Lucy
Llegamos a casa después de pasar por el centro comercial recogiendo el regalo de Tomás para Tere. Yo ya tenía su regalo listo desde ayer y siendo su mejor amiga, sabía que le encantaría. La pequeña caja que mi hermano traía en manos era bastante... misteriosa. No tenía ni idea de qué podría ser ni en dónde lo había comprado porque ni siquiera traía una bolsa de la tienda y yo como gran hermana que soy (debería llamarme Lucy Sarcasmo) no lo acompañé a la tienda, solo me quedé en el auto porque iban a ir "rápido" y no era necesario bajar.
Pero mañana estaría presente para cuando lo abriera y así vería que había dentro de esa pequeña caja.
-¡llegamos! -gritó Rubén con las esperanzas de que alguien estuviera en casa y nos escuchase.
-¡papá no está! -gritó Dylan corriendo hacia el sillón justo en el momento preciso para tomar el control remoto antes que Dany.
-¿quién los está cuidando entonces? -preguntó mi hermano mayor.
-yo. -respondió Alex apareciendo por el pasillo de la cocina.
-No sé para qué necesitamos una niñera si ya casi cumplimos trece. -dijo Dany de brazos cruzados mientras Dylan elegía el canal.
-pensé que llegarías más tarde, Alex. -dijo Rubén acomodándose en el asiento.
-sí, yo también, pero papá me llamó y acabo de llegar. No llevo ni diez minutos aquí y papá tampoco lleva mucho tiempo desde que se fue. -explicó tumbándose en el sillón con una lata de refresco en la mano. -¿y ustedes por qué tardaron también?
-Fuimos a recoger un regalo con Tomás.
-¿para Tere?
-exactamente.
Yo ajena a su conversación, me dirigí a mi habitación para dejar mis cosas. Tenía hambre, así que bajé más al rato por algo a la cocina, en ese momento vi a mi papá entrar en casa con una maleta en la mano. Fruncí el ceño confundida.
-¡Chicos! -gritó papá. -¡todos vengan a la sala!
-¿Qué pasa papá? -gruñó Derek bajando las escaleras con los audífonos puestos. Tomás salió de la cocina junto con Rubén; Alex y los gemelos (que ya se encontraban ahí) solo voltearon a ver a la puerta.
-¿ya están todos?
-dos... cuatro... seis y siete. Sí, ya estamos todos. -contestó Rubén después de contarnos. Me coloqué al lado de Rubén y observé la puerta entre cerrada atrás de papá.
-ya que estamos todos, les traigo una sorpresa. -dijo y abrió la puerta dejando ver a la persona dueña de la maleta.
-¿me extrañaron? -dijo ella al instante con una sonrisa en el rostro.
-¡mamá! -gritamos al unísono antes de correr hacia ella como una manada de lobos hambrientos a su presa. Yo fui la primera en llegar a ella. La había extrañado muchísimo. Hasta había pensado en que no la vería sino hasta navidad, pero aquí estaba.
-me van a dejar sin aire. -dijo ella riendo. Todos se soltaron de ella y aunque yo no quería hacerlo, lo hice. Siete personas a tu alrededor aplastándote no sonaba nada bien.
***
-apuesto que los chicos te tienen más que soltera. -rio mamá mientras comía más palomitas. Nos encontrábamos en mi habitación; ella recostada en el respaldo de la cama mientras yo estaba al frente con las piernas cruzadas.
-son como perros guardianes y más ahora que está papá. -Rodé los ojos y tomé un puño de palomitas para meterlo en mi boca.
-Nunca cambian. -Rio. -principalmente tu padre está obsesionado con tenerte como prisionera o algo parecido.
-eso mismo pienso yo. -dije con la boca llena de palomitas.
-hija, no seas maleducada. -dijo y me lanzó unas cuantas palomitas que tenía en la mano.
-perdón. -reí tapándome la boca. Esta vez tragué antes de hablar. -por cierto, ¿ya sabes que supuestamente Rubén está saliendo con una chica? no la conozco, pero no me agrada. Dice que quiere ser modelo en un futuro nada más. Yo que ya andaba de cupido con él y la maestra suplente de educación física. -dije y fruncí la frente y los labios.
-¿en serio? Espero la presente
-Yo no quiero que lo haga. Ya te dije que no me agrada.
-ni siquiera la conoces.
-Aun así. -me crucé de brazos y escuché mi celular vibrar. Era una llamada, lo levanté y vi el nombre: Nico el odioso. ¿Para qué me estaría llamando?
Me levanté de la cama y contesté la llamada. Mamá solo me observó desde la cama sin dejar de comer.
-¿Qué quieres? -dije inmediatamente.
-sí, hola, muy bien, que bueno que te preocupes. -respondió con sarcasmo.
-Solo dime que quieres, estoy ocupada. -dije y vi a mamá de reojo.
-Solo quería preguntarte qué podría regalarle a Tere para su cumpleaños. Tú la conoces a la perfección así que supongo que me podrías ayudar. No quiero llegar con las manos vacías.
Suspiré. -te diré que es lo que no le gusta en primer lugar. En primera: ama el chocolate pero no en exceso, prefiere comprarlo moderadamente ella sola, así que descarta eso. Detesta el color amarillo mostaza y el naranja llamativo, así que nada que lleve esos colores. Joyas... es muy reservada con eso, así que descartalo. Ah y no le gustan en lo absoluto las diademas, prefiere los broches pequeños y brillantes o pañuelos para el cabello. -dije enumerando todo lo que se me venía a la cabeza.
-las chicas son demasiado complicadas. -dijo y pude imaginarlo rascando su cabeza o haciendo una mueca.
-perdona por no nacer chicos también. -dije burlonamente. -¿sabes? Solo regálale un cojín de animal que se vea adorable o un broche brillante. Aunque una paleta pequeña de maquillaje con tonos cafés también le encantaría, pero dudo que sepas de maquillaje, así que elige las primeras dos opciones y ya.
-trataré de recordar todo lo que me dijiste... pero está bien, veré que encuentro. Gracias, Lucila. -dijo burlonamente. Tuve que rodar los ojos. Por unos segundos sentí que iba a ser rociada con agua, como me había pasado en el colegio, pero no fue así esta vez.