Vida Entre Chicos (sc Libro# 1)

34. Maestra suplente

Lucy

-Tere, ¿te encuentras bien? -le pregunté al final de la clase mientras guardábamos nuestras cosas para la siguiente clase. Durante toda la hora la había notado distraída y extremadamente callada. Ella no era así y eso me preocupaba bastante.

-¿Qué? Ah, no es nada.

-estás muy extraña desde que hablaste con Tomás. -dije y la fulminé con la mirada. -¿acaso hay algo que no me hayas dicho que pasó?

-no, claro que no. Simplemente he estado pensando en mi cumpleaños. Nada importante. -dijo despreocupada. Es mala mintiendo.

-si no fuera tan importante, ¿por qué te tiene distraída desde hace rato? -le pregunté tratando de sacarle la verdad. Ella iba a responder, ya la había convencido porque sabe lo insistente que puedo llegar a ser, sin embargo fue interrumpida por Nicolás, quien apareció de repente.

-¿van a su siguiente clase, señoritas? -Nos preguntó un tanto juguetón. Rodé los ojos y me volví a arrepentir. Fui rociada por ambos al mismo tiempo.

-¿acaso son ninjas? Dios, los odio. -gruñí mientras retiraba el agua de mis ojos. Tenía suerte que hoy no me había maquillado porque si hubiese sido así, tendría la cara peor que una viuda en el funeral de su tercer esposo.

-Vas a ver que esto hará maravillas. -dijo Tere con una sonrisa mientras agitaba su botellita.

-Mejor vamos a clase o llegaremos tarde. -dije y me acomodé la mochila en el hombro. Con amargura tomé el pañuelo que Nicolás me extendió y me dirigí a la salida siendo así seguida por ambos.

***

Educación física. No era exactamente mi clase preferida. Odiaba tener que hacer ejercicios inútiles que solo hacen que despierte con dolores por todo el cuerpo la mañana siguiente. Para los atletas esta clase era pan comido ya que aprovechaban cualquier minuto libre para ejercitarse. En cambio yo, preferiría leer un libro o escuchar música. No tenía opción, tenía que pasar esta clase y eso implicaba esforzarme más de lo debido para que la profesora lo notara y me diera por lo menos una nota satisfactoria para mí y mis padres.

-¿quieres? Debes estar bien hidratada para hoy. -me ofreció Nicolás extendiéndome una botella con agua. -Hoy toca correr.

-bueno... gracias, supongo. -dije algo confundida mientras tomaba la botella. Di un par de tragos y seguí con mis estiramientos en el suelo.

-oye, ahora que veo a la profesora... ¿te pidió la tarea que supuestamente yo te iba a hacer? -me preguntó sentándose a mi lado para copiar mi acción de estiramiento.

-no y la verdad espero que se le haya olvidado. -dije y levanté la mirada encontrándome con la profesora acompañada de una joven de más o menos unos veinte a veinticinco años a su lado.

Era bastante bonita, tenía el cabello por los hombros y éste era de un café bastante claro y ondulado, lo cual quedaba muy bien con su cara y tés blanca. Ojos grandes y cafés. Parecía ser más alta que yo, pero no por tanto. Sé que era de fuera del estado. Se le veía en la cara perfectamente.

La profesora llevaba un yeso en el brazo y unas vendas en una de sus piernas. Al parecer los rumores de su accidente eran ciertos. Pobre.

-chicos, chicas; vengan acá. -Nos pidió en voz alta. Me levanté del suelo rápidamente con la ayuda de Nicolás y nos dirigimos hacia la profesora para así rodearla a ella y su acompañante. -por asuntos de mi salud, no estaré presente sino hasta el próximo semestre. Así que durante estos últimos días, tendrán a Rachel, mi sobrina, como su maestra. -dijo presentando a la chica. -Ella es estudiante universitaria, así que no se ilusionen varones. De todas formas no les hará caso, acéptenlo. -dijo y apuntó a un grupo de chicos observando lascivamente a Rachel. Todos reímos incluyendo a la nueva maestra.

-bueno, es un gusto conocerlos a todos, como ya dijo su profesora, mi nombre es Rachel, tengo veintiún años y estudio en la universidad local en mi tercer año de artes, sin embargo soy una aficionada al deporte. Em... no sé qué más decir, solo que espero llevarme bien con ustedes y no recibir nada de comentarios ofensivos o piropos porque ahora yo soy la que manejará sus notas de educación física. -dijo y sonrió amablemente. No había tratado directamente con ella, pero ya me agradaba.

-ya oíste, cero piropos. -le dije a Nicolás burlonamente.

-¿y yo porque le daría mis piropos a ella?

-No sé, porque es linda supongo. -me encogí de hombros.

-em, estoy guardando mis piropos para otra persona.

-¿a quién? A Érica.

-¿sigues con eso? -esta vez fue él el que me fulminó con la mirada.

-pues sí, se le nota clarísimo que le gustas, solo observa las miraditas que te da. -dije observando la dirección en donde ella estaba. No se encontraba muy lejos, así que pudimos ver claramente sonrojándose cuando Nicolás se volteó a verla.

-para tu información, no. No los guardo para ella. -me dijo después de la corta mirada que le dio a la chica.

-Entonces... ¿a quién?

-No estoy muy seguro, pero en definitiva no es para Érica y mucho menos para una chica mayor casi cinco años. -dijo viendo a la maestra suplente hablar con su tía.

-como sea. -dije y me senté nuevamente en el suelo a seguir con mis estiramientos. Lo único que en realidad me gustaba de esta clase, era el hecho de que era de última hora y luego me iría a casa.

***

-¡Lucy! -escuché la voz de Tomás a mis espaldas mientras yo caminaba hacia la salida.

-¿Qué quieres? -pregunté y me volteé hacia él.

-¿Has visto a Alex? Rubén dice que vendrá por nosotros, ya viene cerca y no encuentro al niño.

-mmm, no, no lo veo desde la mañana. Le llamaré. -dije y saqué mi celular de la mochila con un tanto de dificultad. Al hacerlo, marqué rápidamente su número. Timbró varias veces hasta que se colgó la llamada. Así que lo volví a llamar, esta vez sí me contestó.

-¿Alex, dónde estás y por qué no contestabas?




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