Lucy
Después de un rato, todos empezaron a entrar al salón, vi como mi hermano y Nicolás ingresaron hablando animadamente. Fulminé con la mirada al peli negro mientras caminaban hacia una mesa y se sentaban juntos. Solo esperaba que andando con Tomás de amigo, me lo quitara de encima por un rato.
El resto del día pasó mega aburrido. Tuvimos dos horas de clase libres por una reunión de profesores "urgente" que el director convocó.
Apenas tuvimos cinco minutos de matemática y llamó a todos los profesores. También perdimos biología y ya solo faltaba educación física que creo que la profesora también faltó. Según escuché, estaba enferma, pero no sé. Decidí ir a la cancha de basquetbol en dónde Tere ensayaba con las porristas mientras los chicos del equipo de básquet practicaban.
Me senté en una banca a observar. Ya solo tenían tres días para ensayar contando hoy, para el partido de básquet del viernes contra el equipo de un colegio en Arizona. Eran buenos contrincantes, pero no superan a nuestro equipo. La verdad, las porristas no iban tan mal como Tere había dicho, pero si necesitaban un poco más de esfuerzo. Había muchas chicas nuevas y eso dificulta el hecho de que todo saliera perfecto como le gusta a mi mejor amiga.
-¡oigan, ustedes dos, vengan para acá! -gritó Tere al ver a dos de sus chicas coqueteando con los chicos de básquet. Entre ellos, Theo. No me importó, pero se me hizo gracioso ver a Tere acercarse molesta ya que no se ve nada intimidante.
-Serías una porrista muy adorable. -escuché a mi lado. Volteé a ver a mi acosador: Nicolás.
-¿Por qué nunca dejas de acosarme? -me quejé. -y no, no sería una porrista linda. -bufé.
-Vine a hacer pruebas para entrar al equipo, pero el entrenador no ha llegado, entonces me senté a esperar. -dijo y se encogió de hombros. -y sí, creo que las porristas no necesitan a una pesimista en el equipo. -rio y se recostó en su asiento.
-aléjate de mí bicho raro. -le dije y me levanté de la banca.
-perdona, Lucila. -de inmediato me volteé a verlo.
-¿quién te lo dijo? ¿Quién te dijo mi nombre completo? -lo fulminé con la mirada.
-tengo mis métodos. -me observó con superioridad. Volteé a ver hacia los chicos de básquet para localizar a mi hermano. En cuanto lo vi, me acerqué casi corriendo. Estaba de espaldas, entonces, le arrebaté una pelota a un chico de las manos y se lo arrojé a Tomás directamente a la cabeza. Él al sentir el golpe se volteó hacia mí con una mano en la cabeza.
-¿pero que...? -No lo dejé terminar.
-¡Eres un maldito traicionero! -lo acusé acercándome a él.
-¿yo qué hice?
-no te hagas el inocente, sé que tú le dijiste mi nombre completo a Nicolás. -lo fulminé con la mirada y tomé otra pelota que estaba en el suelo y se la lancé. Él ágilmente la cachó.
-¿Qué? ¡Yo no le he dicho nada!
-¿quién más lo haría si no fueras tú? -me crucé de brazos.
-Alex. -dijo simple. Lo pensé unos Segundos, no lo creo. Él sabía cómo detestaba mi nombre completo y aunque muchas veces me llamara así, no se lo diría a nadie más para ser el único que me pudiera molestar con eso. Era imposible que él le dijera a Nicolás mi nombre completo. Tom estuvo más cerca.
-eres un mentiroso. -le quité otro balón a otro chico. En cuanto iba a lanzarlo, alguien me detuvo abrazándome por detrás con fuerza. Solté el balón y logré enganchar mi pierna en la de la persona detrás de mí para evitar que me levantara. Le di un cabezazo logrando hacer que me soltara los brazos y me agaché hasta poder tomar una de sus piernas y jalarla hasta hacerlo caer de espaldas.
Me arrepentí de haber hecho aquello en cuanto vi al entrenador en el suelo. Solté mi agarre y lo ayudé a levantarse.
-lo siento entrenador... yo... yo no quise hacerlo, no sabía que era usted. -Me disculpé rápidamente.
-tranquila, fue un gran método de defensa, pero no pensé que serías capaz de hacer algo así. -rio y se quejó de dolor.
-sí, mis hermanos me han enseñado mucho. -le sonreí nerviosa. -¿Está bien?
-No te preocupes, estaré bien.
-¿me castigará? -dije temerosa.
-No será necesario, admiro a una chica cuando puede defenderse de un hombre el doble de grande que ella. -río nuevamente y palmeó mi hombro. -Vaya a hacer otra cosa, pero no golpee a más profesores.
-lo intentaré. -reí con nerviosismo y me alejé de ahí después de lanzarle una mirada asesina a Tomás. Me fui a sentar en dónde estaba antes sin importarme que Nicolás seguía ahí. Éste me observaba atónito.
-¿en dónde aprendiste a hacer eso? -me preguntó de inmediato.
-Vivo con seis chicos, creo que es lógico que haya aprendido a defenderme ¿no? -reí y me recosté en la banca.
-¿seis chicos?
-sí, tengo seis hermanos ¿algún problema? -arqueé una ceja viéndolo.
-no, es solo que sigo sorprendido con lo que acabas de hacer. Pareces menos fuerte y ágil de lo que eres. El entrenador te dobla de tamaño y aun así lo derribaste como si nada.
-lo sé, suelo practicar bastante estas llaves con mis hermanos mayores. -me encogí de hombros. -son muy sobre protectores, pero también me han enseñado a defenderme por mí misma.
-cada vez veo más cosas de ti que no me esperaba. Eres como una caja llena de sorpresas. -me sonrió.
-ya que, mejor ve a ver si aceptan irritantes al equipo. -reí y le golpeé el hombro amistosamente.
-si me aceptan me debes cinco dólares.
-trato hecho. -estrechamos las manos y lo vi irse con los demás. Iba a disfrutar ver como lo rechazaban.
Me empecé a arrepentir de apostar con Nicolás luego de un rato. Era increíblemente bueno en basquetbol. Jugó tres contra uno y les ganó a los tres chicos. No fallaba con las canastas y sabía defender la pelota como profesional. Adiós cinco dólares.
Lo vi acercarse después de hablar con el entrenador. Llevaba su chaqueta del equipo en el hombro y una cara triunfadora. Saqué mi dinero y se lo di en cuanto llegó hasta estar frente a mí.