Lucy
Me recosté en mi cama algo pensativa. Hoy la actitud misteriosa de Alex no parecía tan misteriosa, más bien parecía algo deprimido y pensativo. Por hoy no lo molestaría, así que solo me dediqué a hacer tareas y estudiar hasta la hora de la cena. El estómago me rugía con fuerza ya que no había comido mucho en el almuerzo y en casa de Nicolás, solo había comido unas galletas con jalea que no me llenaron mucho.
Bajé las escaleras y mi hambre aumentó a la hora de sentir el olor a comida proveniente de la cocina. Corrí hacía allí y observé lo que mi hermano estaba preparando. Rubén estaba frente a la estufa mientras que Derek servía en platos de vidrio lo que ya estaba hecho. Uno de los gemelos también estaba ayudando a enjuagar vasos mientras el otro rellenaba los vasos ya limpios con refresco. Tomás se encontraba ahí también, pero este simplemente observaba a su celular con desinterés por la comida.
-¡Tengo hambre! -dije en casi un grito mientras me sentaba en una banca de la isla.
-ya te daré, solo deja que Rubén termine con la carne. -me avisó Derek volteandose hacia mí.
-si quieres, toma un poco de refresco. -escuché la voz de Dylan a un lado. Dirigí mi vista hacia él y tomé el vaso que me extendía.
-gracias, enano. -sonreí y le acaricié la cabeza. Le di un trago a mi bebida y sentí mi estómago relajarse un poco.
-si vas a estar en la cocina, por lo menos ayuda en algo. -dijo Rubén volteando hacia Tomás para fulminarlo con la mirada.
-Luego. -se limitó a responder sin despegar la vista de su teléfono.
-Dany, encárgate de él. -le dijo mi hermano mayor al más revoltoso de los gemelos. Éste sonrió maliciosamente y dejó de enjuagar vasos para correr tras Tomás quien ya sabía las maldades que ese pequeño niño podía hacer. La última vez que le dijeron a Daniel eso... Derek y Alex terminaron durmiendo afuera. Larga historia.
-¿Lucy, nos ayudas? -me preguntó Rubén sacando carne del sartén para colocarlo en un plato. Asentí y me acerqué a mis hermanos mayores para ayudarlos a servir las comidas y colocar los platos en la mesa. Llamé a los otros y me senté a casi devorar mi comida.
-¿quién le enseñó a ser tan... tan terrible a este niño? -se quejó Tomás mientras sostenía una bolsa con arroz en donde también se encontraba su celular mojado.
-eso dímelo tú. -rió Rubén mientras también se sentaba en la mesa.
-Esto no es gracioso. -respondió fulminando con la mirada a mi hermano mayor.
-Pues para mí sí. -volvió a reír y se formó una discusión entre ambos a los que ignoré por completo por seguir con mi cena. Alex fue el último en sentarse y comenzar a comer. Se notaba aun pensativo y algo triste. Apenas probó su comida y se retiró del comedor sin haber dicho palabra alguna.
-¿Qué le pasa a Alex? -preguntó Rubén al verlo irse.
-No lo sé y apenas comió un poco. -dijo Tomás viendo el plato del menor.
-¿Qué haces? -preguntó Derek con el ceño fruncido al ver a Tomás agarrando el plato medio lleno para servir las sobras en su plato.
-¿Qué no ves? Me estoy comiendo lo de Alex, no podemos desperdiciar comida. -dijo y continuó con su acción.
-Tú también estás muy callada, Lucy. -me dijo Rubén. Levanté la mirada y lo observé durante unos segundos para luego seguir comiendo.
-seguramente sigue enojada contigo. -dijo Tomás con la boca medio llena. Hice una mueca y tomé mi bebida.
-Sí y quiero comer en paz. -respondí y comí otro pedazo de carne perfectamente cocida. A pesar de seguir enojada con mi hermano mayor, no dejaba de adorar su comida.
-¿Aún sigues con eso? Ya pasaron más de cinco días, ¿Cómo es posible que sigas enojada conmigo? -me reclamó tirando bruscamente su tenedor contra el plato haciéndolo sonar fuertemente.
-Todo es posible en esta vida Rubén. -respondí con molestia y sin más, me levanté de la mesa para dirigirme a mi habitación.
Los últimos días me había limitado a solo hablar lo necesario con Rubén. La mayor parte del tiempo lo ignoraba y cuando nos llevó al colegio hace unos días, me senté en la parte de atrás para no tener que verlo directamente y prefería que Derek fuera a recogernos. Esta no se la perdonaría fácil a mi hermano.
Me encerré en mi habitación y coloqué música en mis audífonos. Intenté calmarme mientras seguía haciendo tareas. Aún tenía algo de hambre, pero no iba a bajar y volver a ver a Rubén. Quería dejarle en claro que seguía completamente molesta con él, así que traté de olvidarme de mi hambre.
Después de casi media hora, terminé mis deberes, pero seguía hambrienta. Posiblemente los chicos estaban en la sala viendo televisión o en sus habitaciones. No quería salir, pero el hambre podía más que yo y no me quedó de otra que bajar a la cocina y buscar siquiera una manzana que me llenara el estómago. Bajé y entré a la cocina. Observé en el estante una caja de barras de granola rellenas de mermelada de fruta. Relamí mis labios y traté de alcanzarlas, pero estaba muy alto. Intenté subirme a la encimera, pero alguien me detuvo y me bajó la caja.
-Yo podía hacerlo sola. -le dije a Rubén arrebatándole la caja de las manos. Lo fulminé con la mirada y saqué dos paquetes sabor uva.
-¿Cuánto tiempo estarás molesta conmigo?
-lo que se me dé la gana. -dije tajante mientras dejaba la caja en el estante de nuevo, solo que un poco más abajo en donde yo podía alcanzar con facilidad.
-Lucy, no me gusta estar así.
-Hubieras pensado eso antes de tratarme de esa manera. -le di una última mirada y salí de la cocina de nuevo a mi habitación. Me encerré como lo había hecho antes y abrí un paquete de granola para darle una mordida. Leves toques en mi puerta se escucharon.
Rodé los ojos y me recosté en mi cama.
-si eres Rubén, mejor vete. -dije y continué con mi barra de granola.
-Lucy, solo quiero arreglar las cosas, déjame pasar. -escuché al otro lado de la puerta.
-no. -respondí de inmediato y me coloqué mis audífonos.