Lucy
-shh, solo ponlo ahí. -empecé a escuchar algunos susurros mientras seguía medio dormida. Me moví y me acomodé. Seguramente aún era muy temprano para ir al colegio pero mis hermanos ya estaban despiertos.
-Cállate, casi la despiertas. -seguí escuchando los susurros que ya empezaban a ser irritantes. No entendía muy bien todo lo que decían, pero eran susurros molestos.
-¡tú solo ponlo!
-Dejen de pelear o se despertará. -empecé a gruñir al escuchar lo último. Quería dormir tranquila y esos ruidos lo evitaban. Seguidamente empecé a sentir algo mojado pasar repetidamente por todo mi rostro. Abrí los ojos e intenté quitarme lo que sea que estaba en mi cara dándome cuenta del cachorro que estaba sobre mí.
-¿pero... qué? -sonreí y éste se lanzó de nuevo a lamerme el rostro. Reí y lo aparté para luego tomarlo en brazos y bajar por las escaleras con la pequeña pug. Y si, era hembra y era una cosita sumamente pequeña. Entré a la cocina en donde todos mis hermanos se encontraban. Rubén, como siempre, estaba cocinando; Derek atragantándose con su desayuno al igual que Tomás mientras que Alex observaba su celular y los gemelos veían a Rubén.
-chicos ¿quién trajo esta perrita? -les pregunté. De inmediato todos me voltearon a ver.
-No sé, pregúntale al sujeto atrás tuyo. -me dijo Rubén con una sonrisa. Fruncí el ceño y me di la vuelta. De inmediato uno de mis hermanos me arrebató la cachorra de las manos sabiendo lo que iba a pasar.
-¡papi! -chillé corriendo hacia los brazos de mi papá para colgarme de su cuello. Él y me abrazó tan fuertemente como yo lo hacía.
-También te extrañe, princesa. -me soltó ligeramente y besó mi cabeza. Él era mucho, pero mucho más alto que yo, mi cabeza siempre quedaba en su pecho a la hora de abrazarlo y adoraba eso porque me sentía segura y oliendo su aroma. Desde niña adoraba el perfume de papá, era mi fragancia favorita y ya había extrañado sentir ese olor cerca de mí.
-¿Qué haces aquí? -le pregunté al soltarlo ligeramente.
-tengo algunos asuntos que hacer aquí en San José y estaré un par de días. -me explicó y sonreí para volverlo a abrazar.
-¿y mamá? -le pregunté con las esperanzas de que me dijera que estaba aquí también. Quería hablar de tantas cosas con ella ya que no la veía hace como un mes y medio.
Desde que mis padres firmaron su nuevo contrato, viajan demasiado. Lo más que han podido permanecer en casa desde eso, han sido 4 semanas. Ya después de eso solo procuran venir para fechas especiales como algunos cumpleaños, navidad y año nuevo o cuando tenían negocios acá. Que trabajaran fuera de la ciudad era muy complicado y no nos quedaba de otra que quedarnos solos. Esta vez habían estado un mes y medio afuera y ya me hacían muchísima falta.
-Lastimosamente no pudo venir, había algunos asuntos pendientes en las oficinas de Nueva York y no podíamos dejar las cosas a medias, entonces tuve que venir solo. -me explicó haciendo mi ánimo decaer ligeramente.
-¿Cuándo crees que vendrá? -le pregunté con una pequeña mueca triste.
-Pronto cariño, por ahora te traje lo que traías en manos. -dijo sonriendo.
-¿Es mía? -pregunté sintiendo las ganas de gritar en mi garganta.
-completamente tuya. -dijo entregándome un pequeño collar de un color azul celeste con líneas rosa intenso. Éste traía un dije de hueso al que solo le hacía falta colocar el nombre. Sonreí y chillé abrazando nuevamente a mi papá.
-¡Gracias, gracias, gracias!
-es hembra porque pensé que te gustaría más un poco de compañía femenina en esta casa llena de hombres.
-¡La amo! -sonreí y me volteé a buscar a mi nueva mascota. Ésta se encontraba en los brazos de Derek, inmediatamente se la arrebaté y la abracé.
-Me alegra que te guste, pero será mejor que la dejes un rato y te vayas a arreglar ya que solo te quedan como veinte minutos para irte al colegio. -me dijo quitándome la pug de las manos.
Abrí los ojos con impresión y revisé el reloj de la pared para darme cuenta de que ya me quedaba muy poco tiempo para irme. Corrí a mi habitación y tomé la ducha más rápida de mi vida para luego vestirme con lo primero que encontré. Me amarré el cabello en un moño despeinado y tomé mi mochila.
Entré nuevamente en la cocina y observé que solo Rubén y los gemelos estaban arreglados mientras que los demás seguían en pijama.
-¿Por qué ustedes no están arreglados?
-Había una fuga de gas y se cancelaron las clases. -me explicó Tomás tomando un sorbo de su taza de café.
-¡¿Por qué no me lo dijeron?! -grité tirando mi mochila al suelo.
-perdona, pero papá fue nuestro cómplice. -dijo Derek riendo. Volteé a ver a papá quien solo se encogió de hombros y ocultó su sonrisa tras su taza de café.
-a veces los detesto. -los fulminé con la mirada. Tomé a mi cachorra, su collar y un sándwich para luego subir a mi habitación. Dejé a la perrita en mi cama y ésta no tardó en acomodarse sobre mi almohada. Sonreí y me acosté a su lado.
-¿Cómo podemos llamarte chiquita? la observé y ésta empezó a mover la cola mientras daba pequeños brincos. -eres muy hiperactiva. Me recuerdas a una chispa eléctrica. -sonreí y ésta me ladró. -¿te gusta el nombre Chispita? -volvió a ladrar. -Chispa será.
***
Bajé las escaleras después de haber llamado a Tere para que viniera a conocer a mi nueva mascota. Estaba muy feliz y Chispa también. Al parecer estábamos destinadas a estar juntas ya que cuando vio a mis hermanos les ladró para que se alejaran y luego volvió hacia mí. Amaba a mi nueva mascota.
-ese animal tiene algo en contra de nosotros. -dijo Derek después de casi haber recibido una mordida de chispa.
-Es que sabe que son una amenaza en contra de mí. -dije acariciando la cabeza de mi chiquita.
-creo que fue una mala idea lo de su mascota, papá. -dijo Tomás con la vista fija en el animalito de mis piernas.