Nicolás
Bajé las escaleras y observé a mi hermana quien hacía animadamente la tarea al lado de los hermanos de Lucy. Al parecer ya se habían empezado a llevar bien. No sabía si sentirme tranquilo o algo preocupado. Sé que Gisele apenas es una niña, pero los celos de hermano mayor eran enormes cuando ella estaba con niños.
Es inevitable, ella es prácticamente lo más importante y preciado que mi madre dejó antes de partir. Mi hermana es su viva imagen tanto física como en actitud, pero igualmente es única y protegerla es mi deber.
Traté de ignorar mi instinto de hermano sobreprotector para no empezar con mis paranoias y me dirigí a la puerta encontrándome con Érica y Carlos. Los saludé y dejé pasar para seguir haciendo la tarea.
***
-¡terminamos! -dije soltando mi lápiz sobre las hojas. Todos suspiramos rendidos. Habían sido demasiados temas que se abordaron y algunos se me complicaron un poco por los diferentes métodos que se aplican acá en Estados Unidos, sin embargo, logramos abordarlo muy bien. Haber terminado había sido un alivio.
-creo que pensar me duele. -dijo Carlos con el rostro recostado sobre la mesa.
-no seas bobo. -rio Érica. -Mejor vámonos, tengo que ir a cenar a casa. -dijo mientras recogía sus cosas. Carlos con pereza se levantó y también guardó sus cosas.
-los acompaño a la salida. -dije levantándome también. Observé a Lucy quien hace rato estaba sentada en el suelo jugando con Félix porque había terminado su parte. Es realmente muy lista aunque parezca una de esas típicas chicas rebeldes que no prestan atención en clase. -¿Lucy, te quedas aquí? -le pregunté llamando su atención.
-Iré a ver qué hacen los gemelos. -respondió al mismo tiempo que se levantaba del suelo y se sacudía el polvo de los pantalones.
Los cuatro bajamos las escaleras. En la sala no había rastros de ninguno de los tres chicos. Solo esperaba que no estuvieran haciendo nada más que jugar en el patio o algo. A veces detestaba estos celos de hermano. Siempre me carcomía la cabeza cuando Gisele estaba acompañada y no estaba presente. Intenté ignorar mis pensamientos de nuevo y caminé hasta la puerta con Carlos y Érica detrás. Abrí y les hice espacio para pasar. Carlos fue el primero en salir despidiéndose de mí con un choque de puños. Seguidamente fue Érica, quien se detuvo un momento frente a mí.
-gracias por explicármelo todo, te juro que no entendía nada hasta ayer. -dijo y me sonrió tímida.
-No hay de qué. De todas formas era mi labor hacerlo siendo el representante del grupo. -le expliqué encogiéndome de hombros.
-pues... Eres muy buen representante. -rió ligeramente y apartó un mechón de cabello para colocarlo tras su oreja. -en serio que eres bueno explicando.
-Es un don. -bromeé y le sonreí.
-nos vemos mañana en clases. -se despidió mientras dejaba un beso en mi mejilla. Parpadeé repetidamente por algunos segundos. Eso había sido muy extraño.
Cerré la puerta después de que ella saliera y me volteé dispuesto a buscar a mi hermana en el patio, encontrándome con Lucy parada a un lado de las escaleras observando con una mirada burlona.
-Al parecer le gustas a alguien. -dijo al tiempo que levantaba ambas cejas sin dejar atrás su sonrisa burlona.
-Claro que no. -dije pasando a su lado después de rodar los ojos.
-de repente te estarán llegando cartitas de amor por parte de Érica. -escuché a mis espaldas. -tampoco te ilusiones tanto, a ella le gusta medio colegio y no bromeo, le gustaban todos mis hermanos, yo creo que tiene un problema o algo pareci... -sin querer seguir escuchándola, di la vuelta para verla a la cara haciéndola chocar con mi pecho. Inmediatamente me empujó y dio unos pasos atrás.
-Calladita te ves más bonita. -dije palmeando su cabeza como perro para luego ir a ver a Gisele quien se encontraba jugando un juego de mesa con los gemelos sobre el pasto. Me sentí más calmado en ese momento y entré nuevamente a la casa.
-Eres irritante. -dijo Lucy, seguidamente de empezar a subir las escaleras.
-quien habla, la cotorra burlona. -reí mientras la seguía hasta arriba.
-¡tú eres el maldito cotorro!
-Sabes muy bien que eso no es cierto Lucila.
-¡no me llames por mi nombre completo! -chilló más que molesta. Se detuvo frente la puerta que da hasta la terraza y me volteó a ver con el rostro más que rojo. Parecía estar lanzando cuchillos por los ojos y ahí supe que era el límite.
-Bueno, está bien. -volví a reír mientras ella gruñía molesta y salía a la terraza. No podía creer lo fácil que era hacer enojar a Lucy. Era gracioso verla así, pero sería bueno no molestarla tanto porque con esta chica era impredecible saber qué podría hacer después. -¿a qué hora vendrán por ti?
-¿Acaso quieres que ya me vaya? -se cruzó de brazos y alzó una ceja.
-no, solo pregunto.
-pues no sé, como a las seis. -dijo revisando su celular. Observé también el mío y eran apenas las cinco y veinte. Eso significaba que le quedaba bastante tiempo aquí.
-¿puedo mostrarte algo?
-depende... contigo no puedo esperar nada bueno. -dijo fulminándome con la mirada.
-Sé que esto te gustará. -sonreí y me dirigí hacia la orilla del balcón. Comencé a subirme en la baranda sintiendo la mirada fija de Lucy encima.
-¿Qué haces? Porque si estás tratando de suicidarte no quiero ser testigo de ello. -reí y negué con la cabeza.
-No me estoy suicidando. Solo quiero que veas bien por donde me paro y hagas lo mismo que yo. -le dije y seguí trepando hasta el tejado. Me acomodé donde siempre lo hago y observé desde mi lugar a Lucy, aunque apenas podía hacerlo desde el ángulo en el que me encontraba.
-¡no voy a subir hasta allí!
-¡ven, te prometo que no te caerás! -le grité de vuelta. -No seas gallina y ven acá. -dije intentando desafiarla, cosa que logré porque a los segundos la vi trepando hacia mí. Estiré mi brazo con la intención de ayudarla.