Tere
Al fin era sábado, mañana era mi cumpleaños, pero no iba a celebrarlo un domingo, eso era más que obvio. Ya casi era hora de que los invitados llegaran. Mamá me había ayudado a organizar la sala junto con Chris, hicimos algo así como una sala de cine improvisado. El proyector estaba instalado y la película ya solo para colocarle play. Las palomitas se estaban preparando y a mí solo me faltaba arreglarme.
-Solo ponte el vestido azul y ya. -dijo Chris harto.
-¡Ya te dije que ese no es para la ocasión! -le grité desde mi baño.
Chris había estado siendo mi juez para la ropa. Él se encontraba acostado en mi cama mientras yo me vestía en el baño. Estaba tan indecisa que tenía que pedir una opinión secundaria y ya que mi madre estaba ocupada, no tuve otra opción que acudir a Chris.
-pues entonces ponte... la blusa verde con el pantalón negro y los zapatos de chándal. -opinó en un grito.
-¡no! Bueno... no es mala idea. -dije después de pensarlo un poco. Busqué dentro del bulto de ropa que había hecho con todo lo que me había probado hasta encontrar lo que Chris me había dicho.
Salí del baño y me admiré en el espejo de cuerpo entero que tenía. No me veía nada mal. Al parecer Chris tenía buen gusto con la ropa.
-ves, no era ciencia la que necesitabas. -dijo él levantándose para verme.
-Gracias, Chris eres el mejor. -sonreí y me volteé hacia él. Él sonrió y se acercó a mí.
-Debí ser mujer en otra vida. -dijo con un tono de voz femenino.
-lo sé. -respondí riendo. Él soltó una ligera risa y se acercó a abrazarme.
-no puedo creer lo rápido que has crecido. -dijo rodeándome los hombros mientras yo le rodeaba el torso en un abrazo.
-El tiempo pasa volando y lo sabes. -sonreí.
-Mejor me terminaré de arreglar, ya falta poco para que los demás lleguen. -me avisó para luego besar mi cabeza y retirarse de mi habitación.
A pesar de nuestras discusiones, Chris y yo la pasábamos bien y teníamos nuestros momentos de afecto, me alegraba que fuera así. Él era mi hermano mayor en otras palabras, y tener esta relación sana de amor/odio era algo que si hubiera querido si en verdad tuviera un hermano de sangre. Aunque pensar en eso solo me hacía pensar que si extrañaba a sus padres. Los recordaba claramente, eso estaba más que comprobado; él tenía diez años cuando el accidente sucedió y antes solía hablar de ellos seguidamente hasta que un día lo dejó de hacer... Me preocupaba que se quedara callado sobre ese tema, pero no podía forzarlo a hablar de ello si no quería.
Dejé de pensar en él cuando caí en cuenta la hora que era. Un cuarto para las seis. Solamente tenía quince minutos y debía apurarme.
***
Como era de esperarse, los hermanos Roberts fueron los primeros en llegar. Lucy fue la primera en abrazarme y darme mi regalo. Ella me susurró un "lo vas a amar" y siendo mi mejor amiga, no tenía dudas de que iba a amar su regalo.
Luego, fue Derek el que me abrazó y me sacudió un poco después de levantarme ligeramente del suelo. Me reí por eso y también recibí su regalo. El tercer abrazo fue por parte de Rubén, el cual como todos los años, me emocionaba un poco.
La atracción por él seguía intacta. No era más que una física, nada del otro mundo, no puedo negar una cara atractiva cuando la tengo en frente. También me entregó un pequeño regalo lo cual era tierno de su parte. Le sonreí y lo dejé pasar para que se acomodara. Alex fue el siguiente, este abrazo fue breve, pero tierno. Él era un chico tímido a veces, era reservado y muy inteligente. No éramos muy amigos, pero lo quería de cierta manera. Siempre lo había visto con ojos de hermana mayor. Aunque lo más lindo fue cuando me entregó un pequeño llavero de peluche de panda con un moño amarrado al cuello. Le sonreí nuevamente y también lo dejé pasar.
Casi por último, los gemelos me abrazaron con entusiasmo. Estos niños me adoraban, son muy cariñosos. Los padres de Lucy también estaban presentes, sin embargo, no se quedarían. Así que solo saludaron cada un con un abrazo, me felicitaron y me dieron mi regalo antes de retirarse. Coloqué los regalos en la pequeña mesita frente a la puerta y me giré nuevamente.
Y por último y no menos importante, Tomás. Lo que me impactó de primera fue su atuendo, se veía realmente bien para venir solamente a ver una película y pasar el rato. Jeans caqui, camiseta azul oscuro, una chaqueta negra y tenis blancos. Su cabello perfectamente peinado y su rostro adornado con una sonrisa. Siempre he pensado en que los Roberts tienen sonrisas muy carismáticas, pero la de Tomás tiene algo especial.
-Feliz cumpleaños. -dijo y se acercó a abrazarme colocando las manos en mi cintura. Sentí un leve escalofrío o una especie de corriente eléctrica cuando besó mi mejilla rápidamente. No supe si me sonrojé o no, pero no me importó y lo abracé de vuelta.
-Gracias, Tomy. -sonreí y lo solté.
-Te traje algo pequeño que espero te guste. -sonrió y me entregó una cajita plateada con una cinta del mismo color. Me daba mucha curiosidad saber qué traía dentro. Era el regalo que más me intrigaba, así que no me importó nada y me dispuse a abrirlo.
Retiré la pequeña tapa y observé en el interior un hermoso collar con mi nombre. "Teresa" era lo que decía, no me gustaba demasiado mi nombre completo, pero en el collar se veía tan lindo que ese pensamiento se esfumó de mi cabeza.
-Me encanta. -sonreí sin dejar de observarlo en la cajita.
-¿te lo quieres poner? -me preguntó, así que asentí de inmediato. -Déjame te ayudo. -sonrió de vuelta y tomó la caja para sacar el collar mientras yo me retiraba el que ya andaba puesto.
Me giré y retiré mi cabello dejándolo a un lado para que Tomás colocara el nuevo con cuidado. Al estar abrochado, lo admiré colgado en mi pecho. Sus manos rozaron por mi cuello cuando las retiró. Sentí un escalofrío, sin embargo ignoré ese pequeño contacto y me giré.