me he sentido ligeramente atraía a él, pero Rubén es solo mi amigo.
-Buenos días Tere. -me saludó en cuanto entré a la cocina.
-Hola Christian. Buenos días, mamá. La saludé mientras me sentaba junto a Chris en la isla de la cocina.
-Hola cariño ¿Qué quieres desayunar?
-Solo yogurt y cereales, llevaré una manzana en el camino y compraré en el colegio.
-dime que no vas a comer la bazofia que venden en esa cafetería. -Chris se quejó.
-La señora de la cafetería cocina bastante bien para tu información.
-pero no sabes cómo preparan la comida.
-Déjame vivir. -me quejé devuelta.
-Ignóralo hija, ve y compra lo que quieras, pero procura que sea un buen desayuno ¿sí?
-Sí mamá. -dije y en un gesto infantil, le mostré la lengua a Chris. Él hizo el mismo gesto y salió de la cocina luego de lavar su plato.
Por unos minutos, la cocina quedó en completo silencio y una duda que rondaba por mi mentes hace días volvió a aparecer en mi cabeza. Mordí mi labio inferior, nerviosa porque no sabía si era el momento, pero si no lo hacía ahora ¿cuándo sería? ya ha pasado bastante tiempo y estaba en todo mi derecho de preguntar, así que aclaré mi garganta llamando la atención de mamá.
-¿Qué tal va todo con papá? -le pregunté tímida.
-de mal en peor. -fue lo único que dijo antes de salir de la cocina dejándome sola.
Mis padres habían estado teniendo muchos conflictos últimamente. Los últimos dos años discutían demasiado, mi única salida de escuchar sus gritos por las noches era ir a la habitación de Chris y acurrucarme a su lado. Nunca he entendido el porqué de sus peleas, jamás me he atrevido a preguntar al respecto, lo único que sabía era que por acuerdo mutuo, se dieron un tiempo separados para ver si todo volvía a funcionar, pero no estaba muy segura de si eso fuera a pasar.
No veía a papá desde hace dos o tres semanas cuando se fue de la casa. Cada día lo extrañaba más y cada día perdía las esperanzas de que todo se resolviera. Lo único que sabía de él, era que se estaba quedando en un apartamento junto con su hermana. Hemos hablado pocas veces, mamá jamás me ha prohibido verlo o hablarle porque sus problemas no tiene por qué afectarme a mí y a nuestra relación padre e hija. Sin embargo, no sé por qué no he hecho más para comunicarme con él. Quizá me da impotencia saber que esta relación está prendiendo en un hilo y lo más probable que termine haciendo, es llorar.
Terminé mis cereales en silencio y tomé una manzana de la mesa para esperar a Chris en la entrada de la casa intentando no pensar en el tema anterior. A los pocos minutos bajó con ropa diferente y me arrebató la manzana de la mano para darle una mordida.
-¡Oye! -me quejé.
-gracias, Teresa. -dijo y tomó las llaves del auto seguido de salir de la casa. Reí y lo seguí hasta el auto para tener un corto recorrido hasta el colegio. Me despedí de él rápidamente y bajé del auto. Sonreí al ver a mi mejor amiga esperándome en la entrada.
-Muy madrugadora últimamente ¿no? -bromeé recordando que estos últimos días había llegado antes que yo, lo cual nunca había sucedido. Siempre es al revés.
-Rubén está exigiéndonos más puntualidad. -bufó y rodó los ojos. Empezamos a caminar para dirigirnos a nuestros casilleros.
-algún día se te torceran los ojos si sigues rodándolos tanto.
-ay cállate, lo sé, pero lo hago inconscientemente. -me riñó abriendo su casillero y sacando sus libros.
-Tienes que aprender a dejarlo. -reí y la miré.
-Mejor vámonos al salón.