Lucy
Llegué al colegio después de largos quince minutos caminando y digo largos porque simplemente caminamos sin pronunciar palabra alguna. Alex aún me preocupaba, no lo había oído hablar desde el otro día y estaba muy pensativo todo el tiempo mientras que Tomás iba jugando con su celular y yo debía vigilar que no se cruzara la calle y fuera atropellado.
No quise decir nada tampoco, pero luego hablaría con Alex sobre su situación y con Tomás también ¿a quién se le ocurre jugar en su celular mientras camina en la calle?
Al entrar al local, nos separamos y fui en busca de mi mejor amiga. La encontré hablando con unos chicos del equipo de fútbol que al parecer le estaban coqueteando. Rodé los ojos de inmediato y me acerqué.
-Miren quien viene ahí. -dijo uno de ellos mirando hacia mi dirección. Los demás presentes se voltearon también.
-lamento arruinarles sus estúpidos intentos de coqueteo hacia mi mejor amiga, pero me la tengo que llevar lejos de cualquiera de ustedes. -Les dediqué la sonrisa más falsa del mundo y tomé la mano de Tere y la llevé conmigo sin añadir nada más.
-Tú me celas más que papá. -dijo ella riendo y caminando a mi lado.
-lo sé, solo no quiero que un idiota te rompa el corazón otra vez. Además los hombres son unos idiotas.
-Ahora entiendo el porqué de tu soltería. -Rio haciéndome rodar los ojos. Al instante recibí una rociada de agua en mi cara. El ataque fue tan rápido, que no lo pude evitar.
-¡Teresa García! -me quejé en un grito. Posiblemente todos en el pasillo me estaban viendo, pero no me importó. Tere me había mojado la cara con un rociador de agua y sin razón alguna.
-es para que dejes de rodar tanto los ojos. Ayer Rubén me dio la sugerencia de rociarte agua cada vez que lo hagas. Así como los gatos cuando hacen algo malo. -dijo inocente mientras guardaba devuelta el rociador en su mochila y me entregaba un pañuelo.
-¡pero yo no soy un maldito gato! -me quejé secándome la cara con fastidio.
-Pero así aprenderás a no seguir haciéndolo. -volví a rodar los ojos como era costumbre y me percaté de lo que había hecho muy tarde porque me volvió a rociar agua encima.
-te detesto. -le dije y me volví a secar la cara.
-Yo sé que me amas. -me guiñó el ojo y me abstuve de querer rodarlos de nuevo.
-Hola compañera de horario. -escuché la voz de Nicolás seguido de que rodeara mis hombros con su brazo.
-ustedes se verían muy bien juntos. -dijo Tere en cuanto nos vio. Volteé a ver a Nicolás con una mueca y retiré su brazo de encima de mí.
-Tú, aléjate de mí. -le dije a Nicolás y me volteé hacia mi mejor amiga. -Y tú muy mal.
-acéptalo, nos veríamos adorables juntos. -volvió a decir el pelinegro, abrazándome con un brazo a la vez que reía. Tere río también y su semblante cambió de repente.
-¿se puede saber qué hacen tus manos alrededor de mi hermana?. -escuché a Tomás a mis espaldas.
-tranquilo, no estaba haciendo nada. -dijo Nicolás a la vez que me soltaba y miraba a mi hermano.
-no me gusta que andes tan pegado a ella.
-oye, sé lo que se sienten los celos de hermano mayor, pero tranquilízate un poco ¿sí? Solo estaba jugando un poco. Somos medio amigos, ella apenas me soporta.
-Más te vale y estamos en la misma situación. Apenas me soporta a mí también. -rodó los ojos lo cual me dio ganas de rociarlo a él también con agua. Lo cual no sucedió y me entristeció.
-¡Tomás, vente! -gritó Katia quien se encontraba con los demás chicos del grupo de amigos de Tomás. No entiendo cómo mi hermano podía juntarse con tanta chusma. La mayor parte de su grupo eran chicos de último año que se creían la gran cosa por ser populares.
-¡ya voy! Esperen un momento. -les dijo y volteó a ver hacia mi mejor amiga. -¿Tere, puedo hablar contigo un momento?
-sí, claro. -ella sonrió y pasó por en medio de Nicolás y de mí hasta llegar donde mi hermano. Le advertí con la mirada a Tomás para que se portara bien con mi mejor amiga y los dejé alejarse un tantito. Quería tenerlos bajo la mira.
-ya que ellos están allá entretenidos, te traigo un anunció que no sé si te va a gustar mucho.
-¿ahora qué te traes en manos? -me crucé de brazos frente a Nicolás.
-resulta que el cambio repentino de mi horario fue una equivocación. -dijo y fruncí el ceño. -resulta que fue un error del director y en realidad el cambio era para un Nicholas y no para mí.
-¿entonces ahora tendrás el mismo horario que antes?
-sí. -sonrió y quise matarme. Ya me había acostumbrado a no tenerlo durante dos horas de clase casi seguidas. Rodé los ojos y recibí otra rociada de agua por parte de él.
-¡¿Qué te pasa?! -le grité limpiándome la cara con las manos.
-Tere me dijo que trajera uno de estos y te rociara cuando rodaras los ojos. -se encogió de hombros guardando el rociador en su mochila.
-¡Te odio Tere! -le grité desde aquí. Ella me observó y me lanzó un beso para luego seguir hablando con mi hermano, ignorando mi mirada acusadora.
Tengo que quitarme esa costumbre si no quiero seguir sintiéndome como un gato.
Tere
Después de ver como mi mejor amiga mataba con la mirada a Tomás, me alejé un poco junto al susodicho. Me traía mucha intriga que quisiera hablar conmigo a solas, es extraño realmente. Nunca antes me lo había pedido. Jamás hubo problema en decirme cualquier cosa con gente alrededor. De alguna manera me ponía nerviosa a pesar de que no éramos los únicos en el pasillo.
-¿Qué pasa? -le pregunté en cuanto encontramos un punto del pasillo sin mucho tránsito de estudiantes.
-Sé que sonará algo extraño, pero te quería preguntar si no sé... tal vez un día de estos te gustaría ir a comer a algún lado. -preguntó un tanto nervioso lo cual me causaba ternura. No pude evitar sonreír.
-¿me estás invitando a una cita? -me atreví a preguntarle.