Vida Entre Chicos (sc Libro# 1)

57. Nicolás = Sorpresas

Lucy

No supe ni cómo sucedió. Fue tan rápido la forma en que me giró y tomó mi rostro con la otra mano para luego hacer que sus labios hicieran contacto con los míos. No hice el más mínimo movimiento en los primeros microsegundos. Me había tomado por sorpresa y de inmediato sentí las miradas a mí alrededor. Mi primera acción fue llevar mi rodilla a su entrepierna obligándolo a separarse de mí. Llevé mi mano derecha hacia mi boca y me limpié con el dorso de ésta. Lo escuché maldecir mientras permanecía de rodillas sobre el suelo a la vez que yo sentía miles de miradas, miles de cámaras de celulares, y escuchaba miles de murmullos por parte de los demás estudiantes. Levanté la mirada y vi a Alex observando perplejo, estaba tan en shock como yo, de eso estaba segura. Aunque también se podía ver cierta rabia en sus ojos. Simplemente le dediqué una mirada y salí de ahí haciéndome paso entre la gentuza.

Alex venía atrás de mí y ni siquiera me fijé en si Rubén había llegado ni me importó si llegaría. Solo quería salir de ahí y huir a cualquier parte en donde no hubiese ni un alma.

Llegué a un punto en que dejé de correr y Alex solo se dedicó a tomarme la mano en forma de apoyo hasta que mis pies quisieron descansar un momento. Nos sentamos en una acera, no sabía exactamente en dónde estábamos, pero no transitaban muchos autos. Alrededor solo había edificios con apartamentos rentables, una cafetería, un bar y una tienda de tatuajes. Tomé un largo respiro y llevé las manos a mi rostro mojado. No había sentido cuando comencé a soltar lágrimas. Salieron involuntariamente.

Me sentía indignada, humillada, furiosa, herida, no lo sé. No podría describir exactamente cómo era el revoltijo de emociones que tenía ahora mismo. Solo sé que él no debió hacer aquello, no tenía qué... no era ni parecido a cómo me imaginaría que sería mi primer beso. ¿Eso había contado? Yo creo que sí. No había sido como la primera vez... esta vez sentí la presión de sus asquerosos labios sobre los míos. Fue la sensación más horrible del mundo. Sentí como si hubiese besado a medio Londres gracias a él. Sé que suena absurdo que me sienta mal por algo como esto, pero el primer beso aunque no fuera el mejor, siempre de alguna manera era especial y aunque en el fondo sabía perfectamente que no iba a ser bajo las estrellas y con un actor de Hollywood, esperaba que al menos hubiese sido diferente. Quería mantenerlo en privado si sucedía, pero al parecer media escuela lo había avistado y los que no estuvieron presentes lo verían en videos, fotos, memes. Lo más seguro es que también llegará a la página web del instituto.

Esto es peor de lo que esperaba.

-tranquila, desahógate todo lo que quieras. -escuché distante la voz de Alex, como si estuviera lejos, pero estaba aquí a mi lado dejándome apoyarme en su hombro.

Al decir aquello, un sollozo salió de mis labios y sentí lo saladas que estaban mis lágrimas cuando volvieron a descender y algunas llegaron a mi boca. Él me abrazó, pude relajarme un poco y sentir el calor de su cuerpo. El invierno ya estaba afectando las calles de San José, pero tener a mi hermano así me reconfortaba del frío.

Hundí mi rostro en su pecho y sollocé hasta quedarme sin aliento. No sé cuántas horas pasaron ni cuantas llamadas no contesté. Por el tono de llamada, era Rubén, pero no quería hablar con nadie.

Cuando nos separamos, noté que el cielo oscureció. No porque fuera de noche, sino porque se avecinaba una tormenta. Sentí la fragancia masculina de mi hermano impregnada en mi ropa después de haber estado largo rato juntos. No sé por qué tomé ese momento para darme cuenta lo mucho que ha crecido Alex en el último año. Ya parece un poco mayor de su edad, su mandíbula se empezaba a marcar bastante, sus hombros estaban más anchos al igual que su espalda, en altura, ya me pasaba y su voz ya casi era tan ronca como la de papá. La barba aún no le sale pero no tardará en hacerlo. Analizarlo me hizo distraerme un rato del suceso escolar, ahora solo quedaba buscar cómo regresar a casa rápidamente, no quiero mojarme, ni tampoco pretendía que Alex se mojara, sigue agripado, pero bastante mejor, y una lluvia solo provocaría que tuviera una recaída.

Él no dijo nada al verme. No necesitó decirme algo para saber que la mejor opción era un taxi y que ya estaba mucho más estable que hace una hora cuando todo sucedió. Ya no quería llorar, solo quería irme a casa, darme un largo baño y meterme en la cama a dormir. Él dolor había salido de mí, ahora solo me encontraba enojada, de una manera que nunca me había sentido. Quería golpearle la cara, insultarle hasta las células y demostrarle que no podría conmigo.

Juraba que desde ahora en adelante él no sería el malo del cuento. Es mi turno e iba a triunfar sea como sea, cueste lo que cueste.

No les contaré exactamente lo que pasó al llegar a casa. Solo diré que fue un descontrol total porque como dije. Eso llegó hasta la página del instituto. Todos mis hermanos, incluso los gemelos, se dieron cuenta de lo sucedido. Tomás llamó furioso a medio partido porque escuchó que unos jugadores me mencionaron y se terminó enterando haciéndole abandonar el juego a medio tiempo para tomar un autobús y regresar lo más rápido posible. Todos comenzaron a gritar. Ya no me importaba si iban y lo degollaban. Yo simplemente me dirigí a mi habitación con los ojos hinchados y me quedé dormida en medio del bullicio.

Cuando desperté, eran casi las cinco de la mañana. Intenté dormirme de nuevo pero no lo logré. Salí de mi habitación y me dirigí a la de mis hermanos mayores. Cada quien estaba en su respectiva cama completamente dormidos. Seguramente se habían acostado no hace mucho, estarían exhaustos todos. Caminé hasta la primera cama, la de Rubén, y me acomodé entre las sábanas junto a él, despertandolo, no dijo nada. Me acurruque a su lado e inhalé ese aroma tan familiar que siempre desprendía una vez me abrazó.




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