Alex
Luego de salir temprano de clases, me dirigí hacia casa de Olive. No estaba seguro de saber lo que le iba a decir, pero vería que pasaba en cuanto llegara.
Cuando estaba cerca, mi celular comenzó a sonar dentro de mi mochila, cuando por fin lo encontré, la llamada se había colgado. Vi en el registro de llamadas. Resultaba ser Lucy. Seguramente ya volvería a llamar y así fue. Esta vez sí contesté.
-¿Alex, dónde estás y por qué no contestabas? -me preguntó de inmediato.
-larga historia y ya salí del colegio, ya le avisé a Rubén así que no se preocupen por mí. -expliqué sin detalle. No quería que nadie supiera que estoy aquí. Ni siquiera cuando llamé a Rubén le dije a dónde iba.
-¿ya vas a casa? -me preguntó.
-No exactamente, pero estaré allá dentro de un rato. -dije tratando de calmarla. Lucy solía ser muy paranoica a veces.
-está bien, pero me darás explicaciones en cuanto llegues. -me advirtió como si fuera mamá, lo cual me causó mucha gracia.
-sí, lo que digas, mamá. -dije burlonamente y colgué. Seguramente había quedado bastante molesta, pero me daba igual. A veces molestarla era bastante gracioso.
Finalmente, me acerqué a la casa. Curty me recibió como siempre. Empezó a mover la colita alegremente mientras se paraba sobre dos patas esperando un saludo mío. Sonreí y le acaricié la cabeza después de tocar el timbre.
La puerta se abrió y observé a Olive con un gorrito de lana sobre su cabeza. Éste no llevaba lentes así que suponía que estaba durmiendo porque de lo contrario siempre los llevaba puesto porque si no lo hacía le dolía la cabeza.
-Alex. -dijo indiferente. -espero y tengas las respuestas que llevo esperando.
-no exactamente... pero si tengo algunas cosas que decirte. -dije sincero. Él me hizo señas con las manos de que entrara y así hice. Me dirigí a uno de los sillones de terciopelo. En la mesa de centro se encontraban sus gafas. Lo cual confirmaba mis sospechas de que había estado acostado posiblemente a punto de dormir. Él se colocó las gafas y luego se acomodó en el sillón a una considerable distancia de mí.
-¿entonces? -trató de arquear una ceja, pero para su mala suerte, eso era algo que él no lograba hacer, por lo menos no del todo.
-yo, bueno la verdad te voy a ser sincero y es que aún no tengo una respuesta... no una clara por lo menos. -le expliqué y éste suspiró.
-Yo si tengo respuesta y ya te la he dicho. Sé que solo te avergüenzas de mí por el hecho de no ser como los demás chicos. -dijo y noté el dolor en sus ojos. Con su actitud me era aún más difícil pensar con claridad.
-Claro que no, Olive, tu sexualidad no tiene nada que ver. -Hablé con el tono más calmado que podía tener. Lo que quería evitar al venir acá eran más problemas de los que ya había.
-¿Entonces? No lo entiendo, dices ser mi mejor amigo pero no parece, ¡simplemente no lo entiendo! En realidad al que no entiendo es a ti. -dijo acusadoramente. En este momento ni siquiera me miraba directamente.
-si tú no lo entiendes, mucho menos yo. -dije frustrado.
-mira, te di la oportunidad que me dieras explicaciones, no lo cumpliste a pesar de tener día y noche para pensarlo. Te dije que si volvías era para responder mis preguntas y ni aun así. Te di el tiempo que me pediste, pero te dignaste a venir aquí posiblemente sin pensar las cosas. Ahora creo tengo en claro que no eres el amigo que yo pensé que eras cuando te conocí... yo... yo... -empezó a decir exasperado.
-Olive... -dije tratando de calmarlo antes de que rompiera a llorar.
-¡no! No intentes callarme, eres una persona...
-¡Oliver! -repetí tratando de callarlo, pero aun así no me hizo caso para seguir con su rabieta.
-¡Te dije qué...! -me harté, me harté de escuchar su balbuceo, no quería escucharme, tampoco callarse, así que hice lo que mi instinto me dijo. Me incliné haciendo que mis labios chocaran contra los suyos así callando sus alaridos y deteniendo su llanto.
La verdad que no lo pensé muy bien, fue más un impulso el que me hizo hacer semejante cosa. No lo pensé ni un solo segundo, simplemente actué y sinceramente no me arrepiento. Sentir sus labios contra los míos moviéndose tímidamente era una sensación inexplicable y muy agradable así que me dejé llevar por el cosquilleo en mi estómago.
El metal frío de su piercing me pareció raro al primer instante, sin embargo le daba un toque diferente y muy bueno al beso. Tanto así que los minutos que pasamos así se volvieron horas para mí, las mejores horas de mi vida diría. No sabía si a Olive le agradó esto, pero por sus manos sobre mi nuca me decían que sí.
La falta de aire fue el peor momento ya que tuvimos que separarnos. Noté sus mejillas completamente rojas y sus labios hinchados, posiblemente los míos estaban iguales, pero no me importaba y sonreí para darle un suave y tierno beso bastante corto lo cual hizo cambiar su rostro avergonzado por uno feliz. Sin arrepentimiento, sin disgusto, simplemente parecía satisfecho.
-No sé qué fue eso, pero... fue increíble. -dijo antes de sonrojarse de nuevo.
-ni yo lo sé. -reí. -Solo lo hice.
-¿Te digo algo? -asentí. -Había estado esperando este momento hace tiempo. -riendo, bajó la mirada.
-¿Qué?
-sí, aunque no pensé que fuera a pasar... creí que te gustaban exclusivamente las chicas. -analizando el asunto, me quedé pensativo unos minutos.
A Olive siempre le han atraído los chicos, siempre lo he sabido.
No parecía muy alocado el que haya pensado en eso. Por mi lado, nunca había salido con nadie ni tampoco había mostrado atracción hacia ninguna persona. Nunca me había puesto a pensar en mi orientación sexual, no hasta hace unos días...
A mí también me había pasado lo mismo que a Olive con lo de besarlo. En ese momento que pasó pensaba que era como una fantasía que pasó por mi mente. Creí que solo había sido eso, una fantasía, una que nunca ocurriría, pero parecía que el destino quería que sucediera. Aunque ahora que lo analizaba, siempre me había sentido diferente alrededor de mis hermanos, especialmente cuando hablaban de chicas... jamás opinaba ni decía algo al respecto.