Lucy
Observé a Rubén con hastío a lo lejos durante toda la clase. Mi hermano es un fastidio, ¿por qué venir a vigilar a Nicolás? y ¿Qué le habían dicho? debía preguntarle luego, en serio que esto era totalmente innecesario. Lo más seguro era que algún chisme había llegado hasta él y yo ni enterada de eso.
Nunca paso pendiente de chismes escolares, todos eran absurdos y en su mayoría falsos, así que no les tomaba importancia a menos que me involucraran en ello para así aclarar y desenmascarar sus mentiras. Otro problema para la lista de hoy, primero no dormir suficiente, luego Chase y ahora esto. En serio, la vida no estaba de mi lado. ¿Acaso me levanté con pie izquierdo? Estoy segura que no.
Como sea, al término de la clase quería evadir a Rubén a toda costa, por lo menos por ahora, así que corrí a las duchas y me volví a vestir rápidamente para dirigirme al gimnasio, necesitaba llegar ahora o después no me dejarían entrar. Sí, quise solo salir corriendo de ahí y perder de vista a mi hermano mayor pero, para mi hermosa fortuna, lo encontré en el camino. Me había estado esperando fuera de los vestidores, apoyado contra la pared, mientras revisaba su celular. Tomé aire y lo solté pesadamente. Intenté colarme entre la gente y pasar desapercibida, pero fue inútil porque me notó después de caminar solamente unos pasos por delante de él. Quise ignorar su presencia, hacer como que no existiera apresurando mi paso, pero él me empezó a seguir.
-¿a dónde vas? –preguntó colocándose a mi lado.
-Al gimnasio, no me iré contigo hoy. -dije caminando más rápido. Él por supuesto, no se detuvo con esa respuesta y se volvió a colocar a mi lado mientras daba zancadas rápidas. Ser alto le daba ventaja sobre mí.
-¿por qué?
-iré a casa de Nicolás para algunos asuntos que no te importan. –dije y lo observé de soslayo, no quería verle directamente la cara por ahora.
-¿ustedes dos solos? Claro que no. –dijo con un tono autoritario. Como si él me mandase.
-Ya he ido yo sola y no ha habido problema. -paré mi caminar para poder terminar esta conversación de una vez por todas. Él también se detuvo al no notarme a su lado, estaba a solo unos cuantos pasos, pero luego se giró y me observó desde lo alto.
Cabe aclarar que la diferencia de alturas nunca ha significado poder para mí, ser más alto que alguien no significaba más autoridad. Papá le sacaba más de una cabeza de altura a mamá y ella era la que mandaba en la casa, no me intimida en lo absoluto enfrentarme a Rubén.
>>¿qué te dijeron para que estés todo paranoico? –le exigí.
-Solo aclárame algo... tú y él... -levanté una mano interrumpiéndolo. Ya suponía no que iba a decir, era más que obvio lo que había llegado a escuchar. Aun así quise preguntar para saber si se trataba de algo diferente.
-si vas a preguntar si somos novios, ni por cerca. ¿Es que ahora ni siquiera puedo tener amigos masculinos? –pregunté taciturna. Mis brazos se cruzaron y mi frente se hundió.
-No es eso... tengo mis razones.
-dímelas. -le exigí nuevamente.
-Alguien me dijo que Nicolás y tú se la pasan todo el tiempo juntos... y eso me puso mal. –confesó bajando ligeramente la mirada. Sus puños se cerraron a sus costados, pero no aplicó mucha fuerza en ellos, solo fue un leve momento, solo hasta que volvió a observarme, levantando el rostro.
-mira, por si no sabes, él y yo tenemos un mismo horario, esa ya es mucha razón para siempre andar junto al otro. Además si él y yo fuéramos algo, no sería ni tu decisión ni la de papá ni de nadie más, solo mía, así que deja de meterte en mis asuntos y déjame en paz. -dije colocando mi dedo índice en su pecho. Determinada, eso era lo único que tenía que decir al respecto y hasta ahí se acababa este asunto.
No quise seguir escuchándolo, él intentó hablar, pero no lo dejé y luego me marché a paso apresurado esperando que no me siguiera otra vez. Y así fue. Se quedó ahí parado, justo donde lo dejé, bastante pensativo, pero era lo mejor si no quería que armara un show en medio de los pasillos. Después de haberlo observado de reojo en su lugar, pude respirar con tranquilidad hasta el gimnasio
***
-¿Nos vemos en una hora en tu casa? -me preguntó Tere recogiendo su maleta. Llevaba su traje de porrista y una coleta alta.
La verdad que me encantaba como lucía en ese traje, era tan ella. Tan femenina y carismática con ápices de ser dura a veces, pero amable la mayor parte del tiempo. Lastimosamente era su último año como capitana y luego de esto no podría volver a usar el traje. Tendría que elegir a su sucesora para el próximo año y eso la estresa porque no sabe a quién elegir. Yo siempre le digo que se lo tome con calma, apenas estamos a mitades de Noviembre, tenía hasta mayo del próximo año para elegir. Por ahora solo debía de aprovechar sus últimos momentos como líder y luego, si es que se casa, le enseña todo lo que sabe a sus hijas.
-sí, sólo tengo que hacer un par de cosas con Nicolás. –le respondí recogiendo mi mochila del suelo.
-Está bien, de todos modos, tengo que hablar con mamá sobre algo... –dijo y bajó ligeramente la mirada a sus zapatos, bastante pensativa.
-Yo también tengo que hablar contigo porque has estado rara. -le anuncié señalándole con la mirada, ella me observó con desconcierto. Aparté la vista de ella para fijarla en Nicolás y Tomás quienes se acercaban a nosotras mientras charlaban de algo que no me interesaba. Ambos con sus chaquetas del equipo y sus mochilas. Les lucía muy bien principalmente porque con esos colores, los ojos de Nicolás resaltan.
Estoy divagando, lo sé, pero cuando sabes lo que tienes enfrente, lo sabes y ya. No hay que dejarles segundos significados.
-¿Nos vamos? -preguntó el pelinegro acercándose a mí.
-¿A dónde van ustedes dos? -preguntó Tomás arqueando una ceja. Ya se iba a poner histérico como Rubén. Que fastidio. No quería repetir esa conversación.