Lucy
-enanos, ya nos vamos. -Les avisé a mis hermanos. Ellos me voltearon a ver. Gisele hizo puchero mientras que los gemelos hicieron una mueca triste. -apúrense que papá ya viene en camino. -lo apresuré queriendo salir de la casa antes de que papá bajara del auto e interrogara a Nicolás haciéndome quedar en vergüenza al igual que mis hermanos aquella vez después del cumpleaños de Tomás.
-Adiós Gisele. -se despidieron los gemelos al unísono. Al instante ambos se voltearon a ver y se fulminaron con la mirada entre sí.
-adiós Gisele. -Me despedí también para no quedar mal como lo había hecho ayer.
Me dirigí a la puerta con los chicos con suma prisa. Abrí y desafortunadamente en cuanto lo hice, vi a mi papá a punto de tocar el timbre. Lo miré mal por unos pocos segundos, di un paso delante, dispuesta a irme y llevarlo antes de la desgracia.
-Tú debes ser Nicolás. -dijo observando detrás de mí. Chillé internamente, lamentándome por no haber sido más rápida.
-sí, y usted debe ser el padre de Lucy. -le extendió la mano y la estrechó. -un gusto conocerlo.
-El gusto es mío. -dijo con su tono de voz serio. Ya sabía lo que venía después de esto. Un sermón o un cuestionario.
Me quería matar, quizás si me cortara las venas aquí en frente de ellos sabrían que me siento completamente avergonzada.
-gracias por permitirle a Lucy venir a terminar la tarea. Me ayudó mucho, es un gran estudiante. -dijo y fruncí el ceño. En ningún momento le ayudé en algo, él no lo necesitaba en lo absoluto. Lo volteé a ver y observé en su mirada algo indescifrable. Luego me guiñó un ojo dejándome más confundida que antes.
-sí, trato de que mis hijos sobresalgan en sus estudios. -respondió papá acomodándose el saco.
-apuesto que usted también era buen estudiante. -le sonrió y lo fulminé con la mirada. Éste traía algo entre manos y no me estaba gustando.
-sí, se podría decir que sí.
-Al parecer también jugaba mucho deporte, no cualquiera luce tan fornido como usted.
-ah, es que solía jugar mucho fútbol americano en el colegio e Incluso era capitán. -respondió papá orgulloso. Esto ya era un caso perdido. Cuando papá hablaba de fútbol americano, eran pláticas de horas y horas.
-Me parece que también Rubén juega en la universidad ¿cierto?
-sí, ganó esa afición por mí.
-se nota. -y eso fue lo último que quise escuchar de esta conversación sin sentido.
-papi vámonos. -dije jalandolo del saco.
-espérate hija, ya nos iremos. -se quejó obligándome a soltarlo. Gruñí molesta y empecé a hurgarle el saco para ver si encontraba las llaves del auto para poder esperarlo allá. Él ni siquiera se inmutó y siguió hablando.
Los gemelos rieron desde su lugar, así que los miré mal y les señalé el auto. No renegaron y se dirigieron ahí.
-Mi papá solía jugar en el equipo aquí en San José, pero dejó cuando se fue a Inglaterra a estudiar. Yo soy un poco más fan del básquet, pero eso no impide que me guste mucho el americano.
-¿En qué colegio estudiaba? -le preguntó mientras trataba de apartarme de él para que dejara de hurgarle los bolsillos.
-en el mismo en el que estudio.
-¿Cuál es tu apellido? -frunció el ceño.
-Andrade.
-¿Lance Andrade?
-Sí ¿Conoce a mi padre?
-sí, cómo no. Éramos mejores amigos, hasta salía con mi mejor amiga. -dijo y me quedé quieta analizando el asunto.
Si el padre de Nicolás solía salir con la mejor amiga de papá... Eso significaba que el padre de Nicolás y la mamá de Tere fueron novios de adolescencia. Abrí los ojos como platos al conectar todas las piezas del rompecabezas.
-Luego nos distanciamos por completo cuando se fue a la universidad. No he sabido de él en más de veinte años. -terminó decir con tono de melancolía. -¿Está él en casa?
-por los momentos no, pero le puedo decir que lo buscó, seguro tampoco se ha olvidado de usted. -le dijo y vi como papá cambiaba su semblante triste por uno alegre.
-eso me alegraría mucho. -sonrió y le extendió la mano nuevamente a Nicolás.
-No hay de qué.
-es hora de irnos, lamento no poderme quedar a platicar, pero si no nos vamos ahorita, Lucy no va a dejar de molestar. -dijo y me volteó a ver.
-¿Y yo qué estoy haciendo? -me quejé con un tono chillón. Hace rato había dejado de hurgar su saco y bolsillos.
-un gusto conocerlo señor Roberts.
-dime Demian.
-está bien.
-¡Nico, tengo hambre! -escuché la voz de Gisele a lo lejos.
-debo irme, mi hermana me espera. -se despidió con la mano e ingresó nuevamente a la casa. Aproveché cuando papá se dio la vuelta para sacarle el dedo medio a Nicolás. Sé que me vio porque lo escuché reír cuando cerró bien la puerta.
Me dirigí al auto luego de mi padre y entré después de asegurarme que mis hermanos se abrocharon los cinturones. Noté a papá sonreír melancólicamente por la ventana. Me abroché el cinturón también y lo volteé a ver para luego romper el silencio.
-Nunca me dijiste que alguna vez tuviste un mejor amigo. Solo sabía de la tía Charlotte.
-sí, lo sé, pero es complicado, Lucy. Es una historia muy larga. -dijo sacando sus llaves del bolsillo interno de su saco. Por eso no las había encontrado, rayos.
-pues me gustaría escucharla. -me encogí de hombros mientras él encendía el auto. -Aún no puedo creer que el papá de Nicolás haya sido novio de tía Charlotte.
-lo sé, la verdad que nunca pensé encontrarme con él de nuevo. -dijo y vi como su mandíbula se tensó ligeramente.
-¿estás bien? -pregunté colocando la mano en su hombro.
Suspiró. -sí, perdona. Es que él y yo aún tenemos asuntos pendientes que resolver.
-¿Cómo cuáles? -pregunté curiosa. Aún quería escuchar esa historia.
-Para que entiendas, yo lo conocí alrededor de los 15 o 14 años, cuando llegó de España. Charlotte y él se gustaron de inmediato, pero no comenzaron a salir hasta casi un año después y eran la pareja perfecta.